la expansión de la Congregación, no sólo numérica y geográficamente, sino sobre todo con la formación de un personal que pudiera llevarlas adelante en fidelidad al carisma del Fundador.
Precisamente, el mantener su metodología–el sistema preventivo- y las tradiciones heredadas de él, en armonía con los nuevos tiempos y la nueva expansión, le exigió un arduo trabajo de reglamentación de la vida y misión de la Congregación. Durante su Rectorado (1888-1910), esta pasó
de tener 58 casas a 387, de estar en 9 países a 38 y de contar con 773 salesianos a 4.000.
Pero, ¿quién era don Rúa? Había nacido en 1837, en Turín. Huérfano de padre a los 8 años, un niño
del Oratorio le enseña un día un boleto de una de las rifas que hacía Don Bosco para atraer a los
chicos. Rúa fue y quedó fascinado de aquel joven sacerdote. Don Bosco entonces lo trae con él y
comienza sus estudios de latín en el Oratorio en el curso 1849-1850. En esa época, el Santo tiene el
famoso sueño del emparrado de rosas. En él, Miguel Rúa era uno de los pocos que perseveraban con
don Bosco hasta el final del camino. En 1853 Juana -su madre- se va a vivir al Oratorio, comenzando a colaborar con Mamá Margarita y otras. Tres años después, cuando esta muere, Juana la sucede al
frente de su labor en el Oratorio.
Don Rúa fue uno de los cuatro jóvenes que en enero de 1854 se reúnen en la habitación de don
Bosco para hacer un «ejercicio práctico de caridad». Comenzarán a ser llamados salesianos. En marzo del año siguiente, emite sus votos privados como religioso ante Don Bosco y el 18 de diciembre de 1859 será uno de los miembros fundadores de la Sociedad Salesiana.
Don Rúa entonces pasa a ser el más estrecho colaborador de Don Bosco. Un gran sentido práctico,
una inteligencia acompañada de una extraordinaria capacidad de trabajo y su finura para interpretar
su pensamiento y su espíritu le granjearon, unido a su fama de santidad, el respeto, la admiración y
la confianza de los salesianos al ser nombrado Rector Mayor.
Con él, los antiguos alumnos prosiguen haciendo sus celebraciones anuales, convirtiendo la fiesta del
Rector Mayor en el día de la gratitud. El 1 de abril de 1901 Don Rúa llama a Felipe Rinaldi, inspector
entonces en España, para que sea su Vicario. Desde este cargo, pudo convertirse en el gran animador
y organizador de los diversos grupos de antiguos alumnos.
Si la Congregación Salesiana no se pudo dar sin Don Bosco, tampoco se comprende esta sin la figura
de don Rúa y de su labor al frente de la misma. Como dijo Pablo VI en su beatificación el 29 de
octubre de 1972, Don Rúa «ha hecho del ejemplo del santo una escuela de su obra personal, una
institución extendida por toda la tierra; de su vida, una historia; de su regla, un espíritu; de su santidad, un tipo, un modelo; ha hecho del manantial una corriente, un río».
Reflexionamos con...
Por Miguel Ángel Álvarez Paulino

No hay comentarios:
Publicar un comentario