Y LA
UNIVERSIDAD
Testimoniar
a Cristo en el ambiente universitario
(Mensaje
completo de Juan Pablo II a los participantes en el VIII Foro Internacional de
los jóvenes, 25 marzo 2004)
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1.- Ante todo quiero enviaros mi
cordial saludo a todos vosotros,
queridos estudiantes, que os reunís estos días en Rocca di Papa para participar
en el VIII Foro Internacional de los Jóvenes sobre el tema «Los jóvenes y la
universidad: testimoniar a Cristo en el ambiente universitario».
2.- Vuestra presencia es para mí
un motivo de gran alegría, pues es un testimonio luminoso del rostro
universal y siempre joven de la Iglesia.
3.- Provenís, de hecho, de
los cinco continentes y representáis a más de 80 países y 30 movimientos,
asociaciones y comunidades internacionales.
4.- Quisiera saludar a los
rectores y docentes universitarios presentes en el Foro, así como a los
obispos, sacerdotes y laicos comprometidos en la pastoral universitaria, que en
estos días acompañarán a los jóvenes en su reflexión.
5.- Deseo expresar mi más
sentido aprecio a monseñor Stanislao Rylko, presidente del Consejo
Pontificio para los Laicos y a todos sus
colaboradores por la realización de esta acertada iniciativa.
6.- Mantengo vivo el recuerdo de las precedentes
ediciones del Foro, organizadas en concomitancia con las celebraciones
internacionales de la Jornada Mundial de las Juventud.
7.- Este año se ha decidido
renovar la fórmula, dándole un espacio más definido y acentuando su
dimensión formativa, a través de la elección de un tema específico, con la
intención de profundizar un aspecto concreto de la vida de los jóvenes.
8.- La temática de este
encuentro es de gran actualidad y responde a una necesidad real. Me alegra
el que todos estos jóvenes, provenientes de culturas tan ricas y diferentes, se
hayan reunido en Rocca di Papa para reflexionar juntos, para compartir sus
propias experiencias, para infundirse mutuamente el valor de testimoniar a
Cristo en el ambiente universitario.
En nuestra época es importante
redescubrir el lazo que une a la Iglesia con la universidad.
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1.- La Iglesia, de hecho, no sólo tuvo un
papel decisivo en la institución de las primeras universidades, sino que ha
sido durante los siglos fragua de cultura, y hoy sigue siéndolo a través de las
universidades católicas y de las diferentes formas de presencia en el amplio
mundo universitario.
2.- La Iglesia ve en la
universidad uno de «esos lugares de trabajo, en los que la vocación del
hombre al conocimiento, al igual que el lazo constitutivo de la humanidad con
la verdad como fin del conocimiento, se convierten en una realidad cotidiana»
para muchos profesores, jóvenes, investigadores y multitudes de estudiantes
(Discurso de Juan Pablo II a la UNESCO, n. 19: in «Insegnamenti», III/1 1980,
pp. 1650 s.).
3.- Queridos estudiantes, en
la universidad no sólo sois destinatarios de servicios, sino que sois los
verdaderos protagonistas de las actividades que en ella se desarrollan.
4.- El período de los estudios
universitarios constituye una fase fundamental de vuestra existencia, en la
que os preparáis para asumir la responsabilidad de opciones decisivas que
orientarán todo vuestro futuro.
5.- Por este motivo, es
necesario que afrontéis el itinerario universitario con una actitud de
búsqueda de las respuestas adecuadas a las preguntas esenciales sobre el
significado de la vida, sobre la felicidad, y sobre la plena realización del
hombre, sobre la belleza como esplendor de la verdad.
6.- Afortunadamente, hoy se ha
debilitado mucho el influjo de las ideologías y de las utopías fomentadas
por ese ateísmo mesiánico que tanta influencia tuvieron en el pasado en muchos
ambientes universitarios.
7.- Si embargo, no faltan
corrientes de pensamiento que reducen únicamente la razón al horizonte de
la ciencia experimental y de los conocimientos técnicos e instrumentales, para
encerrarla en ocasiones en una visión escéptica y nihilista.
8.- Estos intentos de huir de la
pregunta por el sentido profundo de la existencia, además de ser inútiles,
pueden llegar a ser peligrosos.
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1.- A través del don de la fe
nos hemos encontrado con Aquél que se nos presenta con esas palabras
sorprendentes: «Yo soy la verdad» (Juan 14, 6).
2.- ¡Jesús es la verdad del
cosmos y de la historia, el sentido y el destino de la existencia humana,
el fundamento de toda realidad!
3.- A vosotros, que habéis
acogido esta Verdad como vocación y certeza de vuestra vida, os corresponde
demostrar su carácter razonable en el ambiente y en el trabajo universitario.
4.- Surge, por tanto, la
pregunta: ¿hasta qué punto incide la verdad de Cristo en vuestros estudios,
en la investigación, en el conocimiento de la realidad, en la formación
integral de la persona?
5.- Puede suceder que algunos de
los que se profesan cristianos, en las universidades, se comporten de hecho
como si Dios no existiera. El cristianismo no es una mera preferencia religiosa
subjetiva, en último sentido irracional, relegada al ámbito privado.
6.- En cuanto cristianos,
tenemos el deber de testimoniar lo que afirma el Concilio Vaticano II en la
«Gaudium et spes»: «La fe todo lo ilumina con nueva luz y manifiesta el plan
divino sobre toda la vocación del hombre. Por ello orienta la mente hacia
soluciones plenamente humanas» (n. 11).
7.- Tenemos que demostrar que la
fe y la razón no son inconciliables,
es más, «la fe y la razón son como las dos alas con las cuales el espíritu
humano se eleva hacia la contemplación de la verdad» (Cf. «Fides et ratio»,
introducción).
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1,- ¡Amigos jóvenes! Vosotros
sois los discípulos y los testigos de Cristo en la universidad.
2.- Que el período de la
universidad sea para todos vosotros, por tanto, un período de gran
maduración espiritual e intelectual, que os lleve a profundizar en vuestra
relación personal con Cristo.
3.- Pero si vuestra fe depende
únicamente de fragmentos de tradición, de buenos sentimientos o de una
genérica ideología religiosa, no seréis capaces de aguantar el impacto con el
ambiente.
4.- Tratad, por tanto, de
permanecer firmes en vuestra identidad cristiana y de arraigaros en la
comunión eclesial.
5.- Alimentaos, por este
motivo, de la oración asidua.
6.- Escoged, cuando sea
posible, buenos maestros universitarios.
7.- No os quedéis aislados
en ambientes que con frecuencia son difíciles, sino más bien participad
activamente en la vida de las asociaciones, de los movimientos y de las
comunidades eclesiales que actúan en el ámbito universitario.
8.- Acercaos a las parroquias
universitarias y dejaos ayudar por las capellanías.
9.- Hay que edificar la Iglesia
en la Universidad, es decir, una comunidad visible que cree, que reza, que
da razón de la esperanza y que acoge en la caridad todo rastro de bien, de
verdad y de belleza presente en la vida universitaria.
10.- Vivid todo esto no sólo
dentro del campus universitario, sino también allí donde están y se
encuentran los estudiantes.
11.- Estoy seguro de que los
pastores prestarán una atención particular a los ambientes universitarios y
destinarán a esta misión sacerdotes santos y competentes.
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1.- Queridos participantes en el
VIII Foro Internacional de los Jóvenes,
2.- Estoy muy contento de saber
que estaréis presentes en la Plaza de San Pedro el jueves próximo, en el
encuentro con los jóvenes de la diócesis de Roma, y el domingo en la Misa de
Ramos, cuando celebraremos juntos la XIX Jornada Mundial de la Juventud sobre
el tema: «Queremos ver a Jesús» (Juan 12, 21).
3.- Será la última etapa de
preparación espiritual para la gran cita de Colonia en 2005.
4.- No es suficiente «hablar» de
Jesús a los jóvenes universitarios: hay que hacer que lo «vean» a través
del testimonio elocuente de la vida (Cf. «Novo millennio ineunte», 16).
5.- Os deseo que este encuentro
en Roma contribuya a fortalecer vuestro amor por la Iglesia universal y
vuestro compromiso al servicio del mundo universitario.
6.- Cuento con cada uno y cada
una de vosotros para transmitir a vuestras Iglesias locales y a vuestros
grupos eclesiales la riqueza que estáis recibiendo en estas intensas jornadas.
7.- Al invocar la protección de
la Virgen María, Trono de la Sabiduría, para vuestro camino, os imparto de
corazón una especial bendición apostólica a vosotros y, junto a vosotros, a los
estudiantes, rectores, profesores, capellanes, y personal administrativo, que
componen la gran «comunidad universitaria».
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