2 de mayo de 2017

"MAÍN Y EL INSTITUTO DE LAS HIJAS DE MARÍA AUXILIADORA" POR LUISA LAGARES CANTERO

REFLEXIONAMOS CON LUISA LAGARES CANTERO, DELEGADA DE FMA PARA SALESIANOS COOPERADORES Y DIRECTORA DE LA CASA DE SEVILLA-NERVIÓN.
TEMA: INSTITUO DE LAS HIJAS DE MARÍA AUXILIADORA.
Nº 18

“MAÍN” Y EL INSTITUTO DE LAS HIJAS DE MARIA AUXILIADORA
              María Mazzarello, “Maín” para los suyos, desde muy joven, con su corazón generoso y acompañada por su santo párroco Don Domingo Pestarino, desarrollaba entre sus paisanos una pastoral intensa: con las niñas, la Catequesis; con las madres, formación cristiana y oración. Los domingos y festivos organizaba, con las pequeñas y adolescentes, paseos al campo y juegos.
             Maín, con otras buenas jóvenes del pueblo iniciaron una asociación denominada “Hijas de la Inmaculada” que bajo la guía de Don Domingo, el buen párroco de Mornese, se dedicaban a hacer el bien a todas las personas del pueblo que lo necesitaban. Presidía el grupo la maestra del pueblo, Ángela Macagno que era la de mayor edad.
             Primero fueron las niñas y sus madres. Después también atendieron a algunas enfermas y ancianas a las que visitaban y acompañaban. Más adelante, habiéndose quedado huérfanas dos niñas, de 6 y 8 años, Maín y su amiga Petronila se hicieron cargo de ellas, iniciándose así un pequeño internado. Además, las dos amigas abrieron un taller para enseñar a cortar y coser, que muy pronto se llenó de jovencitas a quiénes, a la vez, les enseñaba a conocer a Jesús y a rezar. En el taller eran conocidas sus frases: “Que cada puntada sea un acto de amor al Señor”. Y también: “¿Qué hora es? Es hora de amar al Señor”. Durante los carnavales se hiciero n célebres sus bailes en el taller, acompañados por un organillo, para que se divirtieran sanamente sus niñas y adolescentes.
             En fin, que el cielo iba preparando este caldo de cultivo que, en pequeña escala, se iban desarrollando actividades análogas a las que Don Bosco realizaba con sus muchachos en Valdocco (Turín).
             En el año 1862 Don Bosco soñó que se encontraba en la Plaza Vittorio de Turín entre un griterío de niñas que le pedían que acudiera en su ayuda. Él se echó atrás, pero apareció entonces una noble Señora, de rostro resplandeciente, que le dijo: “Cuida de ellas. Son mis hijas”. Se fueron sucediendo otros sueños relativos al mismo tema.
             Don Bosco es verdad que andaba muy ocupado buscando lugares y medios para atender a sus muchachos cuyo número crecía por momentos. Además, la construcción del Templo dedicado a María Auxiliadora, que la misma Virgen le pidió, le quitaba el sueño… Dejó correr el tiempo esperando otras señales más claras sobre cómo poner en práctica aquellos sueños. Porque, por supuesto, él nunca iba a negarse a una petición de la Señora de sus sueños que le acompañaba en todas sus empresas y le indicaba los caminos…
             Por aquellos años, Don Domingo Pestarino, el párroco de Mornese, conoce a Don Bosco y su obra con los muchachos y decide hacerse salesiano. Don Bosco lo admite en su reciente Congregación, pero con la condición de que se quede en Mornese cuidando de sus feligreses. Don Domingo Pestarino le habla a Don Bosco del grupo de las “Hijas de la Inmaculada” que tanto bien realizan entre la gente del pueblo. Don Bosco le cuenta la idea de fundar un Instituto femenino y, el buen párroco, como bromeando, le ofrece cordialmente las fervorosas y apostólicas “Hijas de la Inmaculada” mornesinas… Don Bosco entonces entrega a Don Domingo una medalla de la Virgen para aquellas dos buenas Hijas de la Inmaculada, María Mazzarello y Petronila, con la recomendación de “conservarla cuidadosamente porque las libraría de muchas desgracias y sería su Protectora en todas las dificultades de la vida”. Y en un papel Don Bosco escribió: “Rezad, sí, pero haced todo el bien que podáis, especialmente a la juventud; y haced lo imposible por impedir el pecado, aunque sólo sea un pecado venial”.
             En 1864 Don Bosco visita el pueblo de Mornese invitado por el buen párroco. Llega al pueblo acompañado por la banda de música de sus muchachos y entre tanta algarabía el pueblo entero sale a recibirlo y a escuchar las sabias palabras del “Buen Padre de los muchachos abandonados”. El grupo de las Hijas de la Inmaculada es el encargado de todos los preparativos y de la organización de aquellos días: alojamientos, comidas, etc. Don Bosco conoció en persona a aquellas generosas y entusiastas jóvenes que estaban volcadas para que todo el mundo pudiera disfrutar de aquel inolvidable acontecimiento.
             En la casa del párroco, Don Domingo Pestarino presentó a Don Bosco las Hijas de la Inmaculada y le pidió que las bendijera, cosa que el buen padre hizo con gusto y les dedicó unas palabras, animándolas a ser constantes en hacer el bien. El pueblo se comprometió con Don Bosco a construir un Colegio para la educación de los muchachos.
             Tras años intensísimos para Don Bosco: en 1868 se consagró el nuevo Templo dedicado a “María Auxiliadora”; en 1869 se aprobó en Roma la “Pía Sociedad de San Francisco de Sales”, a pesar de todo, no faltaron las visitas de Don Bosco al pueblo de Mornese, porque, cada vez más se iba preocupando de aquel sencillo y fervoroso grupo de jóvenes que tanto bien realizaban en el pueblo. No le pasó inadvertido el ascendiente que ejercía María Mazzarello para conducir a su grupo a la virtud y al contacto con Dios, haciéndose más amar que temer. Ya tenía una idea clara y concreta acerca de lo que Dios y María Auxiliadora querían de aquel hermoso grupo con el que podrían hacerse realidad aquellos reiterados “sueños”.
             En Turín, al comenzar el mes de María Auxiliadora de 1969, Don Bosco reunió a su Consejo para proponerles la fundación de un Instituto femenino. La respuesta fue unánime a su favor. Don Bosco concluyó que podría tener por cierto ser Voluntad de Dios dicha fundación con el grupo de Hijas de la Inmaculada de Mornese.
 Y Don Bosco, inspirado por el Espíritu Santo, y que conocía otros grupos de jóvenes estupendas que llevaban adelante obras sociales en Turín; prefirió, para la fundación del Instituto femenino, aquel grupo humilde de Mornese.
Y el 5 de agosto de 1872, 11 jóvenes mornesinas emitían sus votos religiosos en las manos del buen Padre Don Bosco…
            Y éstas son las preciosas palabras que Don Bosco dirigió a las primeras FMA en el día de la fundación del Instituto: “Entre las plantas más pequeñas hay una de gran perfume, el nardo, nombrado con frecuencia en la Sagrada Escritura. En el oficio de la Virgen se dice: “mi nardo ha exhalado un suave perfume”. Pero ¿sabéis cuándo sucede eso? El nardo exhala su perfume cuando es pisoteado. No os dé miedo, pues, que el mundo os maltrate. El que padece por Cristo Jesús reinará con Él eternamente. Vosotras ahora pertenecéis a una Familia Religiosa que es totalmente de la Virgen. Sois pocas, nada os turbe. Las cosas cambiarán pronto. Sí, os puedo asegurar que el Instituto tendrá un gran porvenir, si os mantenéis sencillas, pobres y mortificadas. Considerad como una gran gloria vuestro hermoso título de HIJAS DE MARÍA AUXILIADORA; y no olvidéis que vuestro Instituto deberá ser el “monumento vivo de la gratitud de Don Bosco a la Madre de Dios, invocada bajo el título de Auxilio de los cristianos”.
          Santa María Mazzarello murió con 44 años, en 1881. Sólo 9 años transcurrieron como FMA. Pero ya se habían multiplicado las casas por Italia, Francia y América. ¡Las obras de Dios son así, siempre se sirve de los pequeños, humildes y sencillos!
  
PARA LA REFLEXIÓN
 1ª.- ¿Conocías algo de la vida de Santa María Mazzarello? En caso afirmativo, ¿qué es lo que más te llama la atención de ella?
 2ª.- Desde tu experiencia, enumera los rasgos concretos del carisma salesiano que más han ayudado a tu vida
 3ª.-Tú AA AA, ¿descubres en tu vida que el carisma salesiano te pide un compromiso serio con los demás, sobre todo con los jóvenes?




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