TEMA: DIOS EN NUESTRA VIDA.
Nº 17
Buscar y encontrar a Dios, es el tema y tarea fundamental de todo creyente durante toda su vida. En ello está empeñado, si realmente quiere vivir su fe, porque ésta no es una conquista segura, sino una tarea permanente. Lo que provoca la “sed de Dios” en el ser humano es precisamente que ha sido Dios quien primero ha buscado y encontrado al ser humano.
Ahora bien, se trata de buscar y
encontrar a Dios no solo en momentos puntuales o experiencias especiales, sino
en lo ordinario. En un doble movimiento: encontrar a Dios en lo ordinario, y
vivir lo ordinario desde la presencia de Dios. Este es el desafío: encontrar y
vivir la presencia de Dios en toda la vida. Pero… ¿qué es encontrarnos con Dios
en la vida ordinaria? Decía Simone Weil: “Conozco la experiencia de Dios de una
persona por cómo se relaciona con el resto de las personas”.
Hay una interacción entre vida
ordinaria y vida espiritual: una influye en la otra necesariamente. Las buenas
o malas dinámicas en la vida ordinaria, llevan a buenas o malas dinámicas en la
vida espiritual. Y viceversa. Por lo cual, podemos decir que hay modos de vida
que ayudan y otros que impiden la experiencia de Dios.
Dada la extensión que se exige a este artículo, me centraré
en señalar algunas dinámicas de vida que
no ayudan a la experiencia de Dios
¿Por qué a veces no encontramos a Dios, por qué nos cuesta
tanto? Quizá nos impide encontrarlo algunas de estas dinámicas de vida:
- Estar muy
ensimismados y absortos en nosotros mismos: lo que nos pasa, lo que nos
duele, lo que sentimos… Si solo tenemos ojos para nosotros mismos, nuestros
proyectos, objetivos, maneras de hacer las cosas; y nuestra oración es
cavilación sobre lo que tenemos entre manos y nos preocupa,… ¡no le dejamos
sitio a Dios!
- Buscar a un Dios que
no existe: quizá el Dios que nos quite los problemas o nos ponga las cosas
fáciles, o que haga lo que nos conviene,… es decir, un dios a nuestra medida.
Ciertamente no es el Dios verdadero, es un ídolo a nuestro servicio. En el
fondo es que no seguimos los caminos de Dios, sino nuestros caminos. Dios
siempre pilla el ascensor de bajada: lo suyo es “humillarse hasta hacerse uno
de nosotros, y hasta la muerte de cruz”. Nosotros tendemos siempre a pillar el
ascensor de subida: crecer, progresar, subir de categoría, vivir mejor,… Así es
difícil el encuentro entre quien baja y quien sube.
- El hacer
desenfrenado y voluntarista, reduciendo la experiencia de Dios solamente a
los momentos institucionales. El activismo no es hacer muchas actividades. Es
poner la actividad como objetivo, como excusa, como coartada… para
justificarnos o huir de otras realidades que no nos satisfacen o que nos dan
miedo, como el encuentro sereno con Dios.
PARA LA REFLEXIÓN
¿Cuáles son las
dificultades más fuertes para mi experiencia de Dios en la vida cotidiana?
En algún momento
de mi vida en que haya sido consciente de tener una auténtica experiencia de
Dios, ¿qué efectos ha tenido en mi vida cotidiana?
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