22 de septiembre de 2025

AGUINALDO 2026 DEL RECTOR MAYOR


 AGUINALDO 2026 

«HACED LO QUE ÉL OS DIGA» 

Creyentes, libres para servir 

            Año tras año el Aguinaldo se presenta como una oportunidad para que toda la Familia Salesiana se reúna alrededor de un tema particular, para que ⸺⸺a través de la oración y la reflexión, la escucha y el compartir⸺⸺ la llamada de cada Grupo pueda encontrar alimento para su propio camino espiritual, carismático y pastoral. 

            A la luz de la experiencia del Jubileo, el AGUINALDO 2025, Anclados en la esperanza, peregrinos con los jóvenes, nos ha dado la oportunidad de caminar juntos con toda la Iglesia para contemplar el misterio de Cristo, fuente y sostén de nuestra esperanza. En torno al tema de la esperanza que no defrauda, hemos podido contemplar cómo el misterio de un Dios creador que nos visita en el Hijo continúa hoy apoyándonos a través de la fuerza del Espíritu. La esperanza nos ha ayudado a reconocer los signos de Dios en la vida cotidiana, esa realidad concreta que refleja el misterio del amor de Dios por nosotros. La esperanza es fuerza y confirmación del «ya» que vivimos y contemplamos. Y también fuente de coraje y gozo del «todavía no»

            El evento del 150 aniversario de la primera expedición misionera salesiana ha sido una oportunidad muy concreta y real, a través del cual hemos redescubierto cómo para Don Bosco la fuerza de la esperanza generaba en su corazón el valor que lo ha sostenido en el descubrimiento del proyecto de Dios y en el decidido compromiso de ponerlo en práctica. Leyendo a fondo este acontecimiento podemos decir que la esperanza ha sido el motor del corazón pastoral de Don Bosco. La esperanza es la que le ha hecho capaz de leer los signos de los tiempos y de mirar al mundo sostenido por su fe en Dios. 

            Esta conmemoración histórica tuvo lugar en un momento particular de la vida de Don Bosco: junto a la expedición misionera, estaba comprometido a enviar a los salesianos a Francia, así como a dar vida a la asociación de los Salesianos Cooperadores. Un período de gran fermento, pues, para nuestro Padre que en su corazón siempre ha privilegiado la apertura y la disponibilidad a la voluntad de Dios. Guiado por la esperanza, Don Bosco estaba fuertemente arraigado en la fe.

            Si es cierto que Don Bosco vivía en Turín, es aún más cierto que su corazón y su mente habitaban el mundo entero. Su esperanza ⸺⸺una vez descubierto el proyecto de Dios⸺⸺ se convertía en fuente de certeza y de plena convicción que hay que seguirlo, con fe, hasta el fondo, sin temor y sin vacilaciones. 

            Los primeros salesianos intuían la fuerza de la esperanza que animaba el corazón y la mente de Don Bosco. No es casualidad que ellos mismos, más tarde, lo comprendan e interpreten como: «Don Bosco hombre de fe, Don Bosco creyente, Don Bosco en unión con Dios». 

            Varias opiniones y reflexiones surgidas de la Consulta Mundial de la Familia Salesiana a principios del mes de junio de 2025 han enfocado el tema de la «fe»: si la fuerza de la esperanza se basa en la fe, una vida verdaderamente llena de esperanza lleva a una relación más profunda y auténtica de fe con Jesús, el hijo del Padre, hecho hombre por nosotros y que sigue estando presente en medio de nosotros con la fuerza del Espíritu. 

            Os ofrezco algunas ideas que luego serán desarrolladas en el AGUINALDO 2026. 

1. Una llamada a la escucha 

            «Haced lo que él os diga» no es una simple cita bíblica, sino un verdadero manifiesto espiritual y pastoral. La invitación, el comando sale de la boca de María justo al principio del mismo Evangelio. El contexto que preveía un momento de fiesta de repente puede terminar mal, un fracaso total: falta el vino. En esta situación de crisis y dificultad, María, la madre solícita, simplemente invita a los siervos a estar atentos a lo que Jesús dirá cuando llegue «su hora». 

            Es bueno releer esta página de nuevo. 

            Evangelio de Juan 2, 1-11 

            A los tres días había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda. Faltó el vino, y la madre de Jesús le dice: «No tienen vino». Jesús le dice: «Mujer, ¿qué tengo yo que ver contigo? Todavía no ha llegado mi hora». Su madre dice a los sirvientes: «Haced lo que él os diga». 

            Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una. Jesús les dice: «Llenad las tinajas de agua». Y las llenaron hasta arriba. Entonces les dice: «Sacad ahora y llevadlo al mayordomo». Ellos se lo llevaron. El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llama al esposo y le dice: «Todo el mundo pone primero el vino bueno y, cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora». 

            Este fue el primero de los signos que Jesús realizó en Caná de Galilea; así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él. 

            Las palabras de María a los sirvientes de Caná (Jn 2,5) encierran una pedagogía tanto de la escucha como de la respuesta. Una pedagogía que contrarresta toda forma de obediencia pasiva. María no dice simplemente «obedeced», sino que invita a una escucha personal, activa y proactiva: «lo que él os diga». Es una invitación a la confianza en la persona de Cristo, una confianza que se convierte en un gesto de responsabilidad que a su vez genera libertad auténtica. 

            El subtítulo del Aguinaldo «Creyentes, libres para servir» completa el cuadro trazando una trayectoria existencial: de la fe nace la libertad, de la libertad brota el servicio, es decir, una libertad que – vivida – hace a los demás libres. No se trata de una secuencia cronológica, sino de una dinámica vital, donde cada elemento alimenta y se sostiene de los demás. No se puede ser creyente estando lejanos y desapegados de lo que puede y debe generar vida, gozo y comunión. Creer significa apostar, apostar todo a uno mismo. Creer empuja fuera del recinto de la comodidad que solo se resigna a «comentar» la historia. Creer es una experiencia que nace y contribuye a la construcción de una sociedad más justa. Creer se convierte en energía que alimenta esos procesos hacia una humanidad más exitosa. 

2. Un itinerario hacia una fe generativa 

            La propuesta del Aguinaldo sigue una progresión que recuerda el método del discernimiento cristiano: reconocer - interpretar - elegir. Es un itinerario que evita tanto el activismo ciego y sumiso como una espiritualidad desencarnada e intimista. Es una invitación a emprender ese camino que se abre ante nosotros cuando aceptamos con fe la invitación de la Palabra. Un camino marcado por la confianza y la responsabilidad. Es el camino que caracteriza la mejor tradición salesiana: ayudar a los jóvenes a tener y dar confianza, acompañarlos y educarlos para tomar decisiones que los responsabilicen, con vistas al objetivo de formarse «buenos cristianos y honrados ciudadanos».

2.1. La acogida de los signos de los tiempos 

            Es necesario, ante todo, reflexionar sobre la urgencia de «abrazar el tiempo y la historia». La historia que habitamos, con sus desafíos, debe ser «afrontada» con empatía. Esta actitud expresa un gesto de amor activo hacia la realidad que nos rodea. Como educadores y pastores creyentes, no aceptamos caer en ese inmovilismo que solo nos hace sufrir pasivamente los acontecimientos. La nuestra es una llamada a «reconocer» los desafíos con inteligencia espiritual. Es un paso crucial y decisivo: el reconocimiento es fruto del discernimiento, es decir de aquella capacidad que sabe leer en profundidad lo que sucede. Solo de esta manera se evitan lecturas catastróficas y destructivas. 

            Para nosotros, que estamos involucrados en procesos educativopastorales, podemos decir que la imagen de la «historia como cofre que acoge y revela la acción de Dios» es particularmente pertinente y evocadora. El cofre sugiere que – mientras lo humano se revela ante nuestros ojos – solo con la atención nos damos cuenta de cómo la acción divina está presente aunque oculta, activa de manera amable. Son necesarios ojos de fe para que la acción de Dios sea descubierta, comprendida y asumida. Es un enfoque profundamente salesiano: Don Bosco sabía captar la acción de la «providencia» en las historias más complicadas, en las situaciones más difíciles. Era capaz de transformar cada obstáculo y dificultad aparente en una oportunidad para el crecimiento integral de los jóvenes y la propagación del Reino. 

2.2. El arraigo en la fe 

            El segundo movimiento lleva directamente al corazón de la experiencia cristiana. Leer los acontecimientos a la luz de Cristo es una opción fundamental que solo se madura como fruto de un esfuerzo constante. Jesucristo no puede ser percibido como «objeto» de fe. Jesucristo, hijo de Dios hecho hombre por nosotros, es logos, es decir, criterio que nos ayuda a comprender la realidad. Es un enfoque que, iluminado por la fuerza del Espíritu Santo, supera toda forma de dualismo entre lo sagrado y lo profano. 

            Solo esta sana relación con Cristo puede revelar a nuestra mente y corazón lo divino en lo humano. Solo así se hace particularmente significativa la llamada a descubrir cómo «la voluntad de Dios emerge de los acontecimientos que vivimos». Este enfoque de fe madura reconoce que no solo Dios habla a través de la Escritura y el Magisterio, sino (y esto toca profundamente nuestra vocación) nos viene al encuentro también a través de la historia concreta de los jóvenes y de las personas que encontramos en nuestro camino. Sus historias son una continua revelación de – y llamada a – la presencia de Dios.    

            Todo discernimiento atento requiere y sostiene una sólida formación espiritual. Un elemento central e indispensable es el encuentro con la Palabra. De ahí la fuerza que sostiene esta dinámica. Es a través del contacto sistemático con la Palabra que crecemos de manera sana. Solo cuando somos alimentados e iluminados por ella nos damos cuenta de que la Palabra de Dios no es mera información sino alimento espiritual, luz para el camino diario. Podemos decir que la Palabra, cuando realmente la escuchamos – ob-audire –, no solo nos «informa», sino que va más allá, nos «forma» y nos «transforma». 

2.3. La libertad de la llamada 

            El tercer paso toca el delicado tema de la libertad cristiana en una cultura donde hay mucha confusión al respecto. Solo cuando vivimos «la escucha libre» experimentamos la «fuerza liberadora» de la buena noticia. La escucha forzada, o la condicionada por los miedos y las conveniencias, no importa, de hecho a la larga resulta incluso perjudicial. La escucha libre es realmente liberadora cuando se siente que se convierte en una verdadera experiencia de acogida gozosa de la voluntad divina. Es la libertad de los hijos de Dios que – experimentada y vivida – nos hace evitar peligrosas arbitrariedades en el campo pastoral. 

            Lo constatamos por experiencia: cuando «cada acción» es «vivida y guiada por la Palabra» nacen los contornos de una espiritualidad integral, donde no existe separación entre oración y acción, entre vida espiritual y compromiso en el mundo. 

            La experiencia de Caná, entonces, nos llama a estar atentos al «peligro de una fe autorreferencial, condicionada por la propia razón», es decir a una fe de «lo que pienso yo», como expresa la frase que frecuentemente escuchamos (y quizás también decimos): «en mi opinión». Casi una fe doblada a las exigencias de nuestra «razón». 

            En el contexto salesiano, fe y razón son siempre consideradas aliadas, llevadas adelante con la conciencia de que el equilibrio necesario es un camino delicado y urgente. El riesgo de un enfoque puramente horizontal nace de elecciones egocéntricas que pretenden medir todo con criterios exclusivamente humanos. La consecuencia es que se reduce la fe, y por consiguiente toda propuesta de educación a la fe, a una mera propuesta racional.

            Aquí tenemos la invitación a aclarar el hecho de que no se trata de devaluar la razón, sino de evitar que ésta se convierta en el único criterio de juicio, oscureciendo la dimensión del misterio y de la gracia. Son dimensiones irrenunciables para cualquier ecosistema de educación integral. 

2.4. El servicio generoso 

            El cuarto y último movimiento conduce a la culminación del itinerario: el servicio. «Arraigados y libres - servimos». He aquí el punto maduro de todo el recorrido: desde el arraigo en la fe hacia la libertad, desde la libertad hacia el servicio, todo como expresión natural de crecimiento progresivo del amor recibido. 

            La invitación a «cooperar plenamente con el proyecto de Dios» resuena con particular fuerza para todos los creyentes. El adverbio «plenamente» enfatiza la importancia de la totalidad, sin reservas. Es el lenguaje de todo verdadero camino de fe, donde el creyente se descubre colaborador activo en la obra de Dios. 

            Desde aquí podemos intuir la fuerza de la expresión «audacia de la fe», que recuerda una de las expresiones queridas al papa Francisco. La fe auténtica no es tímida sino valiente, está dispuesta al riesgo en favor del Reino. Es la audacia de quien sabe que puede contar no en sus propias fuerzas sino en el poder de Dios. 

            El recorrido de Caná se cierra con el «gozo del compartir», signo distintivo del carisma salesiano. No es un gozo superficial o emocional, trivial o ridículo. Es gozo auténtico y profundo que nace del compartir sincero que fortifica esa experiencia donde todos sentimos de ser parte de un proyecto más grande que nosotros, el proyecto de Dios. 

3. La dimensión conmemorativa 

            La referencia a los 150 años de los Salesianos Cooperadores no es solo celebrativa sino programática hacia lo que el Señor sigue pidiéndonos. El sueño profético de Don Bosco se hace presente también hoy, recordando tanto la «visión» que él mismo ha comunicado como nuestra responsabilidad actual, nosotros que somos herederos y promotores del carisma. La conmemoración de los 150 años se convierte así en no solo memoria del pasado sino relanzamiento hacia el futuro. 

            Será un año en el que tendremos la oportunidad de estudiar, reflexionar, agradecer y celebrar la experiencia de los Salesianos Cooperadores, que sigue expresando y viviendo un momento de gracia. Mientras damos gracias al Señor por su providencia tanto en favor de la Asociación de los Salesianos Cooperadores como de todos los Grupos de la Familia Salesiana, profundizamos nuestro conocimiento de la dimensión carismática que el Espíritu de Dios suscitó a través de Don Bosco. El pasado es una hermosa herencia que nos empuja hacia un futuro que nos ve aún más protagonistas creyentes y libres para ser dignos siervos en la causa del reino de Dios. 

Conclusión 

            En un tiempo de grandes transformaciones y desafíos junto con oportunidades inéditas, el AGUINALDO 2026 quiere ser un itinerario espiritual que ofrece una brújula en el crecimiento de la fe a nivel personal, y un crecimiento de la experiencia pastoral a nivel comunitario. En este sentido, estamos llamados, como Grupos de la Familia Salesiana y comunidades locales, a partir de la escucha de la realidad arraigados en la fe en Cristo. En esta lógica vivimos nuestra llamada con auténtica libertad. Es una libertad que nos impulsa a tomar decisiones en favor de los jóvenes y de todos aquellos a quienes les falta el «vino» de la esperanza. Es una libertad que nos lleva a reforzar el compromiso por una promoción humana integral. 

            Don Bosco desde el principio «imaginaba» un gran movimiento de personas que junto con él y como él pudieran contribuir para el bien de la juventud. Pues bien, este es el sueño de Don Bosco que continúa hoy. La celebración del 150° de los Salesianos Cooperadores refuerza en todos nosotros la determinación de ser servidores de los jóvenes mientras ellos afrontan los desafíos de hoy. Esta determinación da testimonio de nuestra fiel y generosa respuesta a las palabras que María nos dirige hoy: «Haced lo que él os diga».


 


 


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