18 de enero de 2022

EL LEGADO FORMATIVO DE D. EUSEBIO A LOS AA.AA.DB. - Nº 9

 

BLOQUE 3 - LA FAMILIA

TEMA 3º

LA FAMILIA Y LA DIMENSIÓN SOCIAL DE LA PERSONA

 

Dios nos ha traído a este mundo para vivir con otras personas. En lo más profundo del ser humano está arraigada esta tendencia. Necesitamos encontrarnos con otras personas y hacer de este relación una grata, y decisiva, experiencia en nuestra vida. 

            Dice la Escritura que Dios los hizo hombre y mujer. Así se expresan dos afirmaciones importantes: En primer lugar, la naturaleza ha hablado, con claridad, y no se puede ir contra ella. Por otra parte, la atracción que el hombre y la mujer se tienen expresa una inclinación que atraviesa nuestra interioridad teñida por una permanente invitación a compartir la vida con otras personas. 

            Sin embargo, para que nos relacionemos bien con los demás, en primer lugar, es preciso que reconozcamos que a nuestro lado existen otras personas. Unas personas que también necesitan de nosotros, que tienen derechos y deberes como nosotros y que tienen una dignidad y una interioridad que son intocables y deben ser respetadas como deseamos que se haga con nosotros. 

            Además de descubrir al que está a nuestro lado, necesitamos dar un paso más y darnos cuenta que el otro no es un enemigo sino un hermano. Con él compartimos un proyecto común que se inicia en la generosa aceptación de su persona. Todos estamos empeñados en una tarea que nunca es absolutamente personal porque se roza con la de los demás. Vivir como hermanos significa también comprender que nunca seremos felices si a nuestro lado otros viven situaciones de precariedad y nos desentendemos de ellos. 

            No sólo es preciso descubrir que vivimos codo a codo con otras personas y que son hermanos nuestros, sino, sobre todo, que Dios ha querido que nuestra relación con ellos sea una relación en la que el amor se convierte en la pieza clave de la misma. Dios ha unido nuestra felicidad con la capacidad, y las ganas, que tengamos de entregar nuestra vida a otras personas. El que quiera realizar su vida ha de pensar en los demás más que en él mismo. 

            Este cuadro de opciones vuelve a situar a la familia en un plano privilegiado para que se realice de manera adecuada. El entramado de relaciones que se interioriza en la familia se mueve en esta dirección. En la familia reconocemos al otro, lo descubrimos como hermano y nos damos cuenta del valor decisivo de la entrega en la vida. 

Una familia en la que cada uno va a lo suyo y nadie piensa en los demás es lo menos parecido a lo que debe ser. ¿Qué se puede decir de una familia que ni siquiera existe, porque se define desde la precariedad y unos gustos personales que cambian de la noche a la mañana? Los experimentos que ahora nos quieren vender están ya dando resultados que no podemos considerarlos como algo normal y, menos aún, dejar que se impongan en nuestro grupo, en nuestra legislación y en nuestra cultura.

 

 1.-Comentamos algunas consecuencias que han tenido en nuestra familia estas experiencias y cómo las aplicamos en nuestra relaciones familiares.


 


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