24 de agosto de 2021

¿SABÍAS QUE...? - Número 27

     


… Don Bosco recomendaba a los chicos que durante las vacaciones estuvieran ocupados leyendo, estudiando temas nuevos, haciendo pequeños arreglos?

 

DON BOSCO Y LAS VACACIONES

 

Llega el periodo estival de vacaciones y es tiempo de descanso, para la gran mayoría, un tiempo que aprovechamos para “reponer las pilas” que vamos gastando en las distintas ocupaciones del resto del año. Es un tiempo mágico, son días largos, de bonitas puestas de sol, de libertad para afrontar motivados aquellas otras tareas para las que no tenemos tiempo durante todo el año, es el tiempo de las bicicletas, de aventuras, de los primeros amores pasajeros de juventud. Será recordado por muchos por esas tardes o noches frescas sentados sin prisas, tomando una copa o charlando con la familia o unos buenos amigos.

Muchos educadores disfrutan, al igual que los niños y jóvenes, de un par de meses de vacaciones de verano, pero la mayoría de los “mortales” sólo podemos disfrutar de un mes, normalmente agosto, como es mi caso. Así, a estas alturas del verano muchos chicos ya han disfrutado de sus campamentos (respetando las medidas sanitarias impuestas por el Covid-19), los animadores han seguido trabajando vocacionalmente por los jóvenes, los centros juveniles no han parado… Sin embargo, vamos a ver cómo disfrutaban los chicos el verano en tiempos de Don Bosco.

Las Vacaciones Otoñales

En la época de Don Bosco, a este tiempo vacacional se le denominaba “Vacaciones Otoñales” y duraba desde las primeras semanas de julio hasta cerca del 20 de octubre, algo más de tres meses, por eso se preocupaba porque los chicos se volvieran un poco más ociosos durante este tiempo. Así, había establecido que a mitad de agosto se llamara a los alumnos a sus pueblos, para asistir durante un mes entero a clases de reparación, de repaso y de preparación para los cursos superiores. Y era norma que el alumno que sin motivo justificado no se presentara durante aquel mes no sería aceptado para el curso siguiente. Ya había suprimido las vacaciones de Navidad y Carnaval, que en los primeros años se vio obligado a conceder a algunos porque así se hacía en todos los colegios. Además, tenía en mente la idea de suprimir las vacaciones de Pascua y reducir las otoñales a solo un mes.

No es que Don Bosco quisiera privar por gusto o egoísmo a los chicos de días de asueto y diversión fuera del Oratorio, sino que su preocupación iba más allá: algunas semanas antes de la llegada de las vacaciones les advertía de los peligros que traía este tiempo, principalmente por culpa de las malas compañías, las malas lecturas, el ocio y la falta de mortificación. Por estos motivos les daba a entender que le proporcionarían un gran placer no yendo a vacaciones, o bien volviendo pronto al Oratorio, prometiéndoles recompensar aquel sacrificio con entretenimientos, meriendas, representaciones teatrales y excursiones deliciosas. Todo esto, de hecho, le costaba mayores gastos de mantenimiento gratuito, que al aumentar los muchachos hasta más de ochocientos, llegó a ser enorme; renunciaba de buena gana al descanso que hubiera podido disfrutar al menos en esta época del año, y aceptaba de buen grado nuevos trabajos personales y las preocupaciones a ellos anejas[1].

Así, Don Bosco les recomendaba especialmente que huyeran del ocio, que estuvieran siempre ocupados, cumpliendo sus deberes escolares, pero también les decía: “No os digo que estéis ocupados de la mañana a la noche sin ningún descanso, porque os aprecio mucho y os concedo de buen grado todas las diversiones en las que no haya pecado. Sin embargo, no puedo menos de recomendaros aquéllas que os proporcionan un recreo agradable y son de alguna utilidad. Tales como el estudio de la historia, la geografía o las artes mecánicas y liberales, el canto, los instrumentos musicales, el dibujo y otros estudios o trabajos manuales que os divertirán, os darán conocimientos útiles y prácticos y daréis gusto a vuestros padres y superiores. Y si algún día os sentís desganados, entreteneos en adornar altarcitos, arreglar cuadros y estampas, libros, cuadernos.

»También podéis divertiros con juegos y entretenimientos aptos para el descanso y no para opresión del espíritu y del cuerpo, pero no vayáis nunca a ellos sin el debido permiso, y alguna vez levantad vuestra mente al Señor y ofreced aquel pasatiempo para su gloria y honor (…) Frecuentad los santos sacramentos, sed devotos de María Santísima, aborreced las malas lecturas más que la peste, huid de los malos compañeros más que de un áspid venenoso”[2].

 

Mensajes de Don Bosco para las Vacaciones Otoñales

Era habitual que Don Bosco entregara en un papelito un mensaje personal a cada chico antes de comenzar sus vacaciones, pero también había una serie de mensajes o recordatorios generales para todos ellos, que con el tiempo derivó en una publicación que se le entregaba a cada uno de ellos. De las numerosas referencias que existen en las Memorias Biográficas de Don Bosco, traemos a colación algunas muy significativas.

Así, para el periodo estival de 1862, Don Bosco les dio unas normas[3]:

1º.   Cada día. Ayudar la santa misa, si se puede; meditación y un poco de lectura espiritual; huida del ocio y buen ejemplo en todas partes.

2º.   Cada semana. Confesión y comunión.

3º.   Los días festivos. Misa, sermón y bendición.

4º.   En cada momento. Fuga del pecado: Dios os mira; Dios os juzgará.

Siempre se reunía a final de curso con ellos y les exhortaba algunos mensajes para que los tuvieran en cuenta, como éste de 1865: “Sed honra de vosotros mismos y del Oratorio. Diversiones, sí, pero también estudio y piedad. ¿Tenéis talento? Servíos de él para el bien. Repeled la altanería de ciertos estudiantes deshonestos que a lo mejor os encontráis en el pueblo, que regresan de cualquier otro colegio. Recordad que ciencia sin conciencia no es más que la ruina del alma. Haced finalmente que la gente, al veros sin respeto humano, fieles a las leyes de Dios y de la Iglesia, y preguntando quiénes sois, pueda oír maravillada: ¡Ese es un hijo de don Bosco!”[4]

Igualmente, les proponía también que se comprometiesen a reservar en sus oraciones, una Avemaría para la salvación del alma y el éxito de las obras de su pobre Superior, prometiéndoles que él haría lo mismo por ellos y por sus familias: la llamaba el Avemaría obligada.

A los alumnos de Lanzo, al no poder despedirse de ellos personalmente, les escribió una carta en 1867 con una serie de recomendaciones para el verano[5]:

“Ahora, al acercarse las vacaciones, deseo despediros con unas palabras amistosas:

1º.   Por cuanto os sea posible, volved el día en que se abran de nuevo las clases, que creo sea el 16 del próximo agosto, salvo que algún mal os lo impida.

2º.   Saludad de mi parte a vuestros padres, a vuestros párrocos y maestros.

3º.   Si encontrareis en vuestro pueblo algún compañero virtuoso, procurad traerlo con vosotros al Colegio, pero no habléis de ello a los que no os parezcan buenos.

4º.   Durante el tiempo que estéis en casa, comulgad al menos en los días festivos. No dejéis la meditación mañanera durante la semana.

5º.   Cada mañana rezad un padrenuestro y un avemaría con su gloria, al Santísimo Sacramento para uniros a mí, que os encomiendo cada día en la santa misa, a fin de que ninguno de vosotros sea víctima del cólera, que se deja sentir terriblemente en algunos pueblos próximos a nosotros. A propósito de esta enfermedad, aconsejaría que los que la tienen en su pueblo no vayan a vacaciones para no ponerse en peligro de contagio sin necesidad.

Por lo demás, queridos hijos, rogad a Dios por mí, y roguemos todos, los unos por los otros, para que podamos evitar la ofensa del Señor en el transcurso de esta vida y después encontrarnos todos reunidos en el cielo para alabar, bendecir y glorificar las divinas misericordias. Amén”.

Estos mensajes eran una práctica habitual de Don Bosco cada año al inicio de las Vacaciones Otoñales, pues no quería que los chicos, en la edad que tenían, se perdieran por no seguir una serie de indicaciones. Más adelante veremos los motivos.

Escribía Bonetti los recuerdos dados por Don Bosco a los chicos en 1868[6]:

1º.   Ir a casa con ganas de seguir siendo buenos y no hacerse peores.

2º.   Procuren todos, al volver al Oratorio, traer consigo jóvenes buenos, como los desea don Bosco.

3º.   Dar buen ejemplo como reparación de los escándalos que, tal vez, uno dio cuando estaba en casa, a los hermanos, a las hermanas, con palabras, blasfemias o faltas parecidas.

4º.   Antes de marchar, no desperdiciar los jarros del agua, ni los libros usados, rompiéndolos o destrozándolos como acostumbran algunos alocados de espíritu destructor. Mejor es dejarlos para que sirvan a otros compañeros más pobres que se quedan o que vendrán.

5º.   Mostrar buena educación al hablar, al alternar con los padres, con los maestros y con los párrocos. Si sois invitados a comer, guardaos de la glotonería, servíos con moderación, observando cómo hacen las personas serias; no sentarse a la mesa o levantarse antes que los demás, sino esperar la señal del dueño de la casa o jefe de la mesa.

Esta preocupación de Don Bosco fue constante desde el inicio de su apostolado, y sus mensajes eran no sólo para los alumnos del Oratorio, sino también de las casas que se iban abriendo paulatinamente. Así, en 1873 hizo imprimir con tal fin una hojita que envió a todas las casas para que fueran entregadas a los alumnos, bajo el nombre de Programa de vida cristiana para los alumnos. Era una simple norma de vida cristiana, un programa sencillo y perfecto, que todo joven podía y debía hacer suyo. Podía ser comentado detalladamente con provecho por los directores en las Buenas Noches a los alumnos al aproximarse las vacaciones. Decía así[7]:

«RECUERDOS PARA UN JOVENCITO

que desea pasar bien las vacaciones»

·         HUYE EN TODO TIEMPO de los malos libros, los malos compañeros y las malas conversaciones.

·         El ocio es el mayor enemigo que debes combatir constantemente.

·         Sin el temor de dios, la ciencia se convierte en necedad.

·         ACERCATE CON LA MAYOR FRECUENCIA posible a los santos sacramentos de la Confesión y Comunión.

·         San Felipe Neri aconsejaba recibirlos cada ocho días.

·         OYE CADA DOMINGO la palabra de Dios y asiste a las demás funciones sagradas.

·         ASISTE CADA DIA, y, si puedes, ayuda a la santa misa y haz un rato de lectura espiritual.

·         REZA DEVOTAMENTE tus oraciones, por la mañana y por la noche.

·         HAZ UNA BREVE MEDITACION cada mañana sobre alguna verdad de fe.

En la tercera página, frente a estas recomendaciones, se leían una serie de siguientes sentencias bíblicas, que podían ser fácilmente comprendidas, y por consiguiente meditadas, hasta por un simple estudiante de bachillerato.

Este tipo de publicación se volvió tradicional y se les entregaba a los chicos cada año antes de sus vacaciones, pasando a denominarse RECUERDOS PARA LAS VACACIONES, siendo recomendada su frecuente lectura por Don Bosco. Éste era su texto[8]:

1.ª PAGINA

RECUERDOS PARA UN JOVENCITO QUE DESEA PASAR BIEN LAS VACACIONES.

2.ª PAGINA

EN TODA OCASION: Huye de los libros malos, de los malos compañeros, de las malas conversaciones.

El ocio es el mayor enemigo que debes combatir.

Sin el temor de Dios la ciencia viene a ser necedad.

CON LA MAYOR FRECUENCIA: Acércate a los Santísimos Sacramentos de la confesión y comunión. San Felipe Neri aconsejaba recibirlos cada ocho días.

CADA DOMINGO: Escucha la palabra de Dios y asiste a las funciones sagradas.

CADA DIA: Oye y, si puedes, ayuda la santa misa y haz un rato de lectura espiritual.

MAÑANA Y TARDE: Reza devotamente tus oraciones.

CADA MAÑANA: Haz una breve meditación sobre alguna verdad de fe.

3.ª PAGINA

·         Multi illorum qui fuerant curiosa sectati, attulerunt libros et combusserunt coram omnibus (Hch. XIX-19). (Bastantes de los que habían practicado la magia, traían sus libros y los quemaban en público).

·         Cum bonis bonus eris, cum perverso perverteris (Sal. XVII-27) (Limpio con el limpio, y sagaz con el perverso astuto).

·         Corrumpunt bonos mores colloquia prava (1 Co. XV-33) (Las conversaciones malas estregan las buenas costumbres).

·         Fili, conserva tempus, et tempus conservabit te (Ecli. IV-23) (Espera tu tiempo y guárdate del mal).

·         Omnem malitiam docuit otiositas (Ecli XXXIII-29) (La ociosidad enseña muchas maldades).

·         Initium sapientiae timor Domini (Sal. CX-10) (El principio de la sabiduría es temer a Dios).

·         Initium omnis peccati superbia scribitur (Ecli. X-15) (El pecado es el principio de la soberbia)

·         Vani sunt omnes homines, quibus non subest scientia Dei (Sb. XIII-1) (Vanos son todos los hombres, que carecen del conocimiento de Dios).

·         Qui manducat meam carnem et bibit meum sanguinem, habet vitam aeternam (Jn. VI-54) (El que come mi carne y bebe mi sangre tiene la vida eterna).

·         Beati, qui audiunt verbum Dei et custodiunt illud (Lc. XI-28) (Dichosos los que oyen la palabra de Dios y la guardan).

·         Absque Missae sacrificio tamquam Sodoma et Ghomorra fuissemus a Deo exterminati (Rodríguez) (Sin el sacrificio de la misa, hubiésemos sido exterminados por Dios como Sodoma y Gomorra).

·         Ita libenter devotos et simplices libros legere debemus, sicut altos et profundos (Kemp. de Imit. Christi) (Debemos leer con gusto los libros sencillos y devotos, como si fueran altos y profundos).

·         Deus, Deus meus, ad te de luce vigilo (Sal. LXII-2), (Dios, tú eres mi Dios, a ti te busco solícito).

·         Vespertina oratio ascendat ad te, Domine, et descendat super nos misericordia tua (Eccl. in suis precibus) (Suba a Ti, Señor, la oración

·         de la tarde y descienda sobre nosotros tu misericordia).

·         Desolatione desolata est omnis terra, quia nullus est qui recogitet corde (Jr. c. XII-11) (Toda la tierra es desolación, por no haber quien recapacite en su corazón).

·         In meditatione mea exardescet ignis (Sal. XXXVIII-4) (Se encendía el fuego en mi meditación).

4.ª PAGINA

N. B. Todos los alumnos, al volver de vacaciones deberán presentar al Director de estudios el certificado de buena conducta extendido por su propio Párroco.

¿Por qué a Don Bosco no le gustaba que los jóvenes disfrutaran de tanto tiempo de vacaciones?

A pesar de que Don Bosco en nada se oponía para que los jóvenes se acercaran a sus hogares en caso de enfermedad o problemas graves de sus familiares, sin embargo le costaba permitir que fueran en las vacaciones. Para explicarlo podemos acercarnos al verano de 1876, donde Don Bosco les charló a los chicos dándole su mensaje en dos días para tener en cuenta en las vacaciones[9].

“Muchos me preguntan:

-¿Cómo se entiende que algunos jóvenes, mejor, casi todos se conservan buenos, dóciles, temerosos de Dios a lo largo del curso escolar, y después en las vacaciones pierden en poco tiempo todo el fruto de tantos esfuerzos y se vuelven no sólo disipados y desobedientes a sus padres, sino que incluso caigan en faltas feas y se den al vicio?

Es fácil contestar a la pregunta. El pájaro, fuera de la jaula, goza de libertad, es verdad; pero, cuando menos se lo espera, viene el milano y lo devora. Vosotros sois como pajaritos; mientras estáis en el Oratorio, todo marcha bien; salís, y el demonio está a la puerta esperándoos para haceros caer.

Que ¿cómo sucede esta desgracia? Mirad, hay dos cosas. Fuera de aquí se encuentran más estímulos para el mal y menos medios para manteneros en el camino recto. Estímulos para el mal son los malos compañeros, a veces verdaderamente perversos y desalmados, que por casualidad se encuentran. Hay ocasiones malas, escándalos. Quieras que no se oyen blasfemias, conversaciones frívolas, y a menudo irreligiosas e inmorales. Por un lado se ve una persona vestida de cualquier manera, por otro hay que tratar con personas de distinto sexo.

Además, los mismos parientes y amigos dicen: ¡Come, come! ¡Ea, bebe, bebe! Y ¿cómo puede uno mantenerse en medio de tantos peligros? Especialmente los jóvenes, en los que impera como un gigante el respeto humano, ¿cómo podrán resistir?

Hay, además, otra cosa. En casa se tienen menos medios para mantenerse fieles en el servicio del Señor. Aquí si hay algo que pesa en la conciencia, vais enseguida a confesaros y tenéis comodidad para hacerlo todos los días; allá, no. Aquí tenéis oportunidad para recibir la santa comunión, para hacer una visita a la iglesia, tenéis misa todos los días, medios poderosísimos para manteneros en gracia de Dios; allá no.

Aquí se reza por la mañana y por la noche, se hace un rato de meditación, al atardecer se da la bendición. ¿Y en casa? Muchos de vosotros, al llegar a su casa, dejan algunas de estas prácticas y, claro está, que caerán más fácilmente en el pecado.

La conclusión, pues, que hay que sacar es ésta. Si uno quiere quedarse en el Oratorio, ya sabéis que yo estoy conforme con que se quede; tendrá aquí sus vacaciones. El Oratorio no se cierra nunca y el que quiere quedarse tiene libertad para ello. Si, por el contrario, quiere ir a su casa también esto me satisface; vaya en hora buena; pero, por amor de Dios, apártese, por cuanto pueda, de los peligros y ocasiones de pecar que allá se encuentran, de las compañías perversas que tropezará, y, además, haga lo posible para seguir cumpliendo normalmente sus prácticas de piedad, tal como las haría en el Oratorio. ¿Qué dificultad podéis encontrar para rezar siempre vuestras oraciones de la mañana y de la noche? Rezadlas, pues, y rezadlas bien, y todos. Creo también que todos podéis oír vuestra misa cada día y mejor aún, ayudarla; hacedlo y hacedlo con gusto. ¿Quién puede impediros hacer un poco de meditación por la mañana, un poco de lectura espiritual y la visita al Santísimo Sacramento a lo largo del día? Guardad, además, la gran práctica de confesaros cada semana, cada diez o quince días. Si lo hacéis así, creo que las vacaciones no os harán ningún mal.

Por tanto, si queréis seguir siendo en vuestras casas tan buenos como lo fuisteis en el Oratorio, dad mucha importancia a las prácticas de piedad y cumplidlas como lo hacéis en el Oratorio.

Queda todavía una cosa importante, que es la que más os recomiendo. Se trata del recogimiento; quedaos de buena gana en vuestra casa, estad con vuestros padres y no queráis ir a todas partes, verlo todo y andar por fiestas y mercados.

Proponeos, queridos hijos míos, practicar estas cositas, que os he sugerido; haced desde ahora este propósito y estad seguros de que estaréis contentos, al fin de las vacaciones, por no haber ofendido a Dios.”

Al día siguiente, Don Bosco quiso explicar a los chicos un poco más esta plática para que no tuvieran ninguna duda y cómo debían entender la recomendación anterior:

“Voy a añadir dos palabras a lo que os dije ayer. Os dije que quien quiera conservarse bueno durante las vacaciones debe cumplir en casa las mismas prácticas de piedad, por cuanto pueda, que se hacen en el Oratorio. Explico lo de estar recogidos. Quiero decir, estar alejado de las personas, lugares y cosas, que pueden ser ocasión de pecado. Al decir estar recogidos, no quiero decir que os estéis todo el día acurrucados en un rincón del hogar, esperando el momento de llevar a la boca los macarrones bien aderezados y preparados. Quiero decir:

1.° Estar alejados de las personas. Desgraciadamente muchos tienen en su casa compañeros con los que estaban acostumbrados a sostener conversaciones menos buenas y hacer cosas que no se deben hacer. Si de nuevo volvéis a juntaros con tales compañeros, lastimosamente volveréis a caer. Estará fulano, que ante vosotros comenzará a hablar contra la religión o las buenas costumbres. Pues bien, dejadle, huid de él, plantadle allí mismo. ¿Que es de mala educación obrar así? No, el mal educado es el que en vuestra presencia habla de lo que puede desagradaros. El dirá: ¡Eres un hipócrita, un impostor! Pero vosotros pensad que es precisamente al contrario. Él es el impostor y el hipócrita. Profesarse uno cristiano, y luego no obrar como tal, eso es hipocresía; por consiguiente, una de dos: o no pretender ser cristiano, o cumplir los mandamientos del cristianismo. Decidle francamente a ese tal: Yo no quiero renegar del nombre de cristiano y, por tanto, para no ser un impostor, no quiero tomar parte en estas conversaciones. Y decid otro tanto ante cualquier otro mal o pecado. Es impostor el que se profesa cristiano y no actúa como tal.

2.° He dicho huir de las personas y de los lugares peligrosos. Por ejemplo, huir de los festines, bailes, teatros, ferias. Es casi imposible querer tomar parte en estas reuniones, estar en todos estos sitios, donde se arma tanta batahola, y que no quede herida alguna virtud cristiana. En todos estos lugares se oyen blasfemias, malas palabras y a veces obscenas, aptas para despertar malos pensamientos.

Las más de las veces hay personas vestidas de cualquier manera, hay hombres, hay mujeres, y creed a mi experiencia, hay siempre peligros, graves peligros.

Se va a un festín, a una visita y se bebe una copa, después otra y a veces más. Esto empieza a calentar la cabeza, se despiertan pensamientos y deseos y quién sabe hasta dónde se puede llegar, dado que en esas conversaciones, con el vino y con las imaginaciones, vienen luego las palabras y una cosa trae la otra. Yo también fui joven como vosotros y desgraciadamente me encontré en los peligros en que os encontráis vosotros. Creed a mi experiencia, a mis palabras. Dichosos vosotros si, alertados por mi experiencia, os retiráis lo más posible; evitaréis inmensos peligros; así prevenidos os pondréis en el buen camino antes de ensayar el malo, y creedme en hora buena que es una fortuna aprender por la experiencia ajena. Escarmentar en cabeza propia es una de las mayores desgracias.

La natural inquietud de los muchachos ante la inminente salida a sus casas deja sentir sus efectos también en las prácticas de piedad.”

Evidentemente, la única finalidad de Don Bosco es la de salvar las almas de sus chicos, y para ello hace todo lo posible en su mano para evitarles los peligros del verano. No quiere que el trabajo que con tanto esfuerzo han realizado en el Oratorio o en las casas salesianas se venga abajo en unas semanas porque no encuentran ni el ambiente ni las personas adecuadas que los acompañen en ese tiempo, tal y como tienen permanentemente en Valdocco.

 

Para terminar

Me pregunto cómo extrapolar el mensaje de Don Bosco a nuestros días, en estos momentos de descanso y de ocio, de miedo y de pánico de algunos o de indiferencia e incredulidad de otros al Covid-19 y cómo los medios de comunicación nos atosigan constantemente sobre ello. ¿Cuáles son los peligros actuales en nuestras vacaciones? ¿Cómo respondemos a tales peligros? ¿Seguimos en verano unas pautas mínimas de estilo cristiano: oración, Eucaristía dominical, confesión…? ¿Buscamos en verano salvar nuestras almas? ¿De qué manera el Covid-19 está influyendo en nuestra vida de verano?

Son preguntas cuyas respuestas requieren un tiempo de reflexión, para ello tenemos este tiempo de tranquilidad y descanso, pero recuerda que de tu respuesta dependerá tu fidelidad al estilo educativo de Don Bosco.

¡Buen verano!

 

 

                PARA LA REFLEXIÓN

1.     ¿Cuáles son los peligros a los que te enfrentas este verano para vivir cristianamente y cómo los afrontas?

2.     ¿Qué prácticas de vida cristiana mantienes durante las vacaciones?

3.     ¿Cómo influyes cristiana y comprometidamente en tu entorno veraniego?

Puedes consultar más ampliamente las referencias a las madres pinchando en los siguientes enlaces:

·         Memorias Biográficas: http://www.dbosco.net/mb/



[1] MBe 5, 205-208.

[2] MBe 3, 145.

[3] MBe 7, 205.

[4] MBe 8, 150-151.

[5] MBe 8, 758-759.

[6] MBe 9, 311.

[7] MBe 10, 750-751.

[8] MBe 12, 568-569.

[9] MBe 12, 312-315.


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