… Don Bosco recomendaba a los chicos que durante
las vacaciones estuvieran ocupados leyendo, estudiando temas nuevos, haciendo
pequeños arreglos?
DON
BOSCO Y LAS VACACIONES
Llega el periodo estival de vacaciones y es
tiempo de descanso, para la gran mayoría, un tiempo que aprovechamos para
“reponer las pilas” que vamos gastando en las distintas ocupaciones del resto
del año. Es un tiempo mágico, son días largos, de bonitas puestas de sol, de
libertad para afrontar motivados aquellas otras tareas para las que no tenemos
tiempo durante todo el año, es el tiempo de las bicicletas, de aventuras, de
los primeros amores pasajeros de juventud. Será recordado por muchos por esas
tardes o noches frescas sentados sin prisas, tomando una copa o charlando con
la familia o unos buenos amigos.
Muchos educadores disfrutan, al igual que los
niños y jóvenes, de un par de meses de vacaciones de verano, pero la mayoría de
los “mortales” sólo podemos disfrutar de un mes, normalmente agosto, como es mi
caso. Así, a estas alturas del verano muchos chicos ya han disfrutado de sus
campamentos (respetando las medidas sanitarias impuestas por el Covid-19), los
animadores han seguido trabajando vocacionalmente por los jóvenes, los centros
juveniles no han parado… Sin embargo, vamos a ver cómo disfrutaban los chicos
el verano en tiempos de Don Bosco.
Las
Vacaciones Otoñales
En la época de Don Bosco, a este tiempo
vacacional se le denominaba “Vacaciones Otoñales” y duraba desde las primeras
semanas de julio hasta cerca del 20 de octubre, algo más de tres meses, por eso
se preocupaba porque los chicos se volvieran un poco más ociosos durante este
tiempo. Así, había establecido que a
mitad de agosto se llamara a los alumnos a sus pueblos, para asistir durante un
mes entero a clases de reparación, de repaso y de preparación para los cursos
superiores. Y era norma que el alumno que sin motivo justificado no se
presentara durante aquel mes no sería aceptado para el curso siguiente. Ya
había suprimido las vacaciones de Navidad y Carnaval, que en los primeros años
se vio obligado a conceder a algunos porque así se hacía en todos los colegios.
Además, tenía en mente la idea de suprimir las vacaciones de Pascua y reducir
las otoñales a solo un mes.
No es que Don
Bosco quisiera privar por gusto o egoísmo a los chicos de días de asueto y
diversión fuera del Oratorio, sino que su preocupación iba más allá: algunas
semanas antes de la llegada de las vacaciones les advertía de los peligros que
traía este tiempo, principalmente por culpa de las malas compañías, las malas
lecturas, el ocio y la falta de mortificación. Por estos motivos les daba a
entender que le proporcionarían un gran placer no yendo a vacaciones, o bien
volviendo pronto al Oratorio, prometiéndoles recompensar aquel sacrificio con
entretenimientos, meriendas, representaciones teatrales y excursiones
deliciosas. Todo esto, de hecho, le costaba mayores gastos de mantenimiento
gratuito, que al aumentar los muchachos hasta más de ochocientos, llegó a ser
enorme; renunciaba de buena gana al descanso que hubiera podido disfrutar al
menos en esta época del año, y aceptaba de buen grado nuevos trabajos
personales y las preocupaciones a ellos anejas[1].
Así, Don Bosco
les recomendaba especialmente que huyeran del ocio, que estuvieran siempre
ocupados, cumpliendo sus deberes escolares, pero también les decía: “No os digo que estéis ocupados de la mañana
a la noche sin ningún descanso, porque os aprecio mucho y os concedo de buen
grado todas las diversiones en las que no haya pecado. Sin embargo, no puedo
menos de recomendaros aquéllas que os proporcionan un recreo agradable y son de
alguna utilidad. Tales como el estudio de la historia, la geografía o las artes
mecánicas y liberales, el canto, los instrumentos musicales, el dibujo y otros
estudios o trabajos manuales que os divertirán, os darán conocimientos útiles y
prácticos y daréis gusto a vuestros padres y superiores. Y si algún día os
sentís desganados, entreteneos en adornar altarcitos, arreglar cuadros y
estampas, libros, cuadernos.
»También podéis divertiros con juegos y
entretenimientos aptos para el descanso y no para opresión del espíritu y del
cuerpo, pero no vayáis nunca a ellos sin el debido permiso, y alguna vez
levantad vuestra mente al Señor y ofreced aquel pasatiempo para su gloria y
honor (…) Frecuentad los santos sacramentos, sed devotos de María Santísima,
aborreced las malas lecturas más que la peste, huid de los malos compañeros más
que de un áspid venenoso”[2].
Mensajes de Don Bosco para las Vacaciones
Otoñales
Era habitual
que Don Bosco entregara en un papelito un mensaje personal a cada chico antes
de comenzar sus vacaciones, pero también había una serie de mensajes o
recordatorios generales para todos ellos, que con el tiempo derivó en una
publicación que se le entregaba a cada uno de ellos. De las numerosas
referencias que existen en las Memorias Biográficas de Don Bosco, traemos a
colación algunas muy significativas.
Así, para el
periodo estival de 1862, Don Bosco les dio unas normas[3]:
1º. Cada día. Ayudar la santa misa, si se puede;
meditación y un poco de lectura espiritual; huida del ocio y buen ejemplo en
todas partes.
2º. Cada semana. Confesión y comunión.
3º. Los días festivos. Misa, sermón y bendición.
4º.
En cada
momento. Fuga del pecado: Dios os mira; Dios os juzgará.
Siempre se reunía a final de curso con ellos
y les exhortaba algunos mensajes para que los tuvieran en cuenta, como éste de
1865: “Sed honra de vosotros mismos y del
Oratorio. Diversiones, sí, pero también estudio y piedad. ¿Tenéis talento?
Servíos de él para el bien. Repeled la altanería de ciertos estudiantes
deshonestos que a lo mejor os encontráis en el pueblo, que regresan de
cualquier otro colegio. Recordad que ciencia sin conciencia no es más que la
ruina del alma. Haced finalmente que la gente, al veros sin respeto humano,
fieles a las leyes de Dios y de la Iglesia, y preguntando quiénes sois, pueda
oír maravillada: ¡Ese es un hijo de don Bosco!”[4]
Igualmente, les proponía también que se
comprometiesen a reservar en sus oraciones, una Avemaría para la salvación del
alma y el éxito de las obras de su pobre Superior, prometiéndoles que él haría
lo mismo por ellos y por sus familias: la llamaba el Avemaría obligada.
A los alumnos de Lanzo, al no poder
despedirse de ellos personalmente, les escribió una carta en 1867 con una serie
de recomendaciones para el verano[5]:
“Ahora, al
acercarse las vacaciones, deseo despediros con unas palabras amistosas:
1º.
Por cuanto os sea posible, volved el día en
que se abran de nuevo las clases, que creo sea el 16 del próximo agosto, salvo
que algún mal os lo impida.
2º.
Saludad de mi parte a vuestros padres, a
vuestros párrocos y maestros.
3º.
Si encontrareis en vuestro pueblo algún
compañero virtuoso, procurad traerlo con vosotros al Colegio, pero no habléis
de ello a los que no os parezcan buenos.
4º.
Durante el tiempo que estéis en casa,
comulgad al menos en los días festivos. No dejéis la meditación mañanera
durante la semana.
5º.
Cada mañana rezad un padrenuestro y un
avemaría con su gloria, al Santísimo Sacramento para uniros a mí, que os
encomiendo cada día en la santa misa, a fin de que ninguno de vosotros sea
víctima del cólera, que se deja sentir terriblemente en algunos pueblos
próximos a nosotros. A propósito de esta enfermedad, aconsejaría que los que la
tienen en su pueblo no vayan a vacaciones para no ponerse en peligro de
contagio sin necesidad.
Por lo
demás, queridos hijos, rogad a Dios por mí, y roguemos todos, los unos por los
otros, para que podamos evitar la ofensa del Señor en el transcurso de esta
vida y después encontrarnos todos reunidos en el cielo para alabar, bendecir y
glorificar las divinas misericordias. Amén”.
Estos mensajes eran una práctica habitual de
Don Bosco cada año al inicio de las Vacaciones Otoñales, pues no quería que los
chicos, en la edad que tenían, se perdieran por no seguir una serie de
indicaciones. Más adelante veremos los motivos.
Escribía Bonetti los recuerdos dados por Don
Bosco a los chicos en 1868[6]:
1º.
Ir a casa con ganas de seguir siendo buenos y
no hacerse peores.
2º.
Procuren todos, al volver al Oratorio, traer
consigo jóvenes buenos, como los desea don Bosco.
3º.
Dar buen ejemplo como reparación de los
escándalos que, tal vez, uno dio cuando estaba en casa, a los hermanos, a las
hermanas, con palabras, blasfemias o faltas parecidas.
4º.
Antes de marchar, no desperdiciar los jarros
del agua, ni los libros usados, rompiéndolos o destrozándolos como acostumbran
algunos alocados de espíritu destructor. Mejor es dejarlos para que sirvan a
otros compañeros más pobres que se quedan o que vendrán.
5º.
Mostrar buena educación al hablar, al
alternar con los padres, con los maestros y con los párrocos. Si sois invitados
a comer, guardaos de la glotonería, servíos con moderación, observando cómo
hacen las personas serias; no sentarse a la mesa o levantarse antes que los
demás, sino esperar la señal del dueño de la casa o jefe de la mesa.
Esta preocupación de Don Bosco fue constante desde el inicio de su
apostolado, y sus mensajes eran no sólo para los alumnos del Oratorio, sino
también de las casas que se iban abriendo paulatinamente. Así, en 1873 hizo
imprimir con tal fin una hojita que envió a todas las casas para que fueran
entregadas a los alumnos, bajo el nombre de Programa
de vida cristiana para los alumnos. Era una simple norma de vida cristiana,
un programa sencillo y perfecto, que todo joven podía y debía hacer suyo. Podía
ser comentado detalladamente con provecho por los directores en las Buenas Noches a los alumnos al
aproximarse las vacaciones. Decía así[7]:
«RECUERDOS PARA UN JOVENCITO
que desea pasar bien las vacaciones»
·
HUYE EN TODO
TIEMPO de los malos libros, los malos compañeros y las malas conversaciones.
·
El ocio es el
mayor enemigo que debes combatir constantemente.
·
Sin el temor de
dios, la ciencia se convierte en necedad.
·
ACERCATE CON LA
MAYOR FRECUENCIA posible a los santos sacramentos de la Confesión y Comunión.
·
San Felipe Neri
aconsejaba recibirlos cada ocho días.
·
OYE CADA
DOMINGO la palabra de Dios y asiste a las demás funciones sagradas.
·
ASISTE CADA
DIA, y, si puedes, ayuda a la santa misa y haz un rato de lectura espiritual.
·
REZA
DEVOTAMENTE tus oraciones, por la mañana y por la noche.
·
HAZ UNA BREVE
MEDITACION cada mañana sobre alguna verdad de fe.
En la tercera página, frente a estas
recomendaciones, se leían una serie de siguientes sentencias bíblicas, que podían
ser fácilmente comprendidas, y por consiguiente meditadas, hasta por un simple
estudiante de bachillerato.
Este tipo de publicación se volvió
tradicional y se les entregaba a los chicos cada año antes de sus vacaciones,
pasando a denominarse RECUERDOS PARA LAS
VACACIONES, siendo recomendada su frecuente lectura por Don Bosco. Éste era
su texto[8]:
1.ª PAGINA
RECUERDOS PARA UN JOVENCITO QUE DESEA PASAR
BIEN LAS VACACIONES.
2.ª PAGINA
EN TODA OCASION: Huye de los libros malos, de
los malos compañeros, de las malas conversaciones.
El ocio es el mayor enemigo que debes
combatir.
Sin el temor de Dios la ciencia viene a ser
necedad.
CON LA MAYOR FRECUENCIA: Acércate a los
Santísimos Sacramentos de la confesión y comunión. San Felipe Neri aconsejaba
recibirlos cada ocho días.
CADA DOMINGO: Escucha la palabra de Dios y
asiste a las funciones sagradas.
CADA DIA: Oye y, si puedes, ayuda la santa
misa y haz un rato de lectura espiritual.
MAÑANA Y TARDE: Reza devotamente tus
oraciones.
CADA MAÑANA: Haz una breve meditación sobre
alguna verdad de fe.
3.ª PAGINA
·
Multi illorum qui fuerant curiosa sectati,
attulerunt libros et combusserunt coram omnibus (Hch. XIX-19). (Bastantes de
los que habían practicado la magia, traían sus libros y los quemaban en
público).
·
Cum bonis bonus eris, cum perverso
perverteris (Sal. XVII-27) (Limpio con el limpio, y sagaz con el perverso
astuto).
·
Corrumpunt bonos mores colloquia prava (1 Co.
XV-33) (Las conversaciones malas estregan las buenas costumbres).
·
Fili, conserva tempus, et tempus conservabit
te (Ecli. IV-23) (Espera tu tiempo y guárdate del mal).
·
Omnem malitiam docuit otiositas (Ecli
XXXIII-29) (La ociosidad enseña muchas maldades).
·
Initium sapientiae timor Domini (Sal. CX-10)
(El principio de la sabiduría es temer a Dios).
·
Initium omnis peccati superbia scribitur
(Ecli. X-15) (El pecado es el principio de la soberbia)
·
Vani sunt omnes homines, quibus non subest
scientia Dei (Sb. XIII-1) (Vanos son todos los hombres, que carecen del
conocimiento de Dios).
·
Qui manducat meam carnem et bibit meum
sanguinem, habet vitam aeternam (Jn. VI-54) (El que come mi carne y bebe mi
sangre tiene la vida eterna).
·
Beati, qui audiunt verbum Dei et custodiunt
illud (Lc. XI-28) (Dichosos los que oyen la palabra de Dios y la guardan).
·
Absque Missae sacrificio tamquam Sodoma et
Ghomorra fuissemus a Deo exterminati (Rodríguez) (Sin el sacrificio de la misa,
hubiésemos sido exterminados por Dios como Sodoma y Gomorra).
·
Ita libenter devotos et simplices libros
legere debemus, sicut altos et profundos (Kemp. de Imit. Christi) (Debemos leer
con gusto los libros sencillos y devotos, como si fueran altos y profundos).
·
Deus, Deus meus, ad te de luce vigilo (Sal.
LXII-2), (Dios, tú eres mi Dios, a ti te busco solícito).
·
Vespertina oratio ascendat ad te, Domine, et
descendat super nos misericordia tua (Eccl. in suis precibus) (Suba a Ti,
Señor, la oración
·
de la tarde y descienda sobre nosotros tu
misericordia).
·
Desolatione desolata est omnis terra, quia
nullus est qui recogitet corde (Jr. c. XII-11) (Toda la tierra es desolación,
por no haber quien recapacite en su corazón).
·
In meditatione mea exardescet ignis (Sal.
XXXVIII-4) (Se encendía el fuego en mi meditación).
4.ª PAGINA
N. B. Todos los alumnos, al volver de
vacaciones deberán presentar al Director de estudios el certificado de buena
conducta extendido por su propio Párroco.
¿Por qué a Don Bosco no le gustaba que los
jóvenes disfrutaran de tanto tiempo de vacaciones?
A pesar de que
Don Bosco en nada se oponía para que los jóvenes se acercaran a sus hogares en
caso de enfermedad o problemas graves de sus familiares, sin embargo le costaba
permitir que fueran en las vacaciones. Para explicarlo podemos acercarnos al
verano de 1876, donde Don Bosco les charló a los chicos dándole su mensaje en
dos días para tener en cuenta en las vacaciones[9].
“Muchos me preguntan:
-¿Cómo se entiende que algunos jóvenes,
mejor, casi todos se conservan buenos, dóciles, temerosos de Dios a lo largo
del curso escolar, y después en las vacaciones pierden en poco tiempo todo el
fruto de tantos esfuerzos y se vuelven no sólo disipados y desobedientes a sus
padres, sino que incluso caigan en faltas feas y se den al vicio?
Es fácil contestar a la pregunta. El pájaro,
fuera de la jaula, goza de libertad, es verdad; pero, cuando menos se lo
espera, viene el milano y lo devora. Vosotros sois como pajaritos; mientras
estáis en el Oratorio, todo marcha bien; salís, y el demonio está a la puerta
esperándoos para haceros caer.
Que ¿cómo sucede esta desgracia? Mirad, hay
dos cosas. Fuera de aquí se encuentran más estímulos para el mal y menos medios
para manteneros en el camino recto. Estímulos para el mal son los malos
compañeros, a veces verdaderamente perversos y desalmados, que por casualidad
se encuentran. Hay ocasiones malas, escándalos. Quieras que no se oyen
blasfemias, conversaciones frívolas, y a menudo irreligiosas e inmorales. Por
un lado se ve una persona vestida de cualquier manera, por otro hay que tratar
con personas de distinto sexo.
Además, los mismos parientes y amigos dicen: ¡Come,
come! ¡Ea, bebe, bebe! Y ¿cómo puede uno mantenerse en medio de tantos
peligros? Especialmente los jóvenes, en los que impera como un gigante el
respeto humano, ¿cómo podrán resistir?
Hay, además, otra cosa. En casa se tienen
menos medios para mantenerse fieles en el servicio del Señor. Aquí si hay algo
que pesa en la conciencia, vais enseguida a confesaros y tenéis comodidad para
hacerlo todos los días; allá, no. Aquí tenéis oportunidad para recibir la santa
comunión, para hacer una visita a la iglesia, tenéis misa todos los días,
medios poderosísimos para manteneros en gracia de Dios; allá no.
Aquí se reza por la mañana y por la noche, se
hace un rato de meditación, al atardecer se da la bendición. ¿Y en casa? Muchos
de vosotros, al llegar a su casa, dejan algunas de estas prácticas y, claro
está, que caerán más fácilmente en el pecado.
La conclusión, pues, que hay que sacar es
ésta. Si uno quiere quedarse en el Oratorio, ya sabéis que yo estoy conforme
con que se quede; tendrá aquí sus vacaciones. El Oratorio no se cierra nunca y
el que quiere quedarse tiene libertad para ello. Si, por el contrario, quiere
ir a su casa también esto me satisface; vaya en hora buena; pero, por amor de
Dios, apártese, por cuanto pueda, de los peligros y ocasiones de pecar que allá
se encuentran, de las compañías perversas que tropezará, y, además, haga lo
posible para seguir cumpliendo normalmente sus prácticas de piedad, tal como
las haría en el Oratorio. ¿Qué dificultad podéis encontrar para rezar siempre
vuestras oraciones de la mañana y de la noche? Rezadlas, pues, y rezadlas bien,
y todos. Creo también que todos podéis oír vuestra misa cada día y mejor aún,
ayudarla; hacedlo y hacedlo con gusto. ¿Quién puede impediros hacer un poco de
meditación por la mañana, un poco de lectura espiritual y la visita al
Santísimo Sacramento a lo largo del día? Guardad, además, la gran práctica de confesaros
cada semana, cada diez o quince días. Si lo hacéis así, creo que las vacaciones
no os harán ningún mal.
Por tanto, si queréis seguir siendo en
vuestras casas tan buenos como lo fuisteis en el Oratorio, dad mucha
importancia a las prácticas de piedad y cumplidlas como lo hacéis en el
Oratorio.
Queda todavía una cosa importante, que es la
que más os recomiendo. Se trata del recogimiento; quedaos de buena gana en
vuestra casa, estad con vuestros padres y no queráis ir a todas partes, verlo
todo y andar por fiestas y mercados.
Proponeos, queridos hijos míos, practicar
estas cositas, que os he sugerido; haced desde ahora este propósito y estad
seguros de que estaréis contentos, al fin de las vacaciones, por no haber
ofendido a Dios.”
Al día
siguiente, Don Bosco quiso explicar a los chicos un poco más esta plática para
que no tuvieran ninguna duda y cómo debían entender la recomendación anterior:
“Voy a añadir dos palabras a lo que os dije
ayer. Os dije que quien quiera conservarse bueno durante las vacaciones debe
cumplir en casa las mismas prácticas de piedad, por cuanto pueda, que se hacen
en el Oratorio. Explico lo de estar recogidos. Quiero decir, estar alejado de
las personas, lugares y cosas, que pueden ser ocasión de pecado. Al decir estar
recogidos, no quiero decir que os estéis todo el día acurrucados en un rincón
del hogar, esperando el momento de llevar a la boca los macarrones bien
aderezados y preparados. Quiero decir:
1.° Estar alejados de las personas.
Desgraciadamente muchos tienen en su casa compañeros con los que estaban
acostumbrados a sostener conversaciones menos buenas y hacer cosas que no se
deben hacer. Si de nuevo volvéis a juntaros con tales compañeros,
lastimosamente volveréis a caer. Estará fulano, que ante vosotros comenzará a hablar
contra la religión o las buenas costumbres. Pues bien, dejadle, huid de él,
plantadle allí mismo. ¿Que es de mala educación obrar así? No, el mal educado
es el que en vuestra presencia habla de lo que puede desagradaros. El dirá:
¡Eres un hipócrita, un impostor! Pero vosotros pensad que es precisamente al
contrario. Él es el impostor y el hipócrita. Profesarse uno cristiano, y luego
no obrar como tal, eso es hipocresía; por consiguiente, una de dos: o no
pretender ser cristiano, o cumplir los mandamientos del cristianismo. Decidle
francamente a ese tal: Yo no quiero renegar del nombre de cristiano y, por
tanto, para no ser un impostor, no quiero tomar parte en estas conversaciones.
Y decid otro tanto ante cualquier otro mal o pecado. Es impostor el que se
profesa cristiano y no actúa como tal.
2.° He dicho huir de las personas y de los
lugares peligrosos. Por ejemplo, huir de los festines, bailes, teatros, ferias.
Es casi imposible querer tomar parte en estas reuniones, estar en todos estos
sitios, donde se arma tanta batahola, y que no quede herida alguna virtud
cristiana. En todos estos lugares se oyen blasfemias, malas palabras y a veces
obscenas, aptas para despertar malos pensamientos.
Las más de las veces hay personas vestidas de
cualquier manera, hay hombres, hay mujeres, y creed a mi experiencia, hay
siempre peligros, graves peligros.
Se va a un festín, a una visita y se bebe una
copa, después otra y a veces más. Esto empieza a calentar la cabeza, se
despiertan pensamientos y deseos y quién sabe hasta dónde se puede llegar, dado
que en esas conversaciones, con el vino y con las imaginaciones, vienen luego
las palabras y una cosa trae la otra. Yo también fui joven como vosotros y
desgraciadamente me encontré en los peligros en que os encontráis vosotros.
Creed a mi experiencia, a mis palabras. Dichosos vosotros si, alertados por mi
experiencia, os retiráis lo más posible; evitaréis inmensos peligros; así
prevenidos os pondréis en el buen camino antes de ensayar el malo, y creedme en
hora buena que es una fortuna aprender por la experiencia ajena. Escarmentar en
cabeza propia es una de las mayores desgracias.
La natural inquietud de los muchachos ante la
inminente salida a sus casas deja sentir sus efectos también en las prácticas
de piedad.”
Evidentemente, la única finalidad de Don
Bosco es la de salvar las almas de sus chicos, y para ello hace todo lo posible
en su mano para evitarles los peligros del verano. No quiere que el trabajo que
con tanto esfuerzo han realizado en el Oratorio o en las casas salesianas se
venga abajo en unas semanas porque no encuentran ni el ambiente ni las personas
adecuadas que los acompañen en ese tiempo, tal y como tienen permanentemente en
Valdocco.
Para
terminar
Me pregunto cómo extrapolar el mensaje de Don
Bosco a nuestros días, en estos momentos de descanso y de ocio, de miedo y de
pánico de algunos o de indiferencia e incredulidad de otros al Covid-19 y cómo
los medios de comunicación nos atosigan constantemente sobre ello. ¿Cuáles son
los peligros actuales en nuestras vacaciones? ¿Cómo respondemos a tales
peligros? ¿Seguimos en verano unas pautas mínimas de estilo cristiano: oración,
Eucaristía dominical, confesión…? ¿Buscamos en verano salvar nuestras almas?
¿De qué manera el Covid-19 está influyendo en nuestra vida de verano?
Son preguntas cuyas respuestas requieren un
tiempo de reflexión, para ello tenemos este tiempo de tranquilidad y descanso,
pero recuerda que de tu respuesta dependerá tu fidelidad al estilo educativo de
Don Bosco.
¡Buen verano!
PARA
LA REFLEXIÓN
1.
¿Cuáles
son los peligros a los que te enfrentas este verano para vivir cristianamente y
cómo los afrontas?
2.
¿Qué prácticas
de vida cristiana mantienes durante las vacaciones?
3.
¿Cómo influyes
cristiana y comprometidamente en tu entorno veraniego?
Puedes consultar más
ampliamente las referencias a las madres pinchando en los siguientes enlaces:
·
Memorias Biográficas: http://www.dbosco.net/mb/
[1] MBe 5, 205-208.
[2] MBe 3, 145.
[3] MBe 7, 205.
[4] MBe 8, 150-151.
[5] MBe 8, 758-759.
[6] MBe 9, 311.
[7] MBe 10, 750-751.
[8] MBe 12, 568-569.
[9] MBe 12, 312-315.
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