23 de febrero de 2021

¿SABÍAS QUE...? - Número 23

 


… el origen del equipo de fútbol italiano Juventus de Turín es salesiano y que los colores del primer uniforme hacía honor a la túnica de María Auxiliadora y a los salesianos?

 

LA JUVENTUS “SALESIANA” DE TURIN

 

Mira por donde, parece que Don Bosco también está relacionado con el mundo del fútbol, concretamente con el origen de la laureada “Juve”, y eso que falleció sin saberlo ¿Qué dirían Cristiano Ronaldo o Paulo Dybala si les recordaran los orígenes salesianos del club en el que militan?

Efectivamente, el origen de la Juventus de Turín está en el Oratorio de Valdocco. Hay voces que piensan que es una leyenda, o que no se llegó a documentar porque el fútbol no era tan conocido como ahora; otros, que es un mito subsistente gracias a la tradición oral. Lo que sí es cierto es que se trata de un hecho que no está muy documentado, pero sí tiene una gran base histórica.

Como todos sabemos, la puesta en marcha del Oratorio Festivo por parte de Don Bosco brindó a los jóvenes de Turín una oportunidad para salir de las calles, educarse, aprender un oficio y seguir un camino de fe. Durante la segunda mitad del siglo XIX, a Turín llegó todo tipo de inmigrantes, no sólo provenientes de los pueblos y provincias de alrededor, sino también desde Francia e Inglaterra, donde la Revolución Industrial ya se había llevado a cabo. Tal vez, algunos de los británicos llevaron el juego del foot-ball al norte de Italia…

A partir de 1863 la experiencia del oratorio comenzó a multiplicarse, lo que contribuyó a que los jóvenes accedieran a una sólida formación cristiana y obtuvieran herramientas para desempeñarse en la sociedad. Don Bosco quería que los jóvenes fueran protagonistas de su futuro y el cambio social, se dio cuenta muy pronto de la necesidad de movimiento y actividad de sus alumnos, de la importancia de la alegría y de la diversión en la vida de los jóvenes. Y era consciente de que a través del deporte se podía acompañar perfectamente a un alumno en su crecimiento personal.

EL JUEGO DE PELOTA EN EL ORATORIO

En las Memorias Biográficas se hace mención al juego de pelota por los chicos del oratorio en diferentes momentos y épocas, aunque no tenemos constancia de que fuera con el pie o con la mano, o con ambas extremidades, si bien no podemos descartar que se jugase con el pie como algo natural, pero desde luego con reglas muy diferentes a las que conocemos hoy.

La primera mención al juego de pelota se sitúa a finales de 1844, cuando Don Bosco, junto con el Teólogo Borel, se reunía ya con cientos de jóvenes y a los que les preparaba una serie de juegos[1]:

Antes y después de las funciones había variados entretenimientos y juegos, bajo la vigilancia del buen Director, del teólogo Borel, que era su brazo derecho, y de los jóvenes más juiciosos y de mejor conducta. El recreo se hacía en la estrecha y larga calleja existente entre el convento de las Magdalenas y el hospital Cottolengo y que conducía a la vía pública, y también en la calle delantera de la casa. Don Bosco iba con frecuencia por los campos vecinos cuidando de que ninguno de los suyos se alejara. Buscaba todos los medios para atraerlos al Oratorio. Preparó juegos: pelotas, bochas, tejos, zancos, y les prometía que pronto tendrían columpios, tiovivos, clases de gimnasia y de canto, conciertos de música instrumental y otras diversiones. A veces les repartía medallas, estampas, fruta; les preparaba desayuno o merienda; otras veces regalaba unos pantalones, un par de zapatos u otras prendas de vestir a los más pobres. Frecuentemente los socorría en casa de sus padres.

La segunda mención al juego de pelota es en los meses en que Don Bosco se reunía con los chicos en el Oratorio de San Pedro ad Vincula, cuando algunos de ellos, locos de alegría, comenzaban sus juegos, poniendo nerviosa a la criada del capellán de San Pedro[2]:

“Aumentó su rabia al ver que algunos empezaban a jugar a la pelota y que una de sus gallinas salía volando del nidal, espantada por un chiquillo, y caía el huevo por el suelo y se rompía. Con ella chillaba una muchacha, ladraba el perro, maullaba el gato y cacareaban las gallinas; se diría que iba a estallar una guerra europea”.

La siguiente mención se sitúa en 1845, en los prados de los Hermanos Filippi, en Valdocco, semanas antes de llegar a la Casa Pinardi:

Sucedía esto en un ángulo del prado. Más allá, los ya confesados formaban un círculo y cantaban canciones religiosas o bien escuchaban la lectura o la narración de un ejemplo edificante que contaba alguno de los compañeros. Otros hacían una especie de recreo moderado charlando entre ellos, jugando al tejo, a las bochas, a la pelota, o intentando caminar sobre los zancos.

 

La siguiente cita aparece en 1849[3], por la pluma del entonces canónigo Lorenzo Gastaldi, quien llegaría a ser Arzobispo de Turín, publicado en el “Conciliatore Torinese”[4]:

“Y así, corriéndose de boca en boca la noticia del nuevo Oratorio, al poco tiempo se juntó una turba incontable de muchachos, con el provecho para el alma que se puede imaginar. Una colmena en derredor de la cual se agita zumbando un enjambre de abejas, mientras una gran parte de ellas está dentro elaborando tranquilamente la miel, da la imagen verdadera de aquel sagrado recinto en los días festivos. Por las calles que allí llevan te encuentras a cada paso muchachos en tropel que van canturreando con más alegría que si fueran a un festín: dentro, verás muchachos que juegan divididos en pequeños grupos, y otros que saltan, juegan la pelota, a las bochas o se divierten en los columpios, dando volteretas y haciendo el pino. Mientras tanto, otros están en la iglesia aprendiendo el catecismo, otros se preparan para recibir el sacramento y, en las habitaciones contiguas, enseñan a unos a leer y escribir, a otros aritmética y caligrafía y a otros a cantar”.

En la Crónica de Ruffino, referente al año 1863, se cuenta que “El domingo por la tarde del 19 de abril, empezaban los ejercicios. Don Bosco habló después de las oraciones de la noche. Recomendó riguroso silencio, salvo a las horas de recreo, en las cuales prohibía los juegos clamorosos, comprendido el de pelota; pero permitió el marro[5]”. Evidentemente, para que lo prohibiera Don Bosco durante unos ejercicios espirituales, curiosamente tendría que ser algo verdaderamente “clamoroso”, como siempre se ha entendido el fútbol.

Hay otra mención en 1868, en relación a la familiaridad entre clérigos y muchachos, relatándose lo siguiente[6]:

Un día el clérigo Luis Lasagna, que ya era profesor, jugaba con sus alumnos a la pelota, pues era buen pelotari. Entró don Bosco en el patio en aquel momento y después de contemplarle un momento, dijo a Don Juan Garino que estaba a su lado: ¿Ves a Lasagna? ¡Qué buena madera para hacer con él un misionero! Y fue misionero y obispo.

Don Bosco redactó, con muchas correcciones, un Reglamento para el Oratorio en 1847, y lo publicó en 1852, revisado definitivamente en 1877. Dentro de las orientaciones que les da a los moderadores de los recreos, se habla del juego de pelota como algo permitido:

CAPITULO XII. Moderadores de recreo.

1. Se desea vivamente que durante el recreo todos puedan tomar parte en cualquier juego permitido y a la hora establecida.

2. Los juegos permitidos son: bochas, tejo, columpios, zancos, tíovivo, pelota, salto a la cuerda; ejercicios de gimnasia, la oca, las damas, el ajedrez, la tómbola, el correo, el marro, los oficios, el comerciante y cualquier otro juego de destreza.

 

Tras el fallecimiento de Don Bosco en 1888, además de los salesianos, otros religiosos y laicos amigos de la obra quedaron a cargo de los oratorios de Turín.

Las Memorias Biográficas de Don Bosco citan a una serie de colaboradores del Oratorio, algunos canónigos o sacerdotes, tales como Giuseppe Giacomo Trivero, Giacinto Carpano, Giovanni Battista y Roberto Murialdo, como responsables de llevar la experiencia oratoriana a los jóvenes en otros Oratorios de Turín bajo la supervisión de Don Bosco, como el del Ángel Custodio o el de San Luis[7]:

Como don Bosco no podía hacerse cargo de la dirección inmediata de aquel Oratorio, siempre de acuerdo con el teólogo Borel, se la confió sucesivamente a varios celosos sacerdotes de Turín, enviando además a algunos muchachos mayores y formales para ayudarles mañana y tarde. Con frecuencia iba él mismo o el citado teólogo Borel.

Fue el primer director elegido el teólogo Jacinto Carpano, el cual, ayudado por el sacerdote Trivero, proveyó solícitamente de cuanto faltaba al decoro de la capilla y procuró conquistarse el cariño y la confianza de los muchachos con tal éxito que este Oratorio emuló al primero.

En su proceso de expansión fueron buscando nuevos lugares donde congregar a más jóvenes. Uno de esos fue el Realle Ginnasio Monviso, en Turín, un instituto con un amplio patio donde se realizaba el oratorio festivo por salesianos con alumnos y jóvenes de las calles. A partir de 1882 este instituto pasaría a llamarse Liceo Classico Massimo d’Azeglio, casa madre de la “Vecchia Signora” (Vieja Señora o Vieja Dama).

 

FUNDACIÓN DE LA JUVENTUS DE TURÍN

El origen del club, desde el punto de vista periodístico, está envuelto en el misterio, pues a finales del siglo XIX el deporte no estaba lo suficientemente difundido en Italia como para captar el interés de la prensa, inclusive el único documento oficial que hace referencia a la fundación del club es un texto publicado en la revista institucional “Hurrà Juventus” el 26 de diciembre de 1915.

 

A partir de la llegada de los salesianos a patios del Monviso, se puede decir entonces que existe una relación de amistad entre el equipo Juventus FC y los Salesianos. El salesiano Bruno Ferrero, director del Boletín Salesiano en Italia, asegura que cuando ‘La Vecchia Signora’ era un equipo pequeño, fue comprado por la familia Agnelli, quienes comenzaron a administrarlo con criterios profesionales. La familia Agnelli fue uno de los principales benefactores de los Salesianos de aquellos tiempos. Hay dos grandes escuelas en Turín con miles de estudiantes que los Agnelli entregaron a los Salesianos y que llevan su nombre[8].

Para imaginar a los fundadores de la Juventus a última hora de la tarde del 1 de noviembre de 1897, primero hay que situarse en el Turín de finales del siglo XIX, donde un grupo de chicos jóvenes estaban, con tanto entusiasmo como ignorancia, iniciando una leyenda del deporte mundial. Aunque ya no era la capital, Turín siguió siendo un pivote fundamental para la economía de la Italia recién unificada a partir de allí. Más industrializada que cualquier otra ciudad italiana, abierta e intrigada por cualquier innovación tecnológica y del cambio social. La economía tenía su punto fuerte en el sector textil y la industrialización se había producido principalmente con máquinas inglesas. Un detalle decisivo para la vida deportiva de la ciudad que, en ese momento, contaba con una nutrida colonia de vendedores, técnicos y comerciantes británicos. Jóvenes que en su tiempo libre se dedicaban a lo que ya era muy popular en su país durante casi medio siglo: el fútbol… De hecho foot-ball, ya que se utilizó el guión en la ortografía de la época.

En Turín, junto con algunos sacerdotes y canónigos salesianos, un grupo de jóvenes se acercan a presenciar la nueva práctica de este deporte, seguramente conocido y practicado por muchos de ellos a lo largo de los años, aunque de forma diferente y con otras normas. El parque Valentino era uno de sus destinos favoritos y sobre el césped (que en invierno se convirtió en pista de patinaje) los británicos establecieron su campamento, donde los domingos por la tarde montaban un espectáculo alucinante para los turineses. Veintidós hombres, con pantalones bombachos y camisas de colores "corrieron como locos tras una pelota de cuero cosida a mano, pateándola de un lado a otro", reza una crónica de la época.

No pasa desapercibido para la población, sobre todo para los más jóvenes que pasean por allí, con la costumbre de sentarse en un banco del parque[9], y al día siguiente en los colegios solo se habla de los ingleses jugando al fútbol. También en el Liceo Classico Massimo D'Azeglio, una de las escuelas que reúne a la burguesía más refinada de la ciudad. Entre una versión de griego y una lección de filosofía, en los pasillos de D'Azeglio siempre hay un grupo de niños apasionados por el ciclismo y las carreras, pero cuando vieron a los primeros jugadores fue amor a primera vista, como el de Domingo Donna, uno de los fundadores, que en 1950 escribió una historia de los primeros años de la Juventus para Tuttosport:

«Eran caballeros bastante fornidos, la mayoría con grandes bigotes, que pateaban una pelota de fútbol del tamaño habitual. Lo que más llamó la atención fue el hecho de que estos señores interclasificaron el juego con palabras de sabor exótico como “manos” y “fuera de juego”: un juego que tenía nombres tan complicados y que venía de quién sabe qué escuela extranjera».

Al principio, lo más necesario era la búsqueda de la herramienta necesaria para la práctica del fútbol: el balón. El primero fue comprado a un precio elevado por los británicos y tuvo un mal final; el segundo lo hizo un zapatero (suponemos que artesano del Oratorio de Valdocco) al que le llevaron los restos del primero como modelo.

Mientras tanto, la cita siempre era en el banco del Corso Re Umberto, muy cerca de la explanada de la antigua Piazza d’Armi, frente al taller de los hermanos Canfari, donde se reparaban bicicletas y motos, y desde donde los dos hermanos en cuestión, Eugenio y Enrico, miraban desde la puerta a los chicos con la pelota, no tardando en unirse a ellos.

Los primeros partidos fueron complicados para los turineses. Había que adivinar las reglas del fútbol mirando cómo jugaban los ingleses y todo era un lío, pero había entusiasmo, una locura lúcida de chavales de 15 años y un deseo desenfrenado de modernidad[10].

Así, el 1 de noviembre de 1897, un grupo de 18 jóvenes pertenecientes al oratorio, junto a exalumnos del Liceo Classico Massimo d’Azeglio, se encontraron en el Taller de Canfari y, sentados en círculo sobre cajas de madera, discutieron la idea de crear un club deportivo de fútbol con el fin de divertirse y competir con otras escuadras. Redactaron los primeros Estatutos, cuyo primer artículo decía: “La Empresa. Su finalidad es el desarrollo de todas las ramas del deporte”, pero no eligieron el nombre del equipo sino unos días después.

De los que se citaron se conoce el nombre de algunos: Eugenio y Enrico Canfari, Joaquín y Alfredo Armano, Luis Gibezzi, Humberto Malvano, Carlos Víctor Varetti, Humberto Savoja, Domingo Donna, Carlos Ferrero, Francisco Daprá, Luis Forlano y Enrico Piero Molinatti. Los mayores eran los hermanos Canfari, de 20 y 19 años, pero el mayor de los demás tenía 17. Escribía Donna:

«Los mayores les dirán que fue una locura juvenil, que ni siquiera ellos hubieran creído que el club se hiciera tan fuerte con los años. Lo hicimos solo por diversión, eso es todo. El caso es que a las 3 de la tarde, la clase de latín siempre ha sido pesada»

Al nuevo club le llamaron inicialmente “Foot-ball Club Juventus”, nombre en inglés, debido a la fuerte influencia de Inglaterra en el deporte. Y, aunque hasta ese momento esta disciplina apenas tomaba fuerza en Europa, en Italia comenzaba a popularizar tímidamente; pero aún no convencía a los periodistas ni a la clase política.

Desde 1897 hasta inicios de 1900, los jugadores comenzaron a estructurarse internamente, tener encuentros amistosos en la Piazza d’Armi, lugar donde se reunían diferentes equipos de Turín. Dicha plaza comenzó a popularizarse entre las regiones cercanas, convirtiéndola en un centro de encuentro deportivo local, nacional e internacional; fue aquí donde la ‘Vecchia Signora’ tuvo su primera experiencia enfrentando a clubes de ciudades como Alejandría, Milán y Génova.

Vestido rosa y corbatas o pajaritas negras: el uniforme elegido por algunos estudiantes del Gimnasio "D'Azieglio" que fundó la Juventus en 1897, posiblemente en honor a María Auxiliadora y a los salesianos. Sólo en 1900 el club tuvo su primera sede permanente, sus primeros estatutos y se enfrentó al primer campeonato bajo la bandera del Sport Club Juventus. (da L.Frassati, Torino com'era.)

El primer uniforme del equipo fue usado durante los primeros seis años de juego. Estuvo compuesto por una chaqueta de color rosa acompañado de una corbata negra y pantalón negro. Me gustaría pensar que estos colores no son por casualidad, sino un homenaje a la túnica rosa de María Auxiliadora y al negro de las sotanas de los religiosos que se desvivieron por ellos.

Sin embargo, el uniforme que hoy conocemos derivó de un accidente de fábrica en Inglaterra, donde los turineses habían mandado a elaborar la nueva pieza. La empresa inglesa habría enviado por error el uniforme de un equipo inglés, sin embargo, aunque los deportistas estaban decididos a devolverlo, se convirtió en uno de sus talismanes al usarlo cuando lograron la Copa del Ministerio en 1903.

Tras un proceso de organización interna, los fundadores del club decidieron utilizar solo el nombre “Juventus DC”, (pronunciado “IU-VEN-TUS”), que es una variación literal en dialecto piamontés que sí usa la “j” del sustantivo latino ‘iuventus’ (juventud) en homenaje a los jóvenes que participaron en su fundación.


 

Históricamente, se trata del club más exitoso de Italia y al mismo tiempo uno de los clubes más laureados y renombrados del mundo. La Juventus, primer club de dicho país y del sur europeo en ganar la Copa de la UEFA (temporada 1976-1977), es el cuarto club europeo y séptimo en el mundo con la mayor cantidad de títulos oficiales conquistados en el ámbito internacional. Además ha sido el primer club en la historia del fútbol europeo en ganar las tres principales competiciones organizadas por la Unión Europea de Asociaciones de Fútbol (actualmente es uno de los únicos tres en lograrlo junto al Ajax Ámsterdam y al Bayern Múnich) y el primer club en el mundo en ganar todas las competiciones organizadas por alguna de las seis confederaciones continentales de fútbol y el título mundial interclubes.

Hay muchos otros clubes de fútbol que, seguramente, nacieron de los patios salesianos, muchos desconocidos más allá de su ámbito local o provincial, pero sí conocemos otro famoso club de primer orden que también tiene origen en el Oratorio, en esta ocasión en las calles argentinas de Almagro, gracias al sacerdote Lorenzo Massa, aunque ya lo trataremos en otro momento.

Lo que queda de toda esa historia es la presencia de Don Bosco en la gestación de una historia deportiva que destaca en el mundo del fútbol y que ayudó a consolidar aquellos principios básicos del santo fundador de la comunidad salesiana que no se cansaba de repetir:

«Me hice con cuantos juegos pude: potro, columpios, pértigas, todos los aparatos de gimnasia que encontré, etc. De modo que el patio y el juego se convirtiera en un lugar de encuentro para el desarrollo de las relaciones personales y la superación».

  


 

                PARA LA REFLEXIÓN

1.     ¿Qué tres aspectos me han marcado más del texto y por qué?

2.     ¿Por qué debo sentir el deporte como un campo de evangelización?

3.     ¿Es el fútbol ejemplo salesiano para los jóvenes? ¿Por qué?

Puedes consultar más ampliamente las referencias del texto y la historia del Club Juventus de Turín pinchando en los siguientes enlaces:

·         http://www.dbosco.net/mb/mbvol2/mbdb_vol2_199.html

·         http://www.dbosco.net/mb/mbvol2/mbdb_vol2_222.html

·         http://www.dbosco.net/mb/mbvol3/mbdb_vol3_226.html

·         http://www.dbosco.net/mb/mbvol3/mbdb_vol3_446.html

·         http://www.dbosco.net/mb/mbvol7/mbdb_vol7_360.html

·         http://www.dbosco.net/mb/mbvol9/mbdb_vol9_344.html

·         https://www.tuttosport.com/news/calcio/serie-a/juventus/2020/11/01-75656131/buon_compleanno_juventus_la_fondazione

·         https://boletinsalesiano.cl/don-bosco-y-la-vecchia-signora/

·         https://www.youtube.com/watch?v=aE__GO2hSq0

·         https://www.tuttosport.com/video/calcio/serie-a/juventus/2020/11/01-75664213/juventus_la_fondazione_del_primo_novembre_1897

 



[1] MBe 2, 199.

[2] MBe 2, 222.

[3] MBe 3, 446.

[4] Conciliatore Torinese, nº 42, año 1849. El Conciliatore Torinese apareció el 15 de julio de 1848 y acabó en el mes de septiembre de 1849. Era escrito y publicado por Lorenzo Gastaldi, entonces muy amigo de Don Bosco.

[5] MBe 7, 360.

[6] MBe 9, 344-345.

[7] MBe 3, 226

[8] Una de ellas es la Scuole Salesiane Edoardo Agnelli, cerca de la fábrica FIAT de Mirafiori,  donde la obra salesiana abarca todos los campos de enseñanza.

[9] Dicho banco, hoy se encuentra en el museo de la sede del Club.


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