28 de abril de 2020

¿SABÍAS QUE...? - Número 14



…Don Bosco siempre tuvo presente a la Virgen en su vida, y que la veneró bajo distintas advocaciones hasta llegar al título de María Auxiliadora?

LAS ADVOCACIONES MARIANAS DE DON BOSCO

Ahora que vamos a comenzar el mes de mayo, por excelencia el mes de la Virgen, me guastaría que conociéramos las advocaciones marianas en la vida de Don Bosco, no sólo la de María Auxiliadora, sino todas aquéllas a las que de una u otra forma fueron objeto de su atención y devoción en algún momento de su vida.
Debemos comenzar con el recuerdo a la persona que lo inició en el amor a la Virgen, su madre Margarita, quien le enseñó a rezar el Rosario y a rezarle ese Ave María que luego fue el inicio catequético con Garelli de lo que conocemos como Oratorio.
Fue Mamá Margarita quien animó y enseñó a Don Bosco a conocer y a amar desde niño a la Madre de Dios, primero por medio del rezo del Angelus Domini, y posteriormente con el rezo del santo Rosario, de ahí que la primera advocación que conoció fue la de Nuestra Señora del Rosario, devoción que supo difundir entre sus amigos y chicos de las poblaciones de su entorno, en la escuela, en el Seminario, en el Convitto y en el Oratorio. En circunstancias solemnes o en momentos críticos su madre siempre le había recomendado “¡Sé devoto de María!”. Y a medida que crecía gustaba cada vez más la dulzura de esta devoción hecha de absoluta confianza y filial amor.

En el sueño de los nueve años, recibió a la Virgen como maestra que le va a orientar y guiar en su labor. Antes de partir para el Seminario recibió de su madre esta gran advertencia: “Cuando viniste al mundo, te consagré a la Santísima Virgen; cuando empezaste tus estudios te recomendé la devoción a Nuestra Madre; ahora te recomiendo que seas enteramente suyo: ama a los compañeros devotos de María y si llegas a ser sacerdote, recomienda y propaga siempre la devoción a María”. ¡Qué mensaje más significativo para nuestros hijos o nietos!
Don Bosco procuró hacerlo, se rodeó de compañeros devotos de la Virgen, algunos de los que le sobrevivieron declararon sus irresistibles invitaciones a seguirle a la Iglesia para rezar las Vísperas de la Virgen u otras oraciones en honor a la Madre de Dios. Siendo estudiante de filosofía, se consideró muy dichoso en subir por primera vez al púlpito para pronunciar un discurso sobre la Virgen del Rosario, primicia de su multiforme predicación mariana hasta su muerte.
Cuando Don Bosco llegó a Turín a continuar sus estudios, se confió a la Virgen bajo la advocación de Nuestra Señora de la Consolación (Consolata), patrona de la ciudad y con la que solía procesionar con sus chicos. Esa imagen con la que procesionaban ha sobrevivido hasta la fecha, aunque también Don Bosco llegó a invocarla como Virgen del Rosario.




A mediados del siglo XIX hubo un suceso importante en Turín en torno a un cuadro de la Virgen que recibió la advocación de Madre de la Misericordia, a la que Don Bosco también se unió con gran fervor.
Otra de las advocaciones muy queridas por Don Bosco fue la de la Santísima Madre de Jesús, a quien rezaba junto a sus muchachos pidiéndole les ayudara a conservar la castidad, tanto fue así que mandó derribar un muro para ampliar la veneración. En una ocasión llegó a tener en la sacristía una hermosa pintura que replicaba fielmente el cuadro de la Virgen de Foligno, cuyo original había sido pintado por el insigne Rafal Sanzio. Algunos salesianos pensaron que por ser un cuadro precioso en su belleza y en su coste monetario, lo habría de usar como premio en un sorteo que ya tenían pensado realizar o bien como obsequio para algún bienhechor; sin embargo, lo conservó y mandó a imprimir y repartir miles de copias.
También Don Bosco organizó varias peregrinaciones y paseos que concluían en una visita a santuarios de la Virgen bajo distintos títulos memorables para él, como lo fueron la Virgen de la Salve, Nuestra Señora de las Nieves, la Virgen de las Gracias, y otras tantas advocaciones.
Particular importancia tuvo para Don Bosco la solemnidad de la Inmaculada Concepción, no sólo por ser un dogma universal de la Iglesia Católica, sino también porque en su festividad dio inicio su obra del Oratorio festivo, justamente un 8 de diciembre, fecha establecida por el Papa Pío IX para honrar a María Santísima con aquel título.
Todas aquellas advocaciones acompañaron buena parte de la vida de Don Bosco; sin embargo, sintió la necesidad de encontrar una advocación mariana, quizás ya existente, pero con la que pudiera identificarse aún más. Fue consecuencia de los tiempos políticamente convulsos para la sociedad y para la Iglesia de su tiempo, así como por los problemas, limitaciones, ataques y contradicciones vividas por el propio Don Bosco, que dispuso confiarse a la Madre del Cielo de forma definitiva bajo el título de María Auxiliadora de los Cristianos. Ya desde entonces indiscutiblemente unida a D. Bosco, que es también para los jóvenes signo de esperanza, ayuda y consuelo.

D. Bosco procuraba infundir en los demás la confianza filial que hacia la Virgen sentía. Constantemente brotaban de sus labios filiales advocaciones y acciones de gracias por los innumerables beneficios recibidos del poder de María Auxiliadora. Con frecuencia exclamaba “¡Cuan buena es María!”. En sus cartas encontramos a menudo frases como: “la Santísima Virgen nos conserve siempre suyos”, “Recurre con fe a María, Ella es madre piadosa que quiere y puede favorecer a sus hijos”. Se le oyó decir que no había dado un paso sin recurrir a María. Su deseo era llevar a todos sus hijos (salesianos y jóvenes) a los pies de María, ofrecérselos a Ella, ponerlos a todos bajo su protección y hacer que todos sean santos. “La Santísima Virgen os bendiga a todos y nos ayude desde el Cielo, mientras nosotros ponemos el mayor empeño para merecer su santa protección en la vida y en la muerte”.
Fue a Ella a quien construyó un magnífico santuario en Turín, fue a Ella a quien atribuyó todo el bien que realizaban los salesianos; fue por la intercesión de María Auxiliadora que vio llegar las tan necesarias cantidades de dinero para sus obras a favor de los jóvenes más necesitados. De María Auxiliadora obtuvo la curación de muchos enfermos. En lo alto de la cúpula de la Iglesia, mandó colocar la estatua de la Virgen para proteger a sus muchachos de los rayos que constantemente asolaban la casa. Fue a María Auxiliadora de los Cristianos a quien encomendó a sus primeros misioneros enviados a América; fue a Ella a quien con tanto amor compuso una oración que, con el devenir de los tiempos, se sigue rezando. Había sido a María Auxiliadora, durante una terrible epidemia, a quien le hizo la promesa que, si él y sus muchachos socorrían a las personas infectadas de cólera, ninguno de ellos moriría, pues gozarían de su amparo. Fue de María Auxiliadora de quien Don Bosco al final de sus días exclamó: ¡Ella lo ha hecho todo!
Su devoción y amor a la Virgen tiene un puesto especial en su vivencia de fe. El pensamiento y la invocación a María por Don Bosco nunca dejo de vibrar ni en su corazón ni en sus labios.
Su conocido amor a la Virgen es algo que ha sabido transmitir a sus salesianos y a todos los que han pasado por una obra salesiana, es un signo distintivo de los antiguos alumnos el llevar siempre una imagen de María Auxiliadora en la cartera, y que es orgullosamente mostrada siempre que hay ocasión. Por eso, en este mes de mayo, pese a las dificultades del confinamiento por la terrible pandemia que nos asola, busquemos un momento diario para encontrarnos con María y sentirla como madre y esperanza nuestra.

PARA LA REFLEXIÓN
1.     Como AA.AA.DB. ¿cómo tengo a la Virgen presente en mi vida diaria, qué signos muestran esa presencia?
2.     ¿Cuáles son las advocaciones marianas a las que les tengo mayor devoción y por qué?
3.     Qué ejemplos concretos de mi vida son muestra de mi amor hacia Ella y de Ella hacia mí o los míos.

Para profundizar en el tema sirva la siguiente bibliografía.
a)     AA.AA.DB. del Centro de Formación Profesional P. Bartolomé Ambrosio, SDB, DON BOSCO “UN HOMBRE DE LEYENDA”, Guatemala, 2017, pág. 84-86.
b)     Formación Salesiana. Etapa III. Hogares Don Bosco. DON BOSCO Y SU DEVOCIÓN A MARÍA.
c)      Lemoyne, Juan Bautista, MEMORIAS BIOGRÁFICAS DE DON BOSCO, Editorial CCS, Madrid, 1981.
d)     Bosco, Teresio, UNA BIOGRAFÍA NUEVA, Editorial CCS, Madrid, 1979.


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