25 de febrero de 2020

¿SABÍAS QUE...? - Número 10





…Don Bosco fue inspirador a la hora de participar en una especie de feria durante el Carnaval de 1869 en Turín?

DON BOSCO Y EL CARNAVAL DE TURÍN
 El carnaval, posiblemente, sea la fiesta pagana que más personas celebran y disfrutan en todo el planeta. Son días de baile, disfraces y mucha diversión. El hecho de disfrazarse, pintarse la cara y festejarlo es un acto que se remonta a la antigüedad y existen algunas evidencias de que el pueblo sumerio ya realizaba este tipo de  festejos hace 5.000 años. Tal y como lo conocemos hoy en día, el carnaval es una continuidad de los antiguos Saturnales, las festividades romanas que se celebraban en honor al Dios Saturno.
Sin embargo, a raíz de la expansión del cristianismo fue cuando más auge tomó y la fiesta adquirió el nombre de Carnaval, teniendo como motivo principal el hecho de despedirse de comer carne y de llevar una vida licenciosa durante el tiempo de Cuaresma. Eran tres días de celebración a lo grande, en lo que casi todo estaba permitido; de ahí uno de los motivos de ir disfrazado, taparse el rostro y salvaguardar el anonimato. Hoy en día, esta celebración se ha alargado una semana, comenzando en la mayoría de lugares el Jueves Lardero.
Esta despedida a la carne se realiza los días previos al Miércoles de Ceniza, fecha en la que se da comienzo a la Cuaresma; un periodo de cuarenta días -hasta el Domingo de Resurrección- que se destina a la abstinencia, recogimiento y el ayuno, acompañado de oraciones, penitencia y espiritualidad religiosa. Tradición que conservamos hasta el día de hoy.
En el año 1869, había permitido el Ayuntamiento de Turín a los centros benéficos poner en la plaza del Castillo una especie de feria para vender, durante los últimos días de Carnaval, cuanto creyeren oportuno en favor de sus asilados.
Don Bosco había sido el inspirador de la idea. Se publicaba en la prensa de la época que “era el carnaval de Turín de aquellos tiempos el más decoroso, tranquilo y divertido de toda Italia”. Existía una Comisión a propósito con plenos poderes y guardias a sus órdenes para velar por el orden, la moral y el respeto a toda clase de personas.
Antes de salir para Roma en su tercer viaje a la capital de Italia, don Bosco había dicho a los de casa, ante necesidades particulares del Oratorio, que estaba estudiando la manera de tomar parte en las fiestas de Carnaval. Sorprendidos, todos soltaron un ¡oh! de asombro, y dijeron casi escandalizados:
- ¿En el Carnaval los hijos del Oratorio?
- Sí, sí; iremos, mas no para adquirir las locas costumbres. Iremos según nuestra condición, para obligarle a él a ir adonde estamos nosotros.
Se tenían guardados todavía muchos objetos de la última tómbola y había pensado Don Bosco hacer algo con ellos. Invitados los buenos turineses anduvieron a porfía para enviarle más. Encargó al Caballero Oreglia de este asunto y él salió para Roma.
Preparó el Caballero su feria. Se componía de varias mesas decorosamente adornadas sobre un amplio palco detrás de las torres de la plaza del Castillo, mirando a la calle del Po. Envió al mismo tiempo unos graciosos versos en piamontés a sus conocidos y amigos, para que acudieran a admirar su feria y a comprar. También envió varias de estas invitaciones a Roma.
La feria del Caballero resultó una de las más bonitas y más abastecidas, especialmente en libros. La banda de música del Oratorio, para la cual había escrito el maestro De Vecchi expresamente una polka fantástica, titulada La feria de Gianduja atraía a mucho personal. Los jóvenes músicos iban vestidos con un traje amarillo de máscaras y sobresalía entre ellos el caballero Oreglia que, vestido de Gianduja[1], representaba magníficamente su papel, atraía a la gente a sus mesas con versos en dialecto, chistosos, ingeniosos y correctos.
Toda la nobleza de Turín acudía para oírle y él despachaba a buen precio sus mercancías. Acudió allí hasta el Príncipe Amadeo, el cual, después de estrechar amablemente la mano a Gianduja, le dejó la bonita suma de cien liras.
-          ¿Y qué vas a hacer con ellas, Gianduja?, preguntó el Príncipe.
-          Alteza, las repartiré entre mis amigos, que son los pobres, y después todos juntos rezaremos por la salud de Vuestra Alteza.
-          ¡Bravo, Gianduja!
Cuando el Caballero, después de haber contado las cosas más amenas de este mundo, dejaba descansar sus pulmones, soplaban los músicos sus instrumentos, en buena parte improvisados para aquella ocasión y de extrañas formas, que producían agradable efecto. La misma composición apareció desde entonces impresa en todo repertorio musical.
Durante tres días la feria entusiasmó hasta a los sacerdotes y religiosos que acudían allí en gran número. Fueron días de diversión honesta, benéfica y cristiana. Una vez más se cumplió lo que frecuentemente decía don Bosco: He hecho siempre de todo, para demostrar que uno puede divertirse sin ofender la ley de Dios.
Don Francesia escribía: …el Caballero Oreglia ha ido a descansar de su feria, que tuvo un éxito maravilloso. Se sacaron dos mil liras, aparte gastos, que fueron muy poca cosa, pero en comparación de los otros fue mucho. Nuestros objetos eran muy bonitos y preciosos, mas no de carnaval, y se vendió poco. Pero se hizo una bonita presencia. Puede decirse que toda la fiesta rodaba alrededor de nuestra feria, y que la música y Gianduia eran el motivo de un agradable pasatiempo. Más aún, creían muchos, y todavía lo creen, que el Caballero era un cura, por la moderación, el acierto y la bondad de sus bromas. Hubo quien tuvo la paciencia de escucharle desde las once de la mañana hasta medianoche. En Turín no se hablaba más que de la feria de don Bosco, por lo que algunos que no le conocen más que de nombre, pensaban que era él quien hacía de Gianduia. Bien puede decirse que siempre queda un san Antonio de esta suerte. La verdad es que el Gianduia de don Bosco ha marcado época, ha predicado la moral en día de impiedad y ha enseñado que se puede estar alegres sin ofender al Señor. Vino a nuestra feria hasta el Príncipe Amadeo, que oyó la música y dejó cien liras para la casa...
Mientras se agitaba la ciudad con el gran alboroto del Carnaval otras diversiones alegres y variadas animaban a los muchachos en el Oratorio, quienes supieron participar alegremente en el Carnaval bajo los principios de Don Bosco.


PARA LA REFLEXIÓN
1. ¿Has vivido alguna vez los días de Carnaval con sentido cristiano?
2. Si entiendes el Carnaval como una fiesta anterior a la preparación de la Cuaresma, ¿cómo lo transmites en tu entorno?
3. ¿Qué recuerdos de Carnaval tienes de tu infancia, con tu familia y amigos? ¿Lo disfrutabas –como dice Don Bosco- sin ofender la Ley de Dios?
Puedes consultar más ampliamente la historia de Don Bosco y el Carnaval de Turín pinchando en los siguientes enlaces:


[1] Gianduja: Se trata de un personaje cómico del antiguo teatro popular italiano piamontés, especie de arlequín, que se convirtió en máscara popular. Representaba a los falsos médicos charlatanes que iban por los pueblos ofreciendo medicinas milagrosas. También se puede encontrar escrito como “Gianduia”, porque en italiano la “j” no existe, aunque en piamontés, la lengua de esa región, sí la usan.


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