5 de noviembre de 2019

¿SABÍAS QUE...? - Número 6




…la vocación de Don Bosco estuvo llena de sacrificios?

VOCACIÓN SACERDOTAL
Don Bosco tuvo suerte de estar muy bien acompañado en su proceso de discernimiento vocacional, un acompañamiento que lo vivió desde muy pequeño en un camino que no fue sencillo: primero, su madre, quien lo va introduciendo en la práctica religiosa desde la sencillez y el sentido común; segundo, Don Calosso, siendo considerado por el santo como el padre que no tuvo y quien supo actuar como un guía positivo en el periodo de la adolescencia de Juan Bosco, iniciándolo en el camino espiritual; tercero, la influencia de sus compañeros de estudios, fundamentalmente de Luis Comollo y su tío José, y cuarto, Don Cafasso, a quien había conocido en el seminario y a quien acompañaba a las cárceles de Turín, siendo fundamental a la hora de elegir de optar por los jóvenes, especialmente los más necesitados.
A los veinte años, acabados sus estudios básicos y preuniversitarios, se plantea qué hacer en el futuro. Tiene muy clara su vocación sacerdotal, pero ¿hacia dónde? ¿cómo sacerdote diocesano o cómo fraile? Después de reflexionarlo durante un tiempo, decide entrar en el convento de san Francisco de la ciudad de Chieri. Pero no queda tranquilo y su espíritu inquieto le hace soñar de noche: una voz le increpa “Dios te prepara para otras mieses”. La consulta con José Comollo es determinante, y decide por fin ingresar en el seminario diocesano de Chieri.
Así, el 30 de octubre de 1835 Don Bosco entró en el seminario diocesano de Turín (abierto en Chieri pocos años antes). Sus años de seminarista estuvieron llenos de sacrificio, entre otras cosas por las exigencias de la disciplina a la que no estaba acostumbrado, los estudios de los tratados de teología, la convivencia con clérigos no siempre ejemplares y la búsqueda de modelos más elevados de vida sacerdotal.
El 5 de junio de 1841, cuando contaba con veinticinco años de edad, recibió la ordenación sacerdotal de manos del arzobispo monseñor Fransoni, en la capilla del arzobispado de Turín. Días antes, durante los ejercicios espirituales previos a la ordenación, Juan puso por escrito estos propósitos:
1)     No saldré de casa más que en caso de necesidad, para ejercer mi ministerio.
2)     Procuraré no perder el tiempo.
3)     No rehuiré humillaciones ni sufrimientos por la salvación de las almas.
4)     la caridad y la dulzura de san Francisco de Sales me servirán de guía en todas mis acciones.
5)     No me quejaré nunca de la comida que me sirvan y sólo la rechazaré cuando pueda ser mala para mi salud.
6)     Sólo beberé vino aguado, y éste como medicina, es decir, cuando fuese conveniente para mi salud.
7)     El trabajo es un arma poderosa contra los enemigos del alma; por lo tanto, nunca daré más de cinco horas al descanso al cuerpo. Sólo en caso de enfermedad descansaré después del almuerzo.
8)     Haré diariamente un rato de meditación y de lectura espiritual. Nunca omitiré la Visita o al menos una oración a Jesús Sacramentado.
9)     Emplearé un cuarto de hora por lo menos en la preparación y la acción de gracias de la Santa Misa.
10) No hablaré con personas del otro sexo, ni las visitaré más que en el ejercicio de mi ministerio.
Desde 1841 a 1844 amplió sus estudios y mejoró su formación sacerdotal en el Convictorio Eclesiástico para jóvenes sacerdotes de Turín. Allí cursó Teología moral práctica, teniendo como maestros al teólogo Luis Guala y a José Cafasso, que se inspiraban en la Moral antirrigorista de san Alfonso María de Ligorio. Durante ese período hizo prácticas pastorales acompañando a don Cafasso a las cárceles, predicando y, sobre todo, impartiendo catequesis a los grupos de jóvenes de los suburbios populares en los alrededores del convictorio y en la cercana iglesia de San Francisco de Asís.
Don Bosco estaba plenamente convencido de que Dios tenía un proyecto de vida para cada persona, de ahí que, en el futuro, optara por cuidar la experiencia vocacional en el Oratorio, por lo que cada joven debía responder a esa llamada del Señor, preocuparse por descubrir el proyecto de vida que el Dios tenía para él, y de esa elección dependía el futuro de cada uno de ellos. Por tanto, siempre seguirá este planteamiento como principio básico de su sistema educativo: encontrando el camino de cada uno, se encontrará la propia realización personal, la máxima felicidad, logrando así la salvación de su alma.

PARA LA REFLEXIÓN
1. ¿Qué he descubierto de nuevo en el episodio de la vocación de Don Bosco?
2. ¿He sentido personalmente la llamada del Señor para discernir mi vocación en la vida?
3. ¿He sabido dejar aconsejarme por las personas que el Señor pone en mi camino?

Puedes consultar más ampliamente la historia de la vocación de Don Bosco pinchando en los siguientes enlaces:
-          Consejo de Don Cafasso: http://www.dbosco.net/mb/mbvol1/mbdb_vol1_254.html
-          Consejo de Don José Comollo: http://www.dbosco.net/mb/mbvol1/mbdb_vol1_297.html

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