5ª CARTA
SOMOS IGUALES, PERO NO
IDÉNTICOS
Por José Jiménez Font
I.- IGUALES Y DISTINTOS
1.- El matrimonio está
formado por dos personas y lo primero que consideramos es que la persona no
es algo. Es alguien. Luego no se utiliza ni se manipula, sino que hay que tener
respeto a su personalidad.
2.- La persona es el ser más perfecto de la
creación porque posee unas características que no tiene ninguno otro. Tiene
cuerpo y alma, materia y espíritu. Tiene una inteligencia para discurrir y
razonar, y puede expresar sus pensamientos y comunicarse con los demás. Tiene
memoria para recordar y libertad para decidir lo que le parece mejor. Es capaz de
amar y ser amado de una forma consciente y libre.
3.- Posee además unas
características que van madurando conforme la persona se va desarrollando. La afectividad,
la comprensión, el tener criterios propios, el saber controlarse... Todo
esto da lugar a unos estados de madurez o inmadurez, que tanto hay que tener en
cuenta a la hora de decidir el contraer matrimonio.
4.- Observando al hombre y a
la mujer comprobamos que aunque son iguales en esencia y tienen
características comunes, sin embargo hay rasgos que los hacen distintos, por lo
que podemos afirmar que son diferentes y no solo en el cuerpo. O sea, iguales
pero no idénticos.
5.- Poseemos las
características citadas porque estamos creados a imagen y semejanza de Dios
y participamos de las perfecciones de Dios, aunque en un grado limitado. Pero
Dios es uno y no tiene sexo; en cambio nosotros estamos hechos en dos
expresiones distintas de la imagen de Dios, varón y hembra, que se complementan
y se atraen.
II.- DIFERENCIAS
1.- Convencidos de que entre
el hombre y la mujer hay una serie de diferencias, vamos a recordarlas no
desde una perspectiva técnica, que no es el objetivo de estas cartas, sino
desde una perspectiva humana y religiosa, con objeto de tenerlas en cuenta, ya
que pueden influir en las construcción del matrimonio y de la familia.
2.- Las diferencias no todas
son iguales. Hay algunas características naturales, porque dependen de la
naturaleza de la persona, y son las que uno tiene por su nacimiento. Otras
son adquiridas, que dependen de su educación, de la cultura en que se
desenvuelve, de las costumbres y de la sociedad...
3.- Hay algunas diferencias
que se observan en general entre el hombre y la mujer, salvo casos
particulares. El hombre atiende más al conjunto, mientras que la mujer
aprecia más los detalles. En cuanto a la manifestación de la inteligencia,
los dos son inteligentes; pero el hombre se muestra más calculador y la mujer
más intuitiva. También hay diferencias en la afectividad, conversación, etc.
4.- Hay diferencias que no
dependen del sexo, sino de la persona de cada uno. Por el temperamento,
los hay primarios, de reacción brusca o rápida, y secundarios, de reacción
lenta. Los hay de carácter introvertido o poco comunicativos, y extrovertidos
que comunican sus conocimientos y sentimientos con facilidad. Hay tímidos y
atrevidos; optimistas y pesimistas. Puede haber diferencias religiosas,
no solo en tener prácticas piadosas, sino en la influencia de la fe de cada uno
en su conciencia moral, criterios y decisiones sobre asuntos importantes para
el matrimonio y la familia.
III.- COMPLEMENTARIEDAD
1.- Esto de las diferencias
es una realidad con la que tendremos que contar para la unión, armonía y
compenetración del matrimonio, pues si cada uno se mantiene en su modo de ser,
en sus criterios, etc... es muy difícil, por no decir imposible, el formar una
“comunidad de vida y amor”.
2.- Es muy importante
darnos cuenta que somos complementarios, que uno tiene lo que al otro le
falta. Es como si entre los dos tuvieran las piezas de un puzzle. El tiene unas
piezas y ella tiene otras; y ninguno de los dos solo puede formar el puzzle.
Los dos se necesitan mutuamente.
3.- Es necesario convencernos
de que todos necesitamos de los demás y nadie se basta solo a sí mismo. En la
pareja cada uno necesita al otro, y la familia necesita de las condiciones de
los dos, y cuando falta uno de ellos, aunque se vaya saliendo adelante, se nota
su ausencia.
4.- No estaría mal tener en
cuenta estos cuatro verbos, que nos pueden ayudar a formar esa comunidad que
decimos:
> Conocerse. Ir descubriendo detalles nuevos para ir
avanzando en el conocimiento de la persona. Así la seguiremos admirando y
mantendremos viva la llama.
> Respetarse, comprendiendo que cada uno tiene sus
criterios, su historia, etc... y saber ceder uno y otro.
> Comprenderse. Y la mejor manera de conseguirlo es
poniéndose en el lugar del otro, con su manera de ser y sus circunstancias, y
entendernos el por qué de sus actitudes.
> Aceptarse tal como somos, sin querer cambiar al otro.
Lo que si se puede hacer es ayudarle a darse cuenta de las cosas que deberá
corregir, y así apoyarle para que cambie.
IV.- LA SEXUALIDAD
1.- Vamos a hablar de esta
cuestión con toda claridad y naturalidad para evitar confusiones que nos
pueden llevar a conceptos equivocados y a opiniones que nada tienen que ver con
la realidad.
2.- La sexualidad es un don
de Dios otorgado al hombre y a la mujer, y por tanto un don bueno, ya que
Dios no ha hecho nada que sea malo de por sí. Somos, pues, seres sexuados, con
un sexo determinado. Abarca toda la persona y dura toda la vida. Es la
expresión del ser como varón y como hembra, y se manifiesta por unos rasgos
físicos y psicológicos.
3.- No debemos confundir la
sexualidad con la genitalidad, que se refiere solo a los órganos
reproductores, que normalmente se tratan con más pudor. Por eso, al
confundirlos, se pasa del tabú a la obsesión, pensando que es sexo cuando sólo
es genitalidad.
4.- A veces también se
confunde la sexualidad con la pornografía, cuando la pornografía solo es
exhibición obscena del cuerpo, deleitándose en la impureza y muchas veces con
la finalidad mercantil.
5.- La dimensión sexual
nace de toda la persona y se dirige a toda ella, debiendo tener en cuenta:
la biología, o sea el cuerpo y su funcionamiento, la psicología, o la manera de
ser, de comportarse y de reaccionar, la mentalidad, la cultura, la educación;
todo aquello que constituye la persona e influye en ella.
6.- Si se vive la sexualidad
en esta totalidad y como expresión de amor, ayuda a encontrar la felicidad y es
camino de encuentro con Dios. Si no termina en fracaso.
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