4ª CARTA
LA FAMILIA CRISTIANA
Por
José Jiménez Font
I.- NACIMIENTO DE LA FAMILIA
1.- La familia cristiana nace con el sacramento del
matrimonio. Cuando los contrayentes han manifestado su amor y su consentimiento
y esta unión queda santificada con la bendición de Dios, ha nacido una nueva
familia.
2.- Los que “se casan por
la Iglesia” se comprometen a formar un determinado modelo de familia, la
familia cristiana. Parece lógico que si se contrae un compromiso libre y
voluntariamente, luego se intente cumplir lo prometido
3.- Antes ha habido un
noviazgo, más o menos largo, que ha servido para conocerse, aumentar la
confianza mutua, en definitiva para preparar el matrimonio. Ver si estamos
dispuestos a compartir nuestras vidas según el plan de Dios, o es mejor
romper esa relación y seguir cada uno su camino.
4.- El Concilio Vaticano II ha
redescubierto la importancia de la familia llamándola “Iglesia
doméstica” y por tanto comunidad cristiana, donde se vive y transmite la
fe.
5.- La familia será una
iglesia doméstica teniendo en cuenta principalmente estas ideas
fundamentales:
- Reconocer a Dios como
Padre, dándole el culto debido de adoración y expresarle nuestro amor.
- Aceptar la persona de
Jesucristo y su mensaje.
- Admitir la presencia del
Espíritu Santo y ser dóciles a El.
- Rezar juntos y tener
vivencia sacramental.
- Vivir con arreglo a los
criterios del evangelio, buscando los valores del Reino de Dios.
- Tener una auténtica
devoción a la Virgen María.
- Sentirnos miembros de la
Iglesia Universal.
II.- COMUNIDAD DE VIDA
Y AMOR
1.- La familia cristiana,
según enseña el Concilio Vaticano II, debe ser una “comunidad de vida y
amor”.
2.- Una comunidad de vida,
como ser vivo, nace, se alimenta, crece y se desarrolla, se reproduce y muere.
Si no reúne estas características, no cumple las condiciones de ser vivo.
3.- Nace, como hemos
dicho, con el sacramento del matrimonio.
4.- El matrimonio y la familia
se alimentan con una formación permanente que nos ayude a prepararnos
para ser buenos esposos y padres. A todos nos viene bien una mejor formación
humana y cristiana y una constante actualización.
5.- Crece y se desarrolla
como pareja y como familia cuando se va logrando la unidad y alcanzando una compenetración
cada vez mayor y se construye día a día con la ayuda mutua y la
comunicación.
6.- Se reproduce, si es
fecundo, al transmitir la vida. Si se ciega en sí mismo, caen en el egoísmo,
con el peligro de estancarse y morir. Es importante no sólo una fecundidad
biológica, teniendo hijos de acuerdo con una paternidad responsable, sino una
fecundidad espiritual y social, que se puede practicar con la adopción y
estando abiertos a colaborar en obras de la sociedad y de la Iglesia.
7.- Una familia cristiana
debe defender la vida, y una vida digna, no infrahumana o miserable.
Defender, proteger y ayudar a dar la vida y los derechos de todos: no nacidos,
niños adultos, enfermos y ancianos.
8.- Muere el matrimonio
cuando fallece uno de los dos.
III.- COMUNIDAD DE VIDA
Y AMOR - EL AMOR
1.- El amor auténtico es
darse y buscar el bien y la felicidad de la persona. Es base y el
fundamento de la familia y la familia es la mejor escuela del amor.
2.- Fijándonos cómo es el
amor de Dios y cómo ama una madre, podemos señalar estas
características.
- Ama primero. No
espera que lo amen para responder.
- Total, abarca a toda
la persona, queriéndola no por lo que tiene o por lo que hace, sino por lo que
es y tal como es.
- Comprometido. Dispuesto
a dar hasta su vida.
- Fiel. Entendiendo por
fidelidad no solo no engañar, sino permanecer y crecer en el amor.
- Gratuito. No espera
nada a cambio.
- Fecundo. No se cierra
en sí, sino que transmite vida.
- Sacrificado. No le da
importancia a los propios trabajos.
- Misericordioso. No
solo perdona, sino que justifica, soportando incluso sufrimientos e
incomprensiones.
- Universal. Amando a
todos sin preferencias.
- Comparte sentimientos.
Se alegra o entristece con los otros.
- Mutuo. Basado en la entrega
y la aceptación.
- Ayuda. a que uno se
desarrolle y dé de sí lo que lleva
dentro.
3.- El camino del amor empieza por una
atracción, va avanzando y llega a querer al otro o a la otra por sus
cualidades. Debemos cuidarlo, procurando no caer en la rutina.
4.- Es importante cuidar
los pequeños detalles de todos los días,
considerando que la ayuda mutua nos puede llevar a madurar juntos y a
crecer como personas y como familia.
IV.- CAMINAR BUSCANDO EL REINO
1.- En la segunda carta
hablamos del Reino de Dios y de nuestro deber de construirlo. La iniciación
de esta construcción del Reino de Dios está en la familia.
2.- La familia es la mejor
escuela, donde se aprenden de una manera más firme los valores humanos y
cristianos.
Si una familia vive procurando
conocer y practicar el mensaje de Jesús, y buscando el Reino de Dios como
estilo de vida, debemos estar seguros que Él no nos abandonará y nos dará lo
que necesitemos y sea para nuestro bien.
3.- Debemos trabajar para
que triunfe la causa de Jesús y la implantación de su Reino, comenzando por
nuestra familia. Tendremos dificultades y habrá que luchar contra
nosotros mismos y contra los demás; pero eso es lo que Dios quiere y espera de
nosotros.
4.- El matrimonio es una
vocación, una llamada de Dios a vivir sirviéndole de esta manera. Nuestra
respuesta debe ser vivir el matrimonio, no simplemente como una tradición o
una obligación, sino como una llamada de Dios, y ser fieles a esta vocación
actuando como Él quiere, y pensando que Dios nos escogió el uno para el
otro.
5.- Todos los cristianos
somos llamados a la santidad. No es una cosa reservada a unos pocos
privilegiados. Nos podemos y debemos santificar en todos los estados
(sacerdotal, religioso, casado, soltero...) sin distinción de edad, sexo,
condición, raza, etc...
De hecho hay santos no solo
religiosos, sino seglares casados, como San Fernando, San Isidro o Sta. María
de la Cabeza.
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