17 de septiembre de 2019

¿SABÍAS QUE...? - Número 4



…Don Bosco tuvo durante años la compañía de un perro que lo acompañó y lo defendió en momentos cruciales en que peligró su vida ante los ataques de algunos malhechores?

EL PERRO GRIS
Juan Bosco fue, además de un santo sacerdote, un aventurero que no tenía miedo de meterse en los barrios peligrosos de la ciudad de Turín, donde ejercía su ministerio. Su deseo por llevar a Cristo a los jóvenes, especialmente a los pobres y marginados, lo llevaba a trabajar hasta muy tarde, por lo que muchas veces regresaba al Oratorio cuando las calles estaban desiertas y acechaban ladrones e incluso fanáticos que deseaban “eliminar” al molesto cura que se metía “donde no lo llamaban”.
Una noche, volviendo a su casa atravesando un descampado, se le acercó un perro pastor alemán, fuerte y ágil como es propio de esa raza. Al principio el cura temió ser atacado, pero pronto comprobó que el animal no tenía esas intenciones sino que era cariñoso, como si se conocieran de siempre. Desde ese día, el perro al que bautizó como Grigio (Gris en italiano) se convirtió en su fiel compañero.
El propio Don Bosco cuenta en sus “Memorias del Oratorio” cómo apareció en su vida en 1852: «Una noche oscura, a hora algo avanzada, tornaba a casa solo –no sin cierto miedo–, cuando descubro junto a mí un perro grande que, a primera vista, me espantó; mas, al no amenazarme agresivamente, antes al contrario, hacerme carantoñas cual si fuera su dueño, hicimos pronto buenas migas y me acompañó hasta el Oratorio. Cuanto sucedió aquella noche, ocurrió otras muchas veces; de modo que puedo decir que el Gris me prestó importantes servicios». Don Bosco reconoce que ese primer encuentro fue el preludio de una relación marcada por una noble protección: “Todas las noches que no me encontraba acompañado por otros, superadas las últimas edificaciones, veía aparecer al Gris por algún lado del camino”.
En varias ocasiones, conocemos al menos tres, fue un verdadero “ángel custodio”, defendiéndole de ataques de malhechores, como aquella vez en que unos hombres emboscaron a Don Bosco lanzándole una capucha encima y procediendo a maniatarlo. Ahí mismo apareció el perro para enfrentar a los bandidos y, tal fue el susto que les provocó, que huyeron al momento. En otra ocasión le impidió salir a la calle y, poco después, Don Bosco se enteró de que rondaban por la zona varios individuos con la intención de hacerle daño.
Durante doce años fue un inseparable amigo y compañero de largas jornadas, y también cayó en gracia entre los jóvenes del Oratorio, con quienes se dejaba jugar y acariciar.  El último encuentro con el perro tuvo lugar en 1866, una tarde que caminaron juntos unos tres kilómetros hasta la casa de su amigo Luis Moglia, el Gris se quedó en la puerta. Al salir Don Bosco al rato a buscarlo, ya no lo encontró. Para él fue siempre un misterio ¿de dónde vino aquella noche tantos años atrás? ¿a dónde se fue esa tarde? Nunca lo supo, la referencia al respecto fue: Ahí quedó la última noticia que tuve del perro Gris, objeto de tantas preguntas y discusiones. Tampoco pude conocer nunca al dueño. Sólo sé que aquel animal fue para mí un verdadero regalo de la Providencia, protector en los muchos peligros que tuve que vivir”.
Como Don Bosco, miles de personas podrían contar las historias de sus mascotas, anécdotas divertidas, algunas de verdadera heroicidad de los animales por acompañar o salvar a sus dueños; y también, por qué no, ese momento triste en que debemos despedirnos. Los animales son verdaderos amigos silenciosos que no piden nada a cambio de su fidelidad. ¡Cuántos han dejado huella en nuestros corazones! Por eso debemos ser agradecidos con ellos y con el Creador, que supo darnos tan excelentes compañeros para el camino de la vida.


PARA LA REFLEXIÓN
1. ¿Cuál es hoy mi perro “Gris”?
2. ¿He sabido ver la mano de Dios en la compañía de alguna mascota?
3. ¿Qué me trae a la mente esta historia?

Puedes ampliar la historia del perro Gris de Don Bosco pinchando en los siguientes enlaces:
http://www.dbosco.net/mb/mbvol4/mbdb_vol4_543.html


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