Cinco cartas antes de casarse
1ª CARTA
CASARSE POR LA IGLESIA
Por
José Jiménez Font
I.-
FELICITACIÓN Y MOTIVO
2.- ¿No es importante comenzar una vida nueva, formar una familia,
convertirse en esposos, y lo más probable, en padres?
3.- Todo lo importante se prepara y por tanto conviene
preparar adecuadamente tanto la celebración como la vida de matrimonio;
adquirir una formación, unos conocimientos, sobre el matrimonio como
experiencia humana y sobre el matrimonio cristiano como opción religiosa, así
como aspectos prácticos de la familia.
4.- Es verdad que tenemos ideas generales, pero conviene
información concreta. Junto a ciertas ideas claras, hay alguna
desorientación sobre el matrimonio cristiano. Al lado de familias
ejemplares, se nos presentan otras poco aptas para ser tomadas como modelos. Es
una realidad el fracaso de muchos matrimonios, y en medio de esta confusión, la
propaganda nos lleva a ver como normal lo que en realidad no es normal, aunque
abunde.
5.- Estas cartas no pretenden dar lecciones. Eso sería una
pedantería. Solamente desean recordar ideas y aportar experiencias que os
puedan ser útiles, con un absoluto respecto a opiniones que puedan ser
diferentes, considerando que aunque sepamos muchas cosas, siempre el
conocimiento y la experiencia de los demás nos pueden servir de ayuda, sobre
todo en una aventura como la del matrimonio que encierra sus dificultades.
II.- EL MATRIMONIO
QUE ELEGIMOS
1.- Hay distintos modelos de matrimonio y de familia. Por
tanto, lo primero sería elegir qué modelo de matrimonio y de familia
queremos formar. ¿De los distintos tipos de familia que vemos en nuestra
sociedad, cual sería para nosotros el ejemplo a seguir?
2.- Esta elección y la decisión correspondiente son de la pareja,
aunque oigan alguna orientación o consejo, pero son los interesados los que
deben decidir libremente, después de una elección meditada, razonada y con
conocimiento sobre el tema. Nadie se lo debe imponer.
3.- Ante todo distinguir el matrimonio de una unión libre, privada que puede ser transitoria y
arbitraria o sin normas. Eso merece todo nuestro respeto y consideración; pero
es otra cosa distinta del matrimonio y debe tener otro nombre.
4.- Una unión libre o “de hecho” es una decisión de dos personas,
tan privadas que no tiene reconocimiento en la sociedad, ni normas y por tanto,
mientras no se legisle otra cosa, no da lugar a derechos ni a deberes de
ninguno de los dos, pudiéndose deshacer tan privadamente como se hizo, por
la sola voluntad de uno de los dos. Ninguno se ha comprometido formalmente y si
no hay compromiso, ni hay obligaciones ni existe ningún derecho.
5.- La importancia del
matrimonio es tan grande que trasciende a la propia familia y repercute en la
sociedad. Por eso en las distintas culturas se ha determinado la forma, las
consecuencias y los derechos y deberes de los que lo contraen y de los hijos si
los hubiera. En definitiva se ha constituido como institución.
6.- El matrimonio es una institución, es decir, una
sociedad formada por personas, para unos fines determinados, con derechos y
deberes mutuos, y por tanto sujeta a normas que no dependen de la voluntad
de las personas que la forman.
7.- Si nos referimos al
matrimonio sin ninguna incidencia religiosa, sólo sujeto a las normas de la
sociedad en que vivimos, de acuerdo con su cultura, tendremos lo que
llamamos “matrimonio civil”.
8.- Este matrimonio, en España, está regulado en el Código
Civil y está determinado la forma de contraerlo, las consecuencias y los
derechos y deberes, y tiene el valor de acto jurídico.
Lo que no se sienten católicos y contraen este
“matrimonio civil” son personas que valoran el matrimonio y son coherentes y los
respetamos profundamente.
Las normas pueden variar de un país a otro, incluso de una época a
otra, porque depende de las leyes, que pueden ser diferentes.
9.- Si unas personas son católicas y quieren realizar su
matrimonio de acuerdo con su fe, de modo que no solo tenga valor civil,
sino sentido religioso, contando con la presencia invisible de Jesús, tenemos
el matrimonio canónico o sacramento del matrimonio, celebrado en la
comunidad que es la Iglesia, por lo que vulgarmente lo llamamos “casarse por la
Iglesia”.
10.- Las normas de la Iglesia, que están basadas en la razón y
en la Revelación (en la Palabra de Dios) están en el Código de Derecho
Canónico y rigen para los católicos.
III.- EL MATRIMONIO
CRISTIANO
1.- En estas cartas nos dirigimos a novios o esposos católicos, que
han elegido “casarse por la Iglesia”, y parece lógico pensar que lo han
decidido así porque son cristianos, personas que tienen fe en Jesucristo y
quieren formar una familia siguiendo a Jesús.
2.- Pueden haber quienes quieran “casarse por la Iglesia” por
otros motivos: porque está bien visto, porque la Iglesia es un lugar bonito,
presiones familiares, quedar bien con otros... Sinceramente creemos que con
solo estos motivos no tiene sentido el matrimonio cristiano.
3.- Lo que da sentido al matrimonio cristiano es querer ser
seguidores de Jesús de Nazaret, convencidos de que merece la pena, y por
tanto que El esté presente en nuestra vida todos los días.
4.- Tiene sentido el matrimonio cristiano cuando:
- queremos sentir la presencia de Jesús en nuestro
matrimonio y en nuestra familia
- esperamos su ayuda en las necesidades
- queremos agradecerle los momentos felices
- confiamos en que nos dará fuerza para cumplir los deberes
de esposos y padres
- queremos aprender de Él en todas las actitudes.
5.- En definitiva, elegir el matrimonio canónico, querer celebrar
el sacramento del matrimonio, solamente tiene sentido desde la fe
El “casarse por la Iglesia” sin fe no se lo prohibe nadie; pero
suena a cosa vacía que no tiene nada que ver con su estilo de vida. No es una
cosa coherente. Es un culto vacío.
IV.- LA
RELIGIOSIDAD
1.- Muchas veces vemos que las cosas de esta vida no colman
nuestras ansias ni nos producen una felicidad completa.
Surgen grandes interrogantes:
- ¿Qué sentido tiene la vida?
- ¿Y el dolor?
- ¿Todo termina con la muerte?
- ¿Cuál es nuestro destino?
2.- Cuando queremos encontrar respuesta, reconocemos seres
superiores a nosotros y buscamos el ser supremo, el absoluto, al cual
llamamos Dios, como el alma de todo lo que existe, para relacionarnos con
El, y eso es la dimensión religiosa del hombre, la religiosidad.
3.- En todos los tiempos, en todas las culturas, los hombres han
buscado y han encontrado uno o varios dioses y los han adorado, porque la
religiosidad es algo natural, buscar a ese ser supremo, relacionarse con él y
darle culto. Toda persona madura tiene un nivel religioso.
4.- Las religiosidad será auténtica si yo hago a Dios el valor
fundamental de mi vida y todo lo organizo con relación a Él.
5.- Si Dios no entra en mi vida y la religiosidad se reduce a
unas devociones, unas prácticas o unos ritos, es una religiosidad
superficial que puede ser hasta ridícula.
6.- Al querer vivir la religiosidad buscamos alguien en quien
encontremos la verdad, alguien que nos convenza, que nos inspire confianza,
alguien de quien nos fiamos y entonces aparece la fe.
V.- LA FE
1.- La fe, humanamente hablando, es confiar en alguien,
generalmente con más conocimiento que yo, que no me engaña y que quiere mi bien
y mi felicidad.
Por tanto, me convence, me fío (aunque algunas
veces no lo entienda), lo creo y hago lo que me dice.
2.- La fe cristiana es esto mismo cuando ese alguien es
Jesucristo.
3.- La fe cristiana no es un hecho sociológico o de
costumbre, sino que es descubrir a Cristo, encontrarse con El y
aceptarlo, fiarse de El, recibir y acoger su mensaje creyendo lo
que nos dice, y tratar de vivirlo en la Iglesia.
4.- Con la luz vemos lo que hay fuera de nosotros. Con la
luz natural o artificial vemos los objetos que nos rodean. Con la luz de la
fe tenemos una visión sobrenatural de la vida y de lo que en ella ocurre.
5.- La fe, don de Dios, se recibe o se inicia en el bautismo
y luego hay que alimentarla, desarrollarla y madurarla. A esta tarea nos pueden
ayudar la familia, el colegio, la parroquia...
La fe se alimenta y vive con : la oración, la
palabra de Dios, la formación y los sacramentos, principalmente la
reconciliación y la eucaristía, que los podemos recibir con frecuencia.
6.- La fe es una opción personal, porque convence. Por
tanto debemos pasar de una fe sociológica o de costumbre a una fe personal,
de una fe infantil a una fe adulta o madura, de una fe débil a una fe robusta,
de una fe de sentimiento a una fe razonada, de una fe sin compromiso a una fe
responsable y vital.
VI.- LA FE Y LA
VIDA
1.- La fe influye (o debe influir) en nosotros de tal
manera que marca un estilo de vida. No podemos vivir como si no
tuviéramos fe, sino que la fe tiene que impregnar toda nuestra vida, de
manera que responda a lo que decimos y creemos.
2.- Hoy se habla mucho de coherencia. Ser coherentes consiste
en que coincidan lo que pensamos, lo que decimos y lo que hacemos. Si una
cosa va por un lado y otra por otro, no somos personas coherentes y no nos
creerán.
3.- No podemos (o debemos) decir que somos cristianos, participar
en algunos actos, incluso pertenecer a alguna asociación, o tener algunas
devociones, y que nuestra vida esté al margen del mensaje de Jesús.
4.- Sin fe no hay visión sobrenatural de la vida; todo se queda
“de tejas para abajo”, lo que alcanzamos con los ojos o con nuestra razón, y si
no encontramos explicación a las cosas viene el aburrimiento o la desesperanza.
Con la fe se ven las realidades del mundo sobrenatural y aparecen las
respuestas a los interrogantes de la vida. Por eso nos hace encarar la vida con
otro estilo, con otro talante.
5.- La fe nos lleva a
vivir toda la existencia confiando en Jesús, por lo que nuestros
criterios, nuestras reacciones y nuestros comportamientos tienen que responder
a esa confianza en El.
6.- Con fe, debemos entender el matrimonio desde esa
confianza en Jesús y de acuerdo con sus enseñanzas, para celebrarlo y vivirlo
con su presencia entre nosotros.
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