…Don Bosco, aplicando sus dones innatos
de liderazgo, y para atraer hacia el bien a sus compañeros de estudios, fundó
la Sociedad de la Alegría como un camino de santidad?
LA
SOCIEDAD DE LA ALEGRÍA
En 1831, superadas algunas dificultades
familiares, completó los estudios básicos e inició los de humanidades, primero
en Castelnuovo y, más tarde, en Chieri. Para costearse los estudios, realizó
toda clase de trabajos: dio clases particulares, se empleó como aprendiz de
sastre…
Sus compañeros del Instituto le apreciaban de
veras. Se lo pasaban bien con Juan, que con sus habilidades de prestidigitador
los tenía embobados. Él seguía pensando que esos dones que Dios le había
concedido los debían emplear en beneficio de las almas. Y un día se le ocurrió
reunir a sus compañeros para proponerles fundar una sociedad. Les dijo: Una sociedad es una reunión de muchachos
que trabajan y estudian durante la semana y el domingo se divierten… Ya he pensado
en el nombre: se llamará Sociedad de la Alegría, porque estaremos siempre alegres… ¿Quién
se apunta?
Varios querían ser los primeros en apuntarse,
pero antes de tomar sus nombres, Juan quiso exponer los requisitos para ser
socio: ¡Un momento! Antes
tengo que explicaros las condiciones… Lo primero es que no se admitirán socios
mal hablados. Al que blasfeme o diga obscenidades se le expulsará en el acto.
Otra condición es que no se admitirán a los vagos. Tampoco admitiremos a los
que no estén dispuestos a ser buenos cristianos. Los que no quieran ir a Misa,
ni confesarse cuando haga falta, no caben en esta sociedad. ¿Vale?
Unos quince decidieron apuntarse, y el primer
acto de la nueva sociedad fue visitar a la Virgen en uno de sus santuarios.
Además, les dio un Reglamento muy sencillo:
1.
Ninguna acción, ninguna conversación que pueda
avergonzar a un cristiano.
2.
Cumplir con los propios deberes escolares y
religiosos.
3.
Estar alegres.
La
alegría es como un clavo que Don Bosco lleva clavado en la mente. Domingo
Savio, su alumno predilecto, llegará a decir: “Nosotros hacemos consistir la santidad en estar siempre alegres”.
La alegría es para Don Bosco una profunda satisfacción que nace del saberse en
las manos de Dios y, por tanto, en buenas manos.
Decía
Don Bosco: “En 1832 mis compañeros me
honraban como a un capitán de un pequeño ejército”. Jugaban al tejo, a los
zancos, saltaban, corrían. Se organizaban partidos animados y alegres. Cuando
estaban cansados, subía Juan a una mesita plantada sobre la hierba y les hacía
juegos de manos. Sacaba de una bolsita hasta cien pelotas coloradas y una
docena de huevos de un bote vacío. Recogía bolitas en la punto de la nariz de
los espectadores, adivinaba el dinero que tenía en el bolso; con un simple
golpe de sus dedos, reducía polvo monedas de cualquier metal». Lo mismo que en
I Becchi, todo aquel jolgorio terminaba con las oraciones.
Fueron famosos en Chieri su piedad y su
temple, sus habilidades y su maravilloso aprovechamiento en los estudios; tal
es así que muchas familias le buscaban para que ayudara a repasar a sus hijos;
algunos, compañeros de clase, y otros, de clases superiores de humanidades y
retórica; así empezó a dar clase y a atender alumnos en las casas particulares.
El objetivo principal de Juan era hacer el bien, aunque tampoco rechazaba las
pequeñas retribuciones que le ofrecían, de forma que –gracias a la Providencia-
no le faltaban los medios para proveerse de lo que necesitaba: ropa, objetos de
clase y demás gastos, sin ocasionar molestias a la familia. Por todas partes le
llamaban para entretener a las familias, y él se prestaba a ello de buena gana,
siempre que podía hacerlo sin daño para sus estudios o la virtud. Era consejero
de los compañeros, era pacificador y hasta maestro en el camino de la
perfección. Efectivamente, la Sociedad de la Alegría seguía sus actividades,
con gran provecho para sus asociados.
La Sociedad
de la Alegría tuvo éxito. Sus miembros acudían regularmente a
una iglesia cercana para recibir clases de catecismo y, todas las semanas, los
socios se reunían para charlar y rezar. Los domingos, junto con otros amigos,
hacían deporte o realizaban excursiones. Si hacía mal tiempo, Juan les
entretenía con sus piruetas y juegos de manos. Ya era un auténtico juglar de
Dios, un apóstol de los jóvenes.
Sin duda Don Bosco supo crear un tipo de
santidad, la de la alegría.
PARA LA
REFLEXIÓN
1. ¿Cuál
es hoy mi “Sociedad de la Alegría”?
2. ¿He
aceptado mi sufrimiento o el de mis seres queridos como algo que me acerca más
a Dios?
3. En mi
camino de santidad, ¿participo de forma alegre?
Puedes consultar lo relativo a la Sociedad de la Alegría en
las Memorias Biográficas de Don Bosco pinchando en los siguientes enlaces:
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