LAS
HERMANDADES Y COFRADES ANTE EL SIGLO XXI
I.- INTRODUCCIÓN
1.- Desde el Concilio
Vaticano II existe una labor eclesial,
profunda, de renovar todas las instituciones de la Iglesia. Y ningún
cristiano sensato duda de que las Hermandades y Cofradías son instituciones de
la Iglesia.
2.- Las Hermandades y
Cofradías han nacido y vivido en el seno de la Iglesia. Y seguirán viviendo
bajo la sombra de la misma si quiere seguir dando frutos de vida cristiana.
3.- Para dar frutos
también en el s.XXI es necesaria la puesta al día de todas las Hermandades y
Cofradías. Ir a sus propios orígenes, estudiar los fines de las mismas y los
medios que se empleaban.
4.- Hoy, los fines no
han cambiado: dar culto a Dios, ser buen cristiano y realizar una labor social,
pero las formas, los caminos habrá que revisarlos y ponerlos al día.
5.- Toda renovación
encuentra resistencias por aquello de que
«siempre se ha hecho así». Hay tradiciones que en su tiempo tenían un
gran valor y, hoy, tienen poco o nulo.
6.- Tenemos que
afrontar lo que se llama normalmente: la renovación, la revisión y la puesta al
día de todas las instituciones de la Iglesia.
7.- La renovación tiene
un camino: conciencia de cristiano comprometido en la sociedad.
II.- EL CAMBIO
1.- Cuando la Iglesia habla de cambio, de reforma, de
transformación... no se trata sólo de cosas externas, sino que se trata
fundamentalmente del corazón del hombre cofrade y, a través de él, humanizar la
sociedad.
2.-
Si difícil es cambiar una tradición, un paso por otro, un palio, una corona, un
recorrido... mucho más difícil es cambiar el corazón humano. Y, en este punto concreto, todos los cofrades están de acuerdo en que lo que hay que
mejorar es el corazón de todo cofrade.
3.- Si todas las Hermandades buscan el verdadero culto, el
ser mejor cristiano y el hacer la obra social... todos los Hermanos tendrán que
dar gracias a Dios por la ayuda de la Iglesia, para mejorar el culto, la vida cristiana, la capacidad de
compromiso social en favor de personas necesitadas y sumidas en diversas
pobrezas, le presta.
4.-
Hay que llevar al ánimo de los miles de Cofrades que se pongan, personal y
libremente, en actitud de conversión, de renovación...
5.- Hay que combatir el escándalo de los que se llaman
cristianos y no viven el evangelio ni evangelizan, se desentienden del
compromiso social y sólo se preocupan del culto externo.
III.- EL CULTO A LAS IMÁGENES
1.- En el fondo, el culto no se da a las imágenes, sino al
Señor, a la Virgen y a los Santos representados en sus imágenes.
2.-
En el culto a las imágenes hay muchos peligros. Ya San Juan de la Cruz decía
«una imagen te puede acercar a Dios o apartar de Dios». La imagen es una representación
de Alguien.
3.- Hay tres clases de culto:
· latría: sólo a Dios (Eucaristía)
· dulía: culto a los santos
· hiperdulía: culto a la Virgen
4.-
En el momento en que se pierda de vista que la imagen es representación y sólo representación de una realidad trascendente
se corre el peligro de idolatrar esa
imagen.
5.- Cuando la imagen no te ayude a cambiar el corazón, a
ser mejor cristiano, se corre el peligro de idolatrar la imagen.
6.-
La medida de la calidad, bondad y autenticidad del culto que tú das a la imagen
es la mejora diaria de tu corazón: ser bueno.
7.- Las otras medidas: salir de nazareno e incluso descalzo, llevar, cruces o el paso o
las andas... son signos externos de «cambios del corazón»; pero si no se cambia
el corazón esos signos tienen poco sentido.
IV.- PENSANDO EN CRISTIANO
NO ES CORRECTO...
1.-
Oponerse a una puesta al día, dar profundidad al culto y a la mejora
del comportamiento cristiano y
social de los Cofrades.
2.-
Creer que mi Hermandad es la mejor del mundo y no tiene que rectificar
nada.
3.-
Pensar que mi Hermandad poco tiene que ver con la Iglesia o que no
depende de ella para nada, olvidando el sentido de «comunión».
4.-
Andar enfadados con otra Hermandad como si tratara de «enemistades»
entre partidos de fútbol o discrepancias políticas.
5.-
Desconocer, a estas alturas, los
deberes y obligaciones de los seglares
cristianos que ha formulado con claridad el Concilio Vaticano II.
6.-
Impedir, de entrada, cualquier clase de renovación y puesta al día.
7.-
Olvidar que la Hermandad la forman
la Junta y todos los Cofrades y no solo la Junta.
8.-
No estar en armonía Párroco,
Junta o Hermanos y achacarlo a mala fe de alguien.
10.-
Avergonzarse de pertenecer a la Iglesia en una sociedad en la que
abundan los indiferentes e incluso anticlericales.
11.-
Anunciar los cultos de cara al exterior
sin fijarse en la transformación del corazón.
V.- EL CULTO
1.- El culto es a Dios. Siempre a Dios. El mismo culto a la
Virgen o a los Santos están dirigidos a Dios. Llevan gratitud a Dios.
2.-
El culto tiene dos finalidades:
·
reconocer la grandeza, la bondad de Dios
·
renovar el corazón del hombre.
3.- El culto tiene dos campos:
·
el interior: que se realiza en el corazón
·
el exterior: que se manifiesta al exterior
4.-
El culto más importante es siempre el que se realiza en el corazón del hombre.
5.- El culto exterior, solemnísimo, sirve de poco si no hay
cambios en el corazón.
6.-
El mayor y solemne culto que se da a Dios es
la celebración y participación en la Eucaristía. En ella Cristo,
presente, habla o intenta hablar al corazón de cada hombre.
7.- Que un hombre sencillo no sepa lo que es la Misa puede
ser explicable. Pero que un Cofrade no lo sepa, no tiene explicación.
8.-
La frase: «a mí la Misa no me dice nada», manifiesta una ignorancia parecida a la de «A mí el Museo del Prado no me dice nada».
9.- Ser Hermano nada más que para salir de nazareno es poca
cosa. Tiene valor, pero poco.
VI.- LA RESPONSABILIDAD
DE LAS HERMANDADES
1.- No cabe duda que las Hermandades representan una fuerza
religiosa, cristiana y eclesial, de gran importancia, en las capitales y
pueblos en donde existen.
2.-
La buena o regular marcha de una Hermandad, que depende de la Junta de
Gobierno y de los hermanos, repercute o tiene que repercutir en el
ambiente ético del pueblo.
3.-
Los cambios del corazón no se hacen en 24 horas ni se consigue simultáneamente
y a la vez en todos los Hermanos. Es acción lenta.
4.-
Un corazón humano necesita su tiempo, su reflexión, su arrepentimiento, su
acercarse al Sacramento de la Penitencia o del Perdón.
5.- También se necesita mantener el cambio y perseverar en
él. No se trata de hacer una confesión y, después, seguir igual.
6.-
En este cambio del corazón trabaja el Espíritu Santo, que es el gran consejero
interior y se sirve de todo para llamar al hombe, también de la propia
Hermandad.
7.- No se debe olvidar que la conversión del corazón del
cofrade no es tanto asunto de la Hermandad, cuanto de la docilidad a la acción
del Espíritu Santo que se sirve de la Hdad.
VII.- PREGUNTAS
1.- Todas las Instituciones de la Iglesia han tomado en
serio la renovación. Tu hermandad, ¿ha tomado ese camino?
2.-
¿En qué medida piensas que tu Hermandad pone cimientos para luchar de forma
constructiva y eficaz con la sociedad consumista y poco solidaria que tenemos hoy?
3.- ¿Cómo tenemos que evangelizarnos para poder
evangelizar?
4.-
¿Es admisible, hoy, que se pueda gastar más dinero en hacer túnicas nuevas que
vestir al desnudo?
5.- ¿Está bien dar mucho culto a las imágenes y poco a la
Eucaristía? ¿Por qué no?
6.- ¿Eres de los
que piensan que ni tú ni tu Hermandad tienen nada que modificar en una
mayor incidencia en la sociedad?
7.- ¿Siguen los Hermanos el consejo de la Virgen: «Haced lo
que Él os dice»?
8.-
¿Qué pensar de los Hermanos que van a
visitar la imagen de su Cristo y no pasan, ni antes ni después, por el Sagrario
en donde está Cristo realmente presente?
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