Queridos amigos,
En la misión de los salesianos, la compasión y la misericordia no son sólo ideales, sino acciones vitales que dan forma a nuestra relación con Dios y con aquellos a quienes servimos, ya que estamos llamados a imitar a Jesús «Buen Pastor» a la manera de Don Bosco. Vivimos nuestra vocación con profunda empatía, comprensión y cuidado, ya que la compasión nos invita a estar al lado de los menos privilegiados, especialmente los jóvenes, ofreciendo no sólo ayuda material sino también apoyo emocional y espiritual.La espiritualidad salesiana nos enseña a abrazar la misericordia, como hizo Don Bosco, viendo la dignidad de cada persona. Al renovar nuestro compromiso con esta misión, reflexionemos sobre cómo profundizar nuestras relaciones con aquellos a quienes somos enviados a servir. Podemos ser instrumentos del amor de Dios, mostrando misericordia en nuestras palabras y acciones, y rezamos para que podamos vivir nuestras relaciones con compasión y misericordia, reflejando el amor de Dios en todo lo que hacemos.
P. Jose Joseph SDB
Tesorero, economato general salesiano
Hace poco más de un mes que nos dejó el Papa Francisco, el Papa de la misericordia y de la compasión. Su vida, su magisterio y su estilo pastoral nos recuerdan que la compasión no es un sentimiento débil o una emoción pasajera. Al contrario, la misericordia y la compasión son atributos esenciales de la Trinidad y del corazón de Jesús de Nazaret. Son el alma viva de la Iglesia misionera.
La compasión, en palabras de Francisco, es una fuerza transformadora que brota del corazón de la Iglesia y expresa su identidad más profunda. En Evangelii Gaudium, lo dice claramente:
«La misión en el corazón de la gente no es una parte de mi vida, ni un adorno que pueda quitarme; no es un 'extra' o un momento entre muchos. Es algo que no puedo arrancar de mi ser si no quiero destruirme a mí mismo» (EG 273). La intención misionera salesiana de este mes, que nos invita a pedir el don de la compasión y de la misericordia en nuestras relaciones con aquellos a los que somos enviados, adquiere una urgencia renovada. No se trata simplemente de hacer el bien o de cumplir una tarea pastoral. Se trata de dejarnos tocar, conmover, moldear y transformar por el dolor de los demás. En una homilía de 2015, el Papa dijo: «Hoy la Iglesia es madre, es nuestra madre. Es madre y camina con nosotros, llora con nosotros.... Una Iglesia que no llora es una Iglesia fría, que no siente el dolor de sus hijos. Una Iglesia que no llora no puede ser madre». Siguiendo este pensamiento, podríamos decir con toda claridad: una Congregación Salesiana, una inspectoría, una comunidad, un salesiano, un miembro de la Familia Salesiana que no siente el dolor de los jóvenes y no es capaz de llorar con ellos, no puede llamarse madre, padre, hermano o amigo. De hecho, la misión salesiana no nace de nuestros planes estratégicos o proyectos técnico-pastorales, sino de un corazón sensible como el de Don Bosco, que, tocado por el amor de Cristo, llora en la cárcel de la Generala y transforma esas lágrimas en acción concreta, fundando el Oratorio Salesiano como familia-hogar, escuela, iglesia y patio que devuelve la esperanza y la sonrisa a los olvidados de este mundo.
Hoy más que nunca, estamos llamados a dejarnos mover por esa misma compasión que nos impulsa a ser una Familia Salesiana «en salida», con las puertas abiertas a todos. Francisco prefiere «una Iglesia herida por salir a las periferias antes que una Iglesia enferma por su encierro» (EG 46). Que la misericordia y la compasión hagan de nosotros presencia viva de ternura y justicia, capaces de llorar, amar y actuar con el corazón de Cristo, verdaderos misioneros a la manera de Don Bosco.
P. Jorge Mario Crisafulli, nuevo Consejero General para las Misiones
No hay comentarios:
Publicar un comentario