Esta presentación tiene el triple objetivo de motivar a los hermanos a responder la
invitación misionera del actual sucesor de Don Bosco, mejorar los procesos de discernimiento, de formación y de inserción
y armonizar las orientaciones
operativas actuales.
Parte I. Repensar las Misiones
Hoy
Hoy nos encontramos en un contexto diverso de los
proyectos misioneros que han difundido la Congregación en América (1875), en
Asia (1906) y en África (1980). Nuevas perspectivas e interrogantes nos llevan
a nuevas reflexiones misionológicas. Urge una visión renovada de las misiones
salesianas.
1. La
Vocación Misionera y el Carisma Salesiano
Las Misiones
La Trinidad es la fuente de existencia y de la naturaleza
misionera de la Iglesia. Es más, el concepto de comunión se sitúa en el corazón
de la autocomprensión de la Iglesia.[3] Misión y comunión,
por tanto, son esenciales para una adecuada comprensión del misterio de la
Iglesia. Por eso, cada iglesia local, incluso las de reciente creación, en
cuanto miembro de una comunión de iglesias, es corresponsable de ayudar a las
otras iglesias locales en la diversidad de necesidades. Es de subrayar que ya
el Vaticano II había subrayado que la acción misionera debe extenderse también
a las iglesias que existen «desde fecha antigua» pero que «se encuentran en fase de
retroceso o en situación de debilidad».[4]
Colaboramos con la Iglesia en cumplir su misión para la
evangelización (Mt 28, 19-20).[5] Anunciar el Evangelio,
especialmente a los jóvenes, es nuestro compromiso misionero primario.[6] Nuestras iniciativas para
la promoción humana, motivadas desde una fe profunda, son un Primer Anuncio.
Apreciamos los “rayos de Verdad” en las culturas y en las demás religiones. En
los contextos en los que no podemos ni siquiera mencionar el nombre de Jesús,
lo anunciamos con el testimonio de vida personal y comunitaria.[7] La intencionalidad en la promoción del Primer
Anuncio nos puede ayudar a superar el peligro de ser considerados como meros proveedores
de servicios sociales o trabajadores sociales en lugar de testigos del primado
de Dios y anunciadores del Evangelio.[8]
Ciertamente, hoy
existen pueblos y contextos socioculturales en los que Cristo es desconocido.
En muchos Países, especialmente en los centros urbanos, en el mismo barrio, hay
personas que no conocen a Jesús, aquellos que tras haberlo conocido lo han
abandonado, o aquellos que viven su fe como una cuestión meramente cultural.
Por tanto, ‘las misiones’ se encuentran donde haya necesidad de anunciar el
Evangelio. Hoy “las misiones” no pueden ser entendidas sólo en términos
geográficos, de movimiento hacia “tierras de misión” como en otros tiempos sino
en términos sociológicos, culturales, y además de presencia en el continente
digital. Hoy los misioneros provienen de los cinco continentes y son enviados a
esos cinco continentes. Este movimiento misionero multidireccional ocurre ya en
muchas diócesis y congregaciones. Para nosotros Salesianos ha sido el “Proyecto
Europa” que nos ha puesto frente a este cambio de paradigma misionero, que
exige a muchos hermanos un camino de conversión en la mente y el corazón, para
hacer suyo este paradigma.
Una Característica Esencial del Carisma Salesiano
Don Eugenio Ceria
afirmaba que «la idea misionera en Don Bosco creció, se puede decir, con él. En
primer lugar era una voz interior que lo llamaba a llevar el Evangelio a los
países infieles; a partir de ello fue una llama de celo, encendida desde el
anhelo de extender también a ese campo las actividades de sus hijos».[9]
Don Pablo Albera, en su lugar, sintetizó el espíritu misionero de Don Bosco
así: «Las misiones eran el tema preferido de sus discursos, y sabía infundir en
los corazones un anhelo tan vivo de convertirse en misioneros que parecía la
cosa más natural del mundo... para Don Bosco el segundo fin de su Congregación
debía ser el de las misiones y nada le impidió abrazarlo en toda su extensión».[10] Se trata no sólo de un interés personal sino de un verdadero charisma
fundationis que nuestro fundador ha transmitido a sus salesianos y a toda
la Familia Salesiana.[11]
Por este motivo el CG
19 afirmó que «la Congregación Salesiana ... revive el ideal de Don Bosco, que
quiso que la obra de las misiones fuese una ansiedad permanente de la
Congregación, de tal forma que fuese parte de su naturaleza y su fin último».[12]
«La mente y el corazón del Fundador», escribió don Viganò, «y la tradición
vivida ininterrumpidamente en Familia, confirman abiertamente que la dimensión
misionera es un “elemento esencial de nuestro carisma».[13]
El actual Rector Mayor afirma que «la dimensión misionera forma parte de
nuestra identidad».[14]
Además, son las misiones las que nos impulsan como Congregación a liberarnos de
las «inercias paralizadoras», haciendo nacer «bellos sueños que se convierten
en realidad».[15]
El Espíritu Misionero Salesiano
Como salesianos, somos
verdaderos misioneros de los jóvenes y la juventud es nuestra tierra de misión.[16]
Nosotros salesianos vivimos todos el espíritu misionero de Don Bosco como
corazón de la caridad pastoral que se manifiesta en el “corazón oratoriano”, en
el fervor, en el impulso y en la capacidad de diálogo intercultural e
interreligioso. Es la pasión por evangelizar, sobre todo a los jóvenes, y la
disponibilidad a ser enviados donde sea necesario, expresada en el “ci vado io”
(“voy yo”), considerado por Don Alberto Caviglia como el “slogan salesiano”. En resumen, el espíritu misionero – sintetizado
en el ‘Da mihi animas’ – es típico de todo salesiano, porque está
enraizado en el carisma salesiano mismo. Es este espíritu misionero el que nos
hace vivir la vida consagrada salesiana «en permanente estado de misión»[17].
La experiencia
misionera en tiempo de vacaciones para los hermanos jóvenes, para los
formadores y para los docentes de los centros de estudio, así como las
experiencias en las comunidades formativas internacionales, favorece la
apertura de la mente, las relaciones interculturales e interreligiosas y, en
último término, el espíritu misionero salesiano.[18]
La oración misionera del once de cada mes, la Jornada Misionera Salesiana
anual y otras iniciativas de animación misionera ayudan a mantener vivo el
espíritu misionera en cada comunidad e Inspectoría. Es el mismo espíritu
misionero que hace que cada comunidad salesiana esté disponible a acoger y
acompañar a los nuevos misioneros que llegan a su Inspectoría.
La Vocación misionera Salesiana
El hecho de que toda
la Iglesia sea misionera no excluye que haya misioneros ad gentes y ad
vitam por vocación. Del mismo modo, hay salesianos que se sienten llamados
con total disponibilidad para ser enviados a cualquier parte del mundo (ad exteros) fuera del propio contexto
cultural y de su propio país para colaborar con celo y audacia en las nuevas fronteras de nuestra misión de
evangelización donde la Iglesia no está plenamente establecida (ad gentes).
Es una entrega radical y plena, que por su propia naturaleza, implica una total
disponibilidad sin límite de tiempo (ad vitam).[19]
A través del
Sacramento del Bautismo, todos los cristianos forman parte del pueblo de Dios y
participan de la misión de la Iglesia. Nuestra profesión religiosa es una
profundización singular y fecunda de nuestra consagración bautismal, en vista
de nuestra misión particular en la Iglesia.[20]
De aquí surge la vocación misionera salesiana como una llamada del Señor,
dentro de nuestra vocación salesiana común.[21]
Por esto la vocación misionera salesiana, es un aspecto esencial del carisma de
Don Bosco (Const. 30), siendo una expresión más radical de la caridad
pastoral. Es un don del Señor, que necesita ser pedido en la oración, suscitado
en los hermanos, verificado a través del discernimiento y acompañado su
crecimiento. Las misiones salesianas forman parte de la única misión salesiana.
Por esto, el misionero salesiano no pertenece a una élite de hermanos
privilegiados, sino que quiere expresar de una manera más generosa y radical la
común vocación salesiana de todos los hermanos.
El actual Rector Mayor
ha recordado en diversas ocasiones que ningún Inspector puede obstaculizar el
envío misionero de un hermano, que haya hecho un camino de discernimiento de la
vocación sobre su vocación misionera con la ayuda de su Director, la guía
espiritual del mismo Inspector, sólo porque esté falto de personal o porque la
Inspectoría necesite de él. El envío misionero en la Basílica de María
Auxiliadora en Valdocco es un gesto con el cual la Congregación renueva,
delante de la Auxiliadora, su compromiso misionera.
El Misionero Salesiano
El misionero salesiano es destinado de forma definitiva a
una Inspectoría o Delegación (Const. 159), no sólo para responder a las necesidades
de personal sino, sobre todo, para contribuir al diálogo intercultural, a la
inculturación de la fe y el carisma, y para desencadenar procesos que puedan
generar nuevas vocaciones locales. Misionero no es sólo el que da, sino sobre
todo el que recibe; o sólo enseña, sino que sobre todo aprende del pueblo al
que sirve, que no es sólo destinatario pasivo de sus esfuerzos. Como mediador,
el misionero no se guarda nada para sí mismo si no que se ocupa de mantener
vivo su ardor de santidad por medio de la “gracia de unidad”, entregándose
generosamente, hasta consumirse. [22]
El misionero se integra en la Iglesia local, en la vida y
en el proyecto educativo-pastoral de la Inspectoría, enriqueciéndolos con sus
dones personales, con su celo apostólico y con su sensibilidad misionera. La
inculturación es un proceso lento que no podrá realizarse nunca de forma
completa. Por esto, el misionero está abierto a ser enriquecido por la cultura
local mientras continúa la profundización en la comprensión de la misma, a la
luz de la fe cristiana y del carisma salesiano. Cada misionero se compromete a
colaborar con los laicos, los voluntarios misioneros y los demás miembros de la
Familia Salesiana promoviendo un verdadero intercambio de dones y valores,
según las distintas vocaciones específicas y de las formas de vida de cada
grupo.[23] En la vejez, continua su
trabajo misionero compartiendo la propia amistad y sabiduría, con la oración y
con el ejemplo de vida. El misionero se entrega por su pueblo que le es
confiado hasta el último aliento: la sepultura en su tierra de misión sella
este amor.
La presencia de
misioneros en la Inspectoría refuerza la inculturación: los hermanos locales
tienen una perspectiva de su cultura que los misioneros no poseen, mientras que
los misioneros ofrecen perspectivas de la cultura que pasan desapercibidas a
los hermanos locales. De hecho, una Inspectoría compuesta solo por hermanos de
la propia cultura se arriesga a ser menos sensibles a los retos de
interculturalidad y menos capaces de ver más allá del propio contexto cultural.
Gracias a los misioneros, hoy el Carisma de Don Bosco está presente e
inculturado en 134 países. De hecho, el compromiso misionero de la Congregación
contribuye de manera decisiva también a la redistribución global de los
hermanos solicitada por el CG27.[24]
El Proyecto Misionero en las Inspectoría y de la
Congregación
En el programa del
sexenio, el Rector Mayor ha invitado a cada Inspectoría a abrir un proyecto
misionero en su interior.[25]
Esto no excluye la generosidad misionera para el proyecto misionero de toda la
Congregación. De hecho, la Inspectoría no puede ser generosa con el proyecto
misionero congregacional si no se preocupa seriamente del proyecto misionero Inspectorial.
En efecto, el compromiso misionero en la Inspectoría es un signo creíble y un estímulo
para el compromiso misionero de la Congregación, y viceversa. Uno influye en el
otro, lo estimula y ayuda.[26]
Es el impulso misionero de la Congregación que refuerza la fe, da un nuevo
entusiasmo vocacional y revitaliza la identidad carismática de los hermanos sea
en la Inspectoría que envía, sea en la que recibe misioneros. Es más, esto nos
libera «de los peligros del aburguesamiento, de la superficialidad espiritual y
de un trabajo indiferenciado» y «nos proyecta con esperanza hacia el futuro».[27]
Las Misiones Interesan a Todos los Salesianos
Ya el CG20 insistía
que «las misiones le importan a toda la Congregación; por tanto, todos los
hermanos están, en formas diversas, implicados».[28] El décimo sucesor de Don Bosco ha subrayado que es tiempo de generosidad
para toda la Congregación, invitando de esta manera a los hermanos a una mayor
disponibilidad para los proyectos misioneros de la Congregación.[29] Los Inspectores participan de esta solicitud del Rector Mayor con la
premura misionera para toda la Congregación. Cada Inspectoría salesiana, rica o
pobre en personal o recursos, es corresponsable de los proyectos misioneros de
toda la Congregación. Por esto ya no existen Inspectorías sólo “receptoras” o
“emisoras” o “misioneras”. Todas las Inspectorías mandan y reciben misioneros.
Esta reciprocidad misionera favorece nuestra disponibilidad para compartir
medios, personal y ayudas espirituales. También los hermanos ancianos y
enfermos que dan un precioso apoyo a través de sus oraciones y sacrificios.
Además, el aporte que dan las procuras misioneras a nivel Congregación e
inspectorial (Reg 24) y las ONGs salesianas hacen posible el inicio y el
crecimiento de muchos proyectos misioneros en todos los continentes.
P. Alfred Maravilla, SDB
Consejero
General para las Misiones
[1] Cf. A. Fernández, “Discurso en
la Clausura del CG28”, en ACG 433, p.223-224.
[2] A. Fernández, “Llamada
Misionera 2021” (8 de diciembre de 2020).
[3] Cf. SINODO DE OBISPOS, II Asamblea
Extraordinaria (1985), Relatio
finalis, II, C), 1.
[4] Ad Gentes n.19.
[5] Cf. Ad Gentes n.2; Pablo VI,
Exhortación
Apostólica Evangelii Nuntiandi (1975), n.14.
[6] Cf. A. Fernández, “Lineas
Programaticas del Rector Mayor”, en ACG 433, p.32.
[7] Cf. Francisco, Encíclica Fratelli Tutti
(2020), n. 277.
[8] Cf. P. Chávez “Discurso en la
Apertura del CG 27”, en GC27 p. 115; n.38.
[9] E. Ceria, Annali della Società Salesiana, I (SDB: Turín,
1888) p. 24.
[10] P. Albera, “Gli Oratori – Le
Missioni – Le Vocazioni” (13 de mayo de 1913) n.13, en Lettere
Circolari di Don Paolo Albera ai Salesiani (SDB: Turín, 1922) p.133.
[11] Cf. L. Ricceri, “Le Missioni,
Strada del Rinnovamento”, en ACS 267, p.14; Carta d’Identità della Famiglia
Salesiana (SDB: Roma, 2012), n. 16.
[12] CG 19, p. 178.
[13] E. Viganò, “Llamamiento del
Papa en favor de las Misiones”, en ACG 336, p. 10.
[14] A. Fernández, “Appartenere di più a Dio, di più ai Confratelli,
di più ai Giovani”, en ACG 419, p.22-23.
[15] A. Fernández,
“Lineas Programaticas”, p.71.
[16] Cf. L. Ricceri, “Noi
Missionari dei Giovani”, en ACS 279, p.6-7; CG 22, n.13.
[17] Cf. Francisco, Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium (2013) n. 25; J.E. Vecchi, “Nuestro Compromiso Misionero en
Cara al 2000”, en ACG 362, p. 8; F. Cereda,
“Favorecer a las Comunidades Internacionales (GC27 75.5)”, en ACG 429,
p.47-48.
[18] Cf. Ibid., p.50.
[19] Cf. Juan Pablo II, Encíclica Redemptoris Mission (1990), n. 32, 65; E. Viganò, “Llamamiento del Papa”, p. 30-31.
[20] Cf. Juan Pablo II, Exhortación Apostólica Vita Consacrata (1996), n. 30-31, 78.
[21] Cf. Ad Gentes n.23; Redemptoris Missio, n. 65.
[22] Cf. Fratelli Tutti, n. 284; Redemptoris Missio, n. 90.
[23] Cf. Carta de la Identidad de la Familia Salesiana, n. 10, 19.
[24] Cf. CG27, 75.5; E. Viganò,
“Llamamiento del Papa”, p.10-11; F. Cereda,
“Favorecer a las Comunidades Internacionales”, p.47-48.
[25] Cf. A.
Fernandez, “Lineas Programaticas”, p.73.
[26] Cf. Redemptoris Missio, n. 34.
[27] E. Viganò, “Llamamiento del
Papa”, p.12.
[28] CG20, n. 480.
[29] Cf. A. Fernandez, “Lineas Programaticas”, p.68-73.
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