12 de enero de 2021

¿SABÍAS QUE...? - Número 21


…desde los inicios, Don Bosco acostumbró a regalar a final de cada año un pequeño “aguinaldo”, pero que también lo personalizaba a cada uno de los jóvenes del Oratorio?

 

EL AGUINALDO DE DON BOSCO

Estamos acostumbrados a recibir del Rector Mayor un Aguinaldo cada año. Normalmente, para el mes de julio nos da el título y redacta un pequeño resumen de lo que va a ser el comentario más completo en el mes de diciembre o enero de cada año. También es costumbre centenaria que el Rector Mayor presente el Aguinaldo a las FMA en su visita navideña a la Madre General de las FMA. Y para destacar el carácter de unidad carismática de la Familia Salesiana, desde hace muchos años, coincidiendo con las Jornadas de Espiritualidad de la Familia Salesiana en el mes de enero de cada año, los Rectores Mayores han presentado personalmente el Aguinaldo a todos los grupos de la FASA. Hasta hace pocos años se hacía en el Salesianum de la Pissana en Roma, pero ahora se celebra en la casa madre de Turín. Pese a ser un regalo de enorme valor espiritual, sé que todavía hay muchos antiguos alumnos que no saben en qué consiste.

El Aguinaldo era un consejo, una máxima, un programa de acción que Don Bosco daba a los salesianos, a los aprendices y a los alumnos del Oratorio el último día del año para ser recordado y practicado en el venidero. En las casas salesianas, es el Director quien lo lee al resto de la Comunidad y presenta a los distintos grupos de la Familia Salesiana locales, promueve y anima a su difusión para que se convierta en motivo de reflexión y guía para todos. Es una costumbre paterna que sigue floreciendo. Vamos a intentar desglosar su origen y el por qué de su contenido programático, incluso adjuntamos la copia microfilmada de algunos Aguinaldos obtenidos de los archivos históricos salesianos.

ORIGEN

El Aguinaldo, tradicional obsequio, regalo o paga extraordinaria que se realiza por Navidad, es una tradición muy antigua que se remonta al pueblo celta, costumbre conocida con el nombre de “eguinad”, con la que los celtas designaban el regalo de año nuevo. La costumbre de intercambiar obsequios entre unos y otros con ocasión de la Navidad está muy arraigada en diferentes culturas, debido a la creencia de que los mejores augurios para el año que empieza se atraen con generosos regalos, es una especie de “exposición de motivos” para demostrar satisfacción y desear buena suerte.

La palabra latina que designa el Aguinaldo es Strenna[1], tal y como se dice actualmente en italiano, cuyo primer significado es precisamente presagio o pronóstico. Posteriormente, se acostumbró a simbolizar los presagios en regalos, de forma que al tiempo que se presagiaba o se deseaba a alguien algún tipo de bondad con ocasión de la fiesta de Navidad o del inicio del año, también se le anticipaba una muestra de aquello que se expresaba con los deseos. De ahí se deriva el intercambio de regalos para expresar el agradecimiento por los buenos augurios y por el regalo que los presagiaba, no sólo con buenas palabras, sino también con regalos[2].

En la época de Don Bosco, el regalo del Aguinaldo era un mensaje a final de año, normalmente el último día del año, quien reunía a todos los miembros del Oratorio, alumnos, artesanos y religiosos, para darles de viva voz un mensaje que les hiciera reflexionar acerca del año pasado y en preparación para el venidero. Con el tiempo, hemos visto que forma parte del método educativo tan peculiar de Don Bosco.

Era costumbre suya la de escribir de vez en cuando una tarjetita y hacerla llegar al que quería dar un buen consejo. Muchas de éstas se han conservado, y valgan algunos ejemplos:

·         Habla poco de los demás y menos de ti.

·         Ama tus deberes, si quieres cumplirlos bien.

·         Soporta de buena gana los defectos ajenos, si quieres que los demás soporten los tuyos.

·         No andes preocupado por disimular tus defectos; procura enmendarte de ellos.

·         Perdona todo a todos; a ti no te perdones nada

·         No tengas por amigo al que mucho te alaba.

·         Olvida los servicios prestados y no los recibidos.

·         La defensa más segura contra tu ira es tardar en desahogarla.

·         No alabes a un hombre por su gracia: así lo dice el Espíritu Santo.

Consta en los archivos históricos salesianos que Don Bosco comenzó desde los primeros tiempos, a dar un aguinaldo a final de año a todos sus muchachos, y otro a cada uno en particular. El primero consistía en una norma para la buena marcha del año nuevo y, a veces, en previsión de lo que acontecería. El segundo era una máxima o consejo confidencial, de viva voz o por escrito, adaptado a las necesidades y a la conducta de cada cual. A los clérigos se lo daba escrito en latín, sacándolo de la Sagrada Escritura o de los Santos Padres. Algunas de aquellas tarjetitas fueron conservadas como preciosa reliquia por los primeros clérigos, de las que se guardan copia.

A uno le escribió: Non coronabitur nisi qui legitime certaverit (No será coronado más que el que triunfase en la lucha). A otro: Delectet mentem magnitudo praemiorum, sed non deterreat certamen laborum (Que la importancia de los premios deleite la mente, pero no le espante la fatiga de los trabajos). A un tercero: Cogitas magnam fabricam construere celsitudinis? De fundamento prius cogita himilitatis (¿Piensas construir un gran edificio elevado? Piensa primero en los cimientos de humildad). Y así a otros: Semper, dico, vigila. -Fili, sine consilio nil facias et post factum non poenitebis (Te lo digo, vigila siempre. -Hijo, no hagas nada sin aconsejarte y así no te arrepentirás después de lo hecho).

Algunas de esas tarjetas eran tan íntimas que ciertamente el poseedor las guardaba en secreto. Estos aguinaldos característicos movían el corazón, quedaban impresos en la mente, y a lo largo del año eran recordados por Don Bosco, en el momento oportuno y en secreto, y producían maravillosos efectos. Casi todos los años, mientras vivió, siguió Don Bosco dando esos aguinaldos.


Aguinaldo de Don Bosco para 1868

 

CONTENIDO PROGRAMÁTICO

Por tanto, cada año había un Aguinaldo general, con una serie de recuerdos para cada grupo del Oratorio, especialmente para los fallecidos en el año, y otro más personal, entregado a cada chico; lo normal era que se agolparan en las inmediaciones a la habitación de Don Bosco para recibir personalmente el papelito.

Pero también éstos le entregaban a Don Bosco otro papelito con una frase o máxima que significaba la contraprestación al aguinaldo, un intercambio personal de buenos deseos.

Así, las Memorias Biográficas narran numerosos episodios de la entrega del Aguinaldo tanto de Don Bosco a los jóvenes, como de éstos al Santo. Sirva como ejemplo este episodio de 1859[3]:

Don Bosco, después de rezar un padrenuestro, avemaría y requiem con todos sus chicos arrodillados delante de él, bajó de la tribuna y según su costumbre, comenzó a repartir aquella noche, y siguió durante los días siguientes, el aguinaldo de Navidad para cada alumno en particular. Consistía éste en un consejo, expresado con breves y lapidarias palabras, para ser entendidas según la necesidad o utilidad del destinatario. Este consejo era siempre tan apropiado que quedaba grabado en la mente y en el corazón del que lo recibía. Resultaba algo maravilloso, pues eran casi trescientos los que recibían el aguinaldo.

Al mismo tiempo, cada uno de los muchachos daba a don Bosco su aguinaldo, consistente en una cartita en la que exponía una necesidad, un secreto confidencial, pedía un consejo, daba una explicación, avisaba de algún inconveniente acaecido, y había quien se atrevía a sugerir un respetuoso aviso. Otros simplemente prometían mejorar su conducta, ser más aplicados, más activos y diligentes en el trabajo, o aseguraban que rezarían por su superior.

El clérigo Juan Bonetti anotó en sus Memorias de aquel año:

«Después de entregar a don Bosco mi aguinaldo en una carta, la noche del treinta y uno de diciembre de 1859, él, igual que solía hacer cada año, me dijo al oído las siguientes palabras, que eran su aguinaldo para mí: ``Humildad y trabajo''».

También es muy clarificador del esquema del Aguinaldo de Don Bosco el del año 1862, habiendo estado enfermo los días previos[4]:

Pasadas las fiestas de Navidad, refiere Ruffino, don Bosco cayó enfermo de erisipela y guardó cama unos días. El último día del año de 1861 mejoró. Dijo por la noche que quería bajar al locutorio. Todos eran del parecer contrario. Pero él bajó de la habitación, subió a la cátedra para dar como de costumbre el aguinaldo general a todos los jóvenes que le aplaudieron unánimes y, según la crónica de Bonetti, habló en los términos siguientes:

He querido bajar para veros y hablaros esta noche, porque estaba convencido de que, si no venía, no podría ya veros ni hablaros en este año (risas). El año 1861 ya ha pasado; los que lo pasaron bien, ahora se encontrarán satisfechos; los otros podrán arrepentirse, pero este año ya no podrán recobrarlo; el tiempo pasa sin remedio: fugit irreparabile tempus (huye irreparable el tiempo). Acostumbro, la última noche de cada año, dar a mis hijos algunos recuerdos para el año siguiente. Los recuerdos para el 1862 van a ser éstos:

Poned mucho interés en oír bien la santa misa, y cada uno por su parte trabaje por promover la devota asistencia a ella. Este año tengo gran necesidad de que hagáis lo que os recomiendo y me interesa muchísimo alcanzar. Nos amenazan grandes desastres. La santa misa es un gran medio para aplacar la ira de Dios y alejar de nosotros los castigos. Pongamos, pues, en práctica el consejo del Concilio de Trento: cada vez que asistimos a la santa misa procuremos ponernos en condición de comulgar, para que de este modo participar más y mejor en este augusto sacrificio.

Empéñese cada uno con ahínco en cumplir los deberes de su estado, empezando por los que tienen alguna incumbencia en la casa. Hay jefes de dormitorio, de estudio, de taller, de mesa; pues bien, cada uno de éstos dedíquese, con todos los medios que tiene a su alcance, a cumplir con la mayor perfección su oficio. Pero, al mismo tiempo que recomiendo esto a los que son en cierto modo superiores, no quiero olvidar recomendar obediencia y sumisión a los subordinados. Si así lo hacéis, todo marchará con orden y tendremos un año de paz y tranquilidad. A vosotros, los aprendices, deseo que podáis dedicaros al estudio de vuestra profesión y capacitaros para ganar honradamente el pan con el sudor de vuestra frente; os deseo mayor solicitud por la salvación del alma. A los estudiantes deseo que puedan aprender la ciencia profana, sin olvidar la ciencia de los santos. Pero, ¿qué deseo formuláis vosotros para don Bosco? Me parece leer en vuestros corazones el ardiente deseo de que viva muchos y felices años. También yo os deseo a vosotros muchos y felices años. Pero ¿podré aseguraros que este deseo mío tendrá un efecto para todos vosotros? ¡Ay, no! Tal vez al término del 1862 ya no nos encontraremos todos con vida. El año pasado decíamos en una noche como ésta que tal vez no nos encontraríamos ya todos en este día. Estaba con nosotros Martino y éste también iba diciendo: ¿Quién sabe quién es el que irá al otro mundo? Nunca creería que iba a ser él mismo. Y, sin embargo, así fue.

Llegó casi hasta el fin del año; pero a la postre tuvo que partir para la eternidad el 26 de este mes. Con él marcharon también Maffei, Quaranta, Roggero. Y si el año pasado, con ser menos numerosos, fallecieron cuatro, ¿podríamos esperar encontrarnos todos en este mundo el próximo año ahora que somos más? Estemos todos preparados por si llega la muerte hasta nosotros; que nos encuentre preparados para partir tranquilos a la eternidad. Lo que os acabo de decir sirve para todos en general.

Pero en los últimos días de los otros años, después de dar el aguinaldo general, acostumbraba daros otro particular a cada uno. ¿Haré otro tanto este año? Sí, lo haré; y lo haré de una manera que nunca se hizo desde que existe el Oratorio. Es algo singular y extraordinario, pero nada puedo deciros hasta mañana. Rezad según mi intención y veréis que habrá una cosa que merecía se pidiera a Dios por ella. Mañana por la noche os lo explicaré todo. Que durmáis bien.

Con esta plática ponía don Bosco fin al año. Pero sus palabras del último día y última noche de 1861 iban a ofrecer el tema a las que diría el primer día y primera noche del 1862. La gloria y la misericordia de Dios, la bondad de María, la salvación de las almas resuenan en todo instante en los labios enamorados, que las anuncian a pequeños y grandes. Su voz se suma al coro del universo entero: Dies diei eructat verbum et nox nocti indicat scientiam (un día pasa la palabra al otro día y la noche da su noticia a la siguiente).

Por tanto, cada año, el Aguinaldo de Don Bosco recogía una serie de consejos o recuerdos para todos los que formaban parte de la naciente Familia Salesiana, en los que daba una serie de pautas a seguir a lo largo del año, lo que redundaría en beneficio de todos, pretendiendo ser en realidad un mensaje creador de unidad y comunión, en un objetivo común para su obra. Esta tradición se ha ido manteniendo por los diferentes sucesores de Don Bosco desde entonces.

Por eso, el Aguinaldo quiere ser palabra de unidad y comunión para toda nuestra vasta Familia Salesiana, una serie de mensajes que cada grupo debe llevar a la práctica según su propia idiosincrasia y autonomía.

Es el propio Rector Mayor Don Ángel Fernández Artime quien nos explica muy bien las características del porqué del Aguinaldo para la FASA: “…que se distingue y caracteriza por ser, en primer lugar, una familia carismática[5] en la que el Primado de Dios-Comunión es el corazón de la mística salesiana. Esto es así porque nos remite al origen de aquel «carisma» del Espíritu que se nos ha transmitido a nosotros desde Don Bosco para «ser vivido, custodiado, profundizado y desarrollado constantemente en sintonía con el Cuerpo de Cristo en perenne crecimiento»[6]. En tal comunión de carisma reconocemos la diversidad y, al mismo tiempo, la unidad que tiene su fuente en la consagración bautismal, en el compartir el espíritu de Don Bosco, y en la participación de la misión salesiana al servicio de los jóvenes, y especialmente los más pobres[7]. Por eso en cada Aguinaldo subrayamos este aspecto de la comunión que es prioritario en nuestra Familia. En la medida en que el mismo aguinaldo pueda ayudar a las programaciones pastorales de las diversas ramas y grupos, es bienvenido, pero sabiendo que su finalidad primaria no es la de llegar a ser un programa de pastoral para el año, sino más bien ser un mensaje creador de unidad y comunión para toda nuestra Familia Salesiana, en un objetivo común. Después veremos en cada «rama» de este nuestro árbol de familia cómo concretarlo en vida, cómo hacerlo operativo”[8].


Aguinaldo de 1875 en las Crónicas de Don Barberis

 

 

PARA LA REFLEXIÓN

1.     ¿Me preocupo de leer los comentarios del Aguinaldo del Rector Mayor?¿Cómo puedo seguir mejor cada año los consejos del Rector Mayor en su Aguinaldo para la Familia Salesiana?

2.     ¿Siento el Aguinaldo como mensaje de comunión carismática con el resto de grupos de la FASA?

3.     ¿Programa mi Asociación su proyecto anual teniendo en cuenta los consejos del Aguinaldo del Rector Mayor?

 

Puedes consultar más ampliamente las referencias e imágenes microfilmadas de este artículo pinchando en los siguientes enlaces:

-          https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=3041014

-          http://www.dbosco.net/mb/mbvol6/mbdb_vol6_280.html

-          http://www.dbosco.net/mb/mbvol6/mbdb_vol6_806.html

-          http://boosco.org/www/download/carta-de-identidad-carismatica-de-la-familia-salesiana/

-          https://biblioteca.unisal.it/microfilm/ASC_Torras/jpegw/00836/



[1] En español existe la palabra estrena con el significado de obsequio, presente o dádiva que se efectuaba para demostrar la satisfacción o la alegría en la celebración de un acontecimiento feliz. Es un sinónimo del aguinaldo y de ella procede el verbo estrenar, en el que subyace la idea no sólo de principio, sino de buen principio de algo y es la que acompaña siempre a los aguinaldos de Año Nuevo: la idea de empezar, de estrenar bien el año.

[2] SÁNCHEZ DOMINGO, RAFAEL, “Origen histórico jurídico del Aguinaldo: del strenna romano al salario en especie”, en “La Natividad: arte, religiosidad y tradiciones populares”, AA.VV., coord. por Francisco Javier Campos y Fernández de Sevilla, Universidad de Burgos, 2009, pág. 715-730.

[3] MBe, 6, 280.

[4] MBe, 6, 806-807.

[5] Cfr. Carta de Identidad de la Familia Salesiana, art. 5.

[6] Mutuae Relationes, 11.

[7] Carta de Identidad de la Familia Salesiana, art. 4.

[8] FERNÁNDEZ ARTIME, ÁNGEL, “Aguinaldo 2015: Como Don Bosco, ¡con los jóvenes, para los jóvenes!”.


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