…desde los inicios, Don Bosco acostumbró a regalar
a final de cada año un pequeño “aguinaldo”, pero que también lo personalizaba a
cada uno de los jóvenes del Oratorio?
EL
AGUINALDO DE DON BOSCO
Estamos
acostumbrados a recibir del Rector Mayor un Aguinaldo cada año. Normalmente,
para el mes de julio nos da el título y redacta un pequeño resumen de lo que va
a ser el comentario más completo en el mes de diciembre o enero de cada año. También
es costumbre centenaria que el Rector Mayor presente el Aguinaldo a las FMA en
su visita navideña a la Madre General de las FMA. Y para destacar el carácter
de unidad carismática de la Familia Salesiana, desde hace muchos años,
coincidiendo con las Jornadas de Espiritualidad de la Familia Salesiana en el
mes de enero de cada año, los Rectores Mayores han presentado personalmente el
Aguinaldo a todos los grupos de la FASA. Hasta hace pocos años se hacía en el Salesianum
de la Pissana en Roma, pero ahora se celebra en la casa madre de Turín. Pese a
ser un regalo de enorme valor espiritual, sé que todavía hay muchos antiguos
alumnos que no saben en qué consiste.
El
Aguinaldo era un consejo, una máxima, un programa de acción que Don Bosco daba
a los salesianos, a los aprendices y a los alumnos del Oratorio el último día
del año para ser recordado y practicado en el venidero. En las casas
salesianas, es el Director quien lo lee al resto de la Comunidad y presenta a
los distintos grupos de la Familia Salesiana locales, promueve y anima a su
difusión para que se convierta en motivo de reflexión y guía para todos. Es una
costumbre paterna que sigue floreciendo. Vamos a intentar desglosar su origen y
el por qué de su contenido programático, incluso adjuntamos la copia
microfilmada de algunos Aguinaldos obtenidos de los archivos históricos
salesianos.
ORIGEN
El
Aguinaldo, tradicional obsequio, regalo o paga extraordinaria que se realiza
por Navidad, es una tradición muy antigua que se remonta al pueblo celta,
costumbre conocida con el nombre de “eguinad”, con la que los celtas
designaban el regalo de año nuevo. La costumbre de intercambiar obsequios entre
unos y otros con ocasión de la Navidad está muy arraigada en diferentes
culturas, debido a la creencia de que los mejores augurios para el año que
empieza se atraen con generosos regalos, es una especie de “exposición de
motivos” para demostrar satisfacción y desear buena suerte.
La
palabra latina que designa el Aguinaldo es Strenna[1],
tal y como se dice actualmente en italiano, cuyo primer significado es
precisamente presagio o pronóstico. Posteriormente, se acostumbró a simbolizar
los presagios en regalos, de forma que al tiempo que se presagiaba o se deseaba
a alguien algún tipo de bondad con ocasión de la fiesta de Navidad o del inicio
del año, también se le anticipaba una muestra de aquello que se expresaba con
los deseos. De ahí se deriva el intercambio de regalos para expresar el
agradecimiento por los buenos augurios y por el regalo que los presagiaba, no
sólo con buenas palabras, sino también con regalos[2].
En
la época de Don Bosco, el regalo del Aguinaldo era un mensaje a final de año,
normalmente el último día del año, quien reunía a todos los miembros del Oratorio,
alumnos, artesanos y religiosos, para darles de viva voz un mensaje que les
hiciera reflexionar acerca del año pasado y en preparación para el venidero.
Con el tiempo, hemos visto que forma parte del método educativo tan peculiar de
Don Bosco.
Era
costumbre suya la de escribir de vez en cuando una tarjetita y hacerla llegar
al que quería dar un buen consejo. Muchas de éstas se han conservado, y valgan
algunos ejemplos:
·
Habla poco de los demás y menos de ti.
·
Ama tus deberes, si quieres cumplirlos bien.
·
Soporta de buena gana los defectos ajenos, si
quieres que los demás soporten los tuyos.
·
No andes preocupado por disimular tus
defectos; procura enmendarte de ellos.
·
Perdona todo a todos; a ti no te perdones
nada
·
No tengas por amigo al que mucho te alaba.
·
Olvida los servicios prestados y no los
recibidos.
·
La defensa más segura contra tu ira es tardar
en desahogarla.
·
No alabes a un
hombre por su gracia: así lo dice el Espíritu Santo.
Consta en los archivos históricos salesianos que Don Bosco comenzó
desde los primeros tiempos, a dar un aguinaldo a final de año a todos sus
muchachos, y otro a cada uno en particular. El primero consistía en una norma
para la buena marcha del año nuevo y, a veces, en previsión de lo que
acontecería. El segundo era una máxima o consejo confidencial, de viva voz o
por escrito, adaptado a las necesidades y a la conducta de cada cual. A los
clérigos se lo daba escrito en latín, sacándolo de la Sagrada Escritura o de
los Santos Padres. Algunas de aquellas tarjetitas fueron conservadas como
preciosa reliquia por los primeros clérigos, de las que se guardan copia.
A uno le escribió: Non coronabitur nisi qui legitime certaverit
(No será coronado más que el que triunfase en la lucha). A otro: Delectet
mentem magnitudo praemiorum, sed non deterreat certamen laborum (Que la
importancia de los premios deleite la mente, pero no le espante la fatiga de
los trabajos). A un tercero: Cogitas magnam fabricam construere
celsitudinis? De fundamento prius cogita himilitatis (¿Piensas construir un
gran edificio elevado? Piensa primero en los cimientos de humildad). Y así a
otros: Semper, dico, vigila. -Fili, sine consilio nil facias et post factum
non poenitebis (Te lo digo, vigila siempre. -Hijo, no hagas nada sin
aconsejarte y así no te arrepentirás después de lo hecho).
Algunas de esas tarjetas eran tan íntimas que ciertamente el
poseedor las guardaba en secreto. Estos aguinaldos característicos movían el
corazón, quedaban impresos en la mente, y a lo largo del año eran recordados
por Don Bosco, en el momento oportuno y en secreto, y producían maravillosos
efectos. Casi todos los años, mientras vivió, siguió Don Bosco dando esos
aguinaldos.
Aguinaldo de Don Bosco para 1868
CONTENIDO PROGRAMÁTICO
Por tanto, cada año había un Aguinaldo general, con una
serie de recuerdos para cada grupo del Oratorio, especialmente para los
fallecidos en el año, y otro más personal, entregado a cada chico; lo
normal era que se agolparan en las inmediaciones a la habitación de Don Bosco
para recibir personalmente el papelito.
Pero también éstos le entregaban a Don Bosco otro papelito con una
frase o máxima que significaba la contraprestación al aguinaldo, un intercambio
personal de buenos deseos.
Así, las Memorias Biográficas narran numerosos episodios de la
entrega del Aguinaldo tanto de Don Bosco a los jóvenes, como de éstos al Santo.
Sirva como ejemplo este episodio de 1859[3]:
Don Bosco, después de rezar un padrenuestro,
avemaría y requiem con todos sus chicos arrodillados delante de él, bajó de la
tribuna y según su costumbre, comenzó a repartir aquella noche, y siguió
durante los días siguientes, el aguinaldo de Navidad para cada alumno en
particular. Consistía éste en un consejo, expresado con breves y lapidarias palabras,
para ser entendidas según la necesidad o utilidad del destinatario. Este
consejo era siempre tan apropiado que quedaba grabado en la mente y en el
corazón del que lo recibía. Resultaba algo maravilloso, pues eran casi
trescientos los que recibían el aguinaldo.
Al mismo tiempo, cada uno de los muchachos
daba a don Bosco su aguinaldo, consistente en una cartita en la que exponía una
necesidad, un secreto confidencial, pedía un consejo, daba una explicación,
avisaba de algún inconveniente acaecido, y había quien se atrevía a sugerir un
respetuoso aviso. Otros simplemente prometían mejorar su conducta, ser más
aplicados, más activos y diligentes en el trabajo, o aseguraban que rezarían
por su superior.
El clérigo Juan Bonetti anotó en sus Memorias
de aquel año:
«Después de entregar a don Bosco mi aguinaldo
en una carta, la noche del treinta y uno de diciembre de 1859, él, igual que
solía hacer cada año, me dijo al oído las siguientes palabras, que eran su
aguinaldo para mí: ``Humildad y trabajo''».
También es muy clarificador del esquema del Aguinaldo de Don Bosco
el del año 1862, habiendo estado enfermo los días previos[4]:
Pasadas las fiestas de Navidad, refiere
Ruffino, don Bosco cayó enfermo de erisipela y guardó cama unos días. El último
día del año de 1861 mejoró. Dijo por la noche que quería bajar al locutorio.
Todos eran del parecer contrario. Pero él bajó de la habitación, subió a la
cátedra para dar como de costumbre el aguinaldo general a todos los jóvenes que
le aplaudieron unánimes y, según la crónica de Bonetti, habló en los términos
siguientes:
He querido bajar para veros y hablaros esta
noche, porque estaba convencido de que, si no venía, no podría ya veros ni
hablaros en este año (risas). El año 1861 ya ha pasado; los que lo pasaron
bien, ahora se encontrarán satisfechos; los otros podrán arrepentirse, pero
este año ya no podrán recobrarlo; el tiempo pasa sin remedio: fugit irreparabile tempus (huye irreparable el tiempo).
Acostumbro, la última noche de cada año, dar a mis hijos algunos recuerdos para
el año siguiente. Los recuerdos para el 1862 van a ser éstos:
Poned mucho interés en oír bien la santa
misa, y cada uno por su parte trabaje por promover la devota asistencia a ella.
Este año tengo gran necesidad de que hagáis lo que os recomiendo y me interesa
muchísimo alcanzar. Nos amenazan grandes desastres. La santa misa es un gran
medio para aplacar la ira de Dios y alejar de nosotros los castigos. Pongamos,
pues, en práctica el consejo del Concilio de Trento: cada vez que asistimos a
la santa misa procuremos ponernos en condición de comulgar, para que de este
modo participar más y mejor en este augusto sacrificio.
Empéñese cada uno con ahínco en cumplir los
deberes de su estado, empezando por los que tienen alguna incumbencia en la
casa. Hay jefes de dormitorio, de estudio, de taller, de mesa; pues bien, cada
uno de éstos dedíquese, con todos los medios que tiene a su alcance, a cumplir
con la mayor perfección su oficio. Pero, al mismo tiempo que recomiendo esto a
los que son en cierto modo superiores, no quiero olvidar recomendar obediencia
y sumisión a los subordinados. Si así lo hacéis, todo marchará con orden y
tendremos un año de paz y tranquilidad. A vosotros, los aprendices, deseo que
podáis dedicaros al estudio de vuestra profesión y capacitaros para ganar
honradamente el pan con el sudor de vuestra frente; os deseo mayor solicitud
por la salvación del alma. A los estudiantes deseo que puedan aprender la
ciencia profana, sin olvidar la ciencia de los santos. Pero, ¿qué deseo
formuláis vosotros para don Bosco? Me parece leer en vuestros corazones el
ardiente deseo de que viva muchos y felices años. También yo os deseo a
vosotros muchos y felices años. Pero ¿podré aseguraros que este deseo mío
tendrá un efecto para todos vosotros? ¡Ay, no! Tal vez al término del 1862 ya
no nos encontraremos todos con vida. El año pasado decíamos en una noche como
ésta que tal vez no nos encontraríamos ya todos en este día. Estaba con
nosotros Martino y éste también iba diciendo: ¿Quién sabe quién es el que irá
al otro mundo? Nunca creería que iba a ser él mismo. Y, sin embargo, así fue.
Llegó casi hasta el fin del año; pero a la
postre tuvo que partir para la eternidad el 26 de este mes. Con él marcharon
también Maffei, Quaranta, Roggero. Y si el año pasado, con ser menos numerosos,
fallecieron cuatro, ¿podríamos esperar encontrarnos todos en este mundo el
próximo año ahora que somos más? Estemos todos preparados por si llega la
muerte hasta nosotros; que nos encuentre preparados para partir tranquilos a la
eternidad. Lo que os acabo de decir sirve para todos en general.
Pero en los últimos días de los otros años,
después de dar el aguinaldo general, acostumbraba daros otro particular a cada
uno. ¿Haré otro tanto este año? Sí, lo haré; y lo haré de una manera que nunca
se hizo desde que existe el Oratorio. Es algo singular y extraordinario, pero
nada puedo deciros hasta mañana. Rezad según mi intención y veréis que habrá
una cosa que merecía se pidiera a Dios por ella. Mañana por la noche os lo
explicaré todo. Que durmáis bien.
Con esta plática ponía don Bosco fin al año.
Pero sus palabras del último día y última noche de 1861 iban a ofrecer el tema
a las que diría el primer día y primera noche del 1862. La gloria y la
misericordia de Dios, la bondad de María, la salvación de las almas resuenan en
todo instante en los labios enamorados, que las anuncian a pequeños y grandes.
Su voz se suma al coro del universo entero: Dies
diei eructat verbum et nox nocti indicat scientiam (un día pasa la palabra
al otro día y la noche da su noticia a la siguiente).
Por tanto, cada año, el Aguinaldo de Don Bosco recogía una serie
de consejos o recuerdos para todos los que formaban parte de la naciente
Familia Salesiana, en los que daba una serie de pautas a seguir a lo largo del
año, lo que redundaría en beneficio de todos, pretendiendo ser en realidad un
mensaje creador de unidad y comunión, en un objetivo común para su obra. Esta tradición se ha ido manteniendo por
los diferentes sucesores de Don Bosco desde entonces.
Por eso, el Aguinaldo quiere ser palabra de unidad y comunión para
toda nuestra vasta Familia Salesiana, una serie de mensajes que cada grupo debe
llevar a la práctica según su propia idiosincrasia y autonomía.
Es el propio Rector Mayor Don Ángel Fernández Artime quien nos
explica muy bien las características del porqué del Aguinaldo para la FASA:
“…que se distingue y caracteriza por ser, en primer lugar, una familia carismática[5] en la
que el Primado de Dios-Comunión es el corazón de la mística salesiana. Esto es
así porque nos remite al origen de aquel «carisma» del Espíritu que se nos ha
transmitido a nosotros desde Don Bosco para «ser vivido, custodiado,
profundizado y desarrollado constantemente en sintonía con el Cuerpo de Cristo
en perenne crecimiento»[6].
En tal comunión de carisma reconocemos la diversidad y, al mismo tiempo, la
unidad que tiene su fuente en la consagración bautismal, en el compartir el
espíritu de Don Bosco, y en la participación de la misión salesiana al servicio
de los jóvenes, y especialmente los más pobres[7].
Por eso en cada Aguinaldo subrayamos este aspecto de la comunión que es
prioritario en nuestra Familia. En la medida en que el mismo aguinaldo pueda
ayudar a las programaciones pastorales de las diversas ramas y grupos, es
bienvenido, pero sabiendo que su finalidad primaria no es la de llegar a ser un
programa de pastoral para el año, sino más bien ser un mensaje creador de
unidad y comunión para toda nuestra Familia Salesiana, en un objetivo común.
Después veremos en cada «rama» de este nuestro árbol de familia cómo
concretarlo en vida, cómo hacerlo operativo”[8].
Aguinaldo de 1875 en las Crónicas de Don Barberis
PARA LA
REFLEXIÓN
1.
¿Me
preocupo de leer los comentarios del Aguinaldo del Rector Mayor?¿Cómo puedo
seguir mejor cada año los consejos del Rector Mayor en su Aguinaldo para la
Familia Salesiana?
2.
¿Siento
el Aguinaldo como mensaje de comunión carismática con el resto de grupos de la
FASA?
3.
¿Programa
mi Asociación su proyecto anual teniendo en cuenta los consejos del Aguinaldo
del Rector Mayor?
Puedes consultar más
ampliamente las referencias e imágenes microfilmadas de este artículo pinchando
en los siguientes enlaces:
-
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=3041014
-
http://www.dbosco.net/mb/mbvol6/mbdb_vol6_280.html
-
http://www.dbosco.net/mb/mbvol6/mbdb_vol6_806.html
-
http://boosco.org/www/download/carta-de-identidad-carismatica-de-la-familia-salesiana/
-
https://biblioteca.unisal.it/microfilm/ASC_Torras/jpegw/00836/
[1] En español existe la palabra estrena
con el significado de obsequio, presente o dádiva que se efectuaba para
demostrar la satisfacción o la alegría en la celebración de un acontecimiento
feliz. Es un sinónimo del aguinaldo y de ella procede el verbo estrenar,
en el que subyace la idea no sólo de principio, sino de buen principio de algo
y es la que acompaña siempre a los aguinaldos de Año Nuevo: la idea de empezar,
de estrenar bien el año.
[2] SÁNCHEZ DOMINGO, RAFAEL, “Origen
histórico jurídico del Aguinaldo: del strenna romano al salario en especie”,
en “La Natividad: arte, religiosidad y tradiciones populares”, AA.VV., coord.
por Francisco Javier Campos y Fernández de Sevilla, Universidad de Burgos,
2009, pág. 715-730.
[3] MBe, 6, 280.
[4] MBe, 6, 806-807.
[5] Cfr. Carta de Identidad de la Familia
Salesiana, art. 5.
[6] Mutuae Relationes, 11.
[7] Carta de Identidad de la Familia
Salesiana, art. 4.
[8] FERNÁNDEZ ARTIME, ÁNGEL, “Aguinaldo
2015: Como Don Bosco, ¡con los jóvenes, para los jóvenes!”.
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