TENEMOS UN NUEVO NÚMERO DEL BOLETÍN SALESIANO.
NUEVO NÚMERO DE LA REVISTA DE LA CONFEDERACIÓN MUNDIAL "EXALLIEVI NEWSFLASH" CORRESPONDIENTE A OCTUBRE DEL 2025.
El fin de semana del 3 al 5 de octubre, jóvenes de diversas casas salesianas se congregaron en un vibrante encuentro que, una vez más, reafirmó la importancia de la fe, la comunidad y la alegría en la vida de los más jóvenes. El Rocío de Jóvenes Salesianos se ha consolidado como un espacio de crecimiento personal y espiritual, donde la figura de Don Bosco sigue inspirando a nuevas generaciones.
El encuentro comenzó el viernes por la tarde,
con la llegada escalonada de los participantes a la Casa Hermandad de Villamanrique
de la Condesa. Tras un cálido recibimiento y la distribución de las
acreditaciones, los jóvenes tuvieron la oportunidad de romper el hielo con
dinámicas de grupo diseñadas para fomentar la integración y el conocimiento
mutuo. La energía y el entusiasmo eran palpables desde el primer momento,
creando un ambiente de expectación para los días venideros. Después de hacer un
par de dinámicas para conocernos y empezar a presentarnos, dimos por comenzado
el encuentro.
El sábado empezamos pronto en la mañana poniendo
rumbo a la Casa Salesiana de La Palma del Condado, donde el Delegado
Inspectorial de Comunicación Social, Carlos Martín, nos ofreció una inspiradora
charla magistral que invitó a los presentes a profundizar en su fe y a vivir
con propósito, tiendo muy presente la evangelización digital. Para terminar la
mañana, el Director de la Casa, Jorge Juan Reyes, no hizo un tour por la Casa
Salesiana. Después de disfrutar de la mañana, nos fuimos a comer todos juntos y
volvimos a la Aldea de el Rocío.
La tarde la dedicamos a la visita, donde la
manriqueña, Rita Solís, nos hizo una exposición del pelegrinar Rociero, así como
la historia de la Virgen del Rocío, además nos llevó por los lugares más
característicos de la Aldea, terminando ante la Virgen del Rocío. La jornada
del sábado culminó con una emotiva celebración litúrgica, donde todos pudimos
recorrer nuestro camino personal y de esperanza. Posteriormente, una cena de
hermandad dio paso a un paseo por las calles de la aldea y a una velada
festiva, donde pudimos disfrutar todos los presentes y compartiendo
experiencias de todos los lugares, demostrando que la alegría es una parte
inherente del carisma salesiano.
El domingo comenzó con la Asamblea Joven, destacando las palabras de despedida, tras nueve años, del presidente regional Joven, Rafael A. Zafra, el informe de la Federación Regional y las exposiciones de las Asociaciones Locales entre otros, así como, la elección de Cádiz como sede del Encuentro Joven para el 2026. Antes del almuerzo, la entrega de recuerdos y la despedida, tuvo lugar la Eucaristía, ésta vez celebrada en la misma Ermita de la Virgen del Rocío.
El Encuentro Regional Joven 2025 “El Rocío”
concluyó con la certeza de haber sembrado semillas de esperanza y fe en el
corazón de cada participante. Es un recordatorio de que, a través del
acompañamiento y la propuesta de valores, la obra de Don Bosco sigue
transformando vidas y construyendo un futuro mejor.
Antiguos Alumnos Jóvenes de Las Palmas de Gran Canaria
 La parábola del sembrador, narrada en los Evangelios sinópticos, es una imagen poderosa y fundante del mensaje cristiano. A primera vista, podría parecer una simple alegoría sobre la diversa acogida de la Palabra de Dios. Sin embargo, con una mirada más profunda, revela una verdad radical, especialmente cuando se aplica a los procesos educativos y pastorales.
 La parábola del sembrador, narrada en los Evangelios sinópticos, es una imagen poderosa y fundante del mensaje cristiano. A primera vista, podría parecer una simple alegoría sobre la diversa acogida de la Palabra de Dios. Sin embargo, con una mirada más profunda, revela una verdad radical, especialmente cuando se aplica a los procesos educativos y pastorales.
Esta verdad está contenida en el mismo gesto del sembrador, un gesto que podríamos definir como un “sembrar en la oscuridad”: un acto de generosidad desmesurada, aparentemente ineficiente, que desafía la lógica humana del resultado y del control.
El corazón de la reflexión no reside tanto en los cuatro tipos de terreno, cuanto en la figura del sembrador y en su acción. Él sale y esparce la semilla con un gesto amplio, casi irreflexivo. No hace un mapa preliminar del campo, no selecciona las parcelas más prometedoras, no evita cuidadosamente las piedras o los zarzales. Siembra en todas partes. No es la técnica de un agricultor moderno que busca maximizar la cosecha optimizando los recursos. Es, más bien, la representación de una lógica divina, una lógica de abundancia y de don incondicional.
Trasladado al ámbito educativo y pastoral, este gesto desenmascara una de nuestras mayores tentaciones: la de la eficiencia y del resultado medible e inmediato. El educador, el catequista, el sacerdote, el padre o la madre, suelen verse acosados por el “síndrome del campesino calculador”. Se tiende a invertir tiempo y energías allí donde se intuye una promesa de retorno: el estudiante brillante, el feligrés devoto, el grupo juvenil más receptivo. Inconscientemente, se corre el riesgo de descuidar el “camino” de los corazones endurecidos, el “terreno pedregoso” de los entusiasmos efímeros o las “espinas” de las vidas complicadas y asfixiantes. La parábola nos dice, en cambio, que la semilla de la Palabra, del cuidado, del conocimiento, del testimonio, debe lanzarse en todas partes, sin cálculo ni prejuicio. “Sembrar en la oscuridad” significa ante todo esto: actuar por pura gratuidad, movidos no por la probabilidad de éxito, sino por la fe inquebrantable en el valor de la semilla misma. Es el amor que no hace diferencias, que se ofrece a todos porque no es una inversión, sino un don que desborda.
En segundo lugar, “sembrar en la oscuridad” revela una profunda verdad sobre la humildad de nuestro papel. La oscuridad no es sólo la indiferencia del sembrador hacia la calidad del terreno, sino también el misterio impenetrable que es el corazón humano. El educador y el pastor no pueden “ver” dentro del alma del otro. No conocen del todo las heridas pasadas, los miedos ocultos, las resistencias inconscientes que vuelven un corazón duro como un camino o superficial como una fina capa de tierra. No pueden prever qué preocupación mundana o qué nueva pasión sofocará un buen propósito.
Actuar en esta “oscuridad” significa aceptar no tener el control sobre el proceso de crecimiento. Nuestra tarea es sembrar, no hacer germinar. El crecimiento pertenece a una dinámica misteriosa que involucra la libertad de la persona (el terreno), la potencia intrínseca de la semilla (la Palabra, el amor) y la acción de la Gracia (el sol y la lluvia que no dependen del sembrador). Esta conciencia nos libera de dos cargas opuestas pero igualmente dañinas: la arrogancia de quien se siente artífice del éxito ajeno y la frustración de quien se cree responsable del fracaso. El educador que siembra en la oscuridad sabe que su labor es esencial pero no omnipotente. Ofrece, propone, acompaña, pero al final da un paso atrás con respeto ante el recinto sagrado de la libertad del otro, donde ocurre el verdadero encuentro entre la semilla y la tierra.
Finalmente, el “sembrar en la oscuridad” es un acto de esperanza radical. ¿Por qué el sembrador sigue esparciendo la semilla con tanta generosidad, aun sabiendo que gran parte de ella se perderá? Porque su confianza no está puesta en la eficacia de su gesto, sino en la vitalidad inagotable de la semilla. Él sabe que, a pesar de los caminos, las piedras y las espinas, la semilla encierra en sí misma una potencia de vida capaz de dar fruto “al treinta, al sesenta, al ciento por uno” allí donde encuentre aunque sólo sea un pequeño rincón de tierra buena.
Esta es una lección fundamental contra el cinismo y el cansancio que pueden asaltar a quienes trabajan en el campo educativo y pastoral. Ante la apatía, la indiferencia o la hostilidad, la tentación es dejar de sembrar, concluir que “no merece la pena”. La parábola nos invita, en cambio, a trasladar el foco de la respuesta del terreno a la calidad de la semilla. Nuestra tarea no es obsesionarnos con la cosecha, sino asegurarnos de sembrar una buena semilla: una palabra auténtica, un testimonio creíble, un amor paciente, una cultura sólida.
La esperanza del sembrador no es un vago optimismo, sino la certeza de que la Verdad, la Belleza y el Bien, si se ofrecen con generosidad, poseen una fuerza propia que, tarde o temprano, de un modo que no podemos prever ni controlar, encontrará la manera de germinar.
En conclusión, la parábola del sembrador nos libera de la tiranía del resultado inmediato y nos introduce en una espiritualidad de la acción fundada en la gratuidad, la humildad y la esperanza. “Sembrar en la oscuridad” no es una acción ciega o ingenua, sino el acto más realista y fecundo posible, porque se funda en la realidad de un Dios que da sin medida y en el misterio de la libertad humana. Para el educador y el pastor, esto significa amar sin esperar recompensas, enseñar sin pretender moldear, testimoniar con fidelidad sin la ansiedad de ver los frutos. Tal vez, el primer y más importante fruto de esta siembra generosa no sea el que crece en el campo, sino la transformación del corazón mismo del sembrador, que aprende a actuar y a amar con la misma “locura” divina, generosa y llena de esperanza.
RECTOR MAYOR, P. Fabio Attard
EN PRIMER LUGAR, LAMENTAMOS NO HABER PUBLICADO MUCHO EN ESTE TIEMPO, POR MOTIVOS DE COMUNICACIÓN, NO HA PODIDO SER ASÍ, A PARTIR DEL LUNES VOLVEMOS DE NUEVO CON MÁS ILUSIÓN QUE NUNCA.
EN EL BLOG, COMO NOVEDAD EN ESTE CURSO, EL "MARTES DE FORMACIÓN" PASA A LOS LUNES, PARA SER LO PRIMERO DE LA SEMANA.
EL MIÉRCOLES PUBLICAREMOS REVISTAS E INFORMACIONES, DEJANDO PARA LOS VIERNES, ADEMÁS DE NOTICIAS, LOS COMUNICADOS DE LA FEDERACIÓN REGIONAL, ASÍ COMO LAS CRÓNICAS MÁS RELEVANTES.
APROVECHAMOS PARA COMUNICAR QUE PARA PRINCIPIOS DE NOVIEMBRE, VOLVERÁ LA QUINCENAL EN FORMATO AUDIOVISUAL, EN ESTOS MESES HEMOS ESTADO TRABAJANDO EN LA BÚSQUEDA DE UN NUEVO DIRECTOR.
En el discurso de Jesús que sigue a las bienaventuranzas hay una serie de “pequeñas/grandes lecciones” que el Señor ofrece. Siempre comienzan con el versículo: “Habéis oído que se dijo”. En una de estas, el Señor recuerda el antiguo dicho “ojo por ojo y diente por diente” (Mt 5,38).
Fuera de la lógica del Evangelio, esta ley no solo no es cuestionada, sino que incluso puede tomarse como una norma que expresa el modo de ajustar cuentas con quienes nos han ofendido. Obtener venganza se percibe como un derecho, hasta el punto de que puede convertirse en un deber.
Jesús se presenta ante esta lógica con una propuesta completamente distinta, totalmente opuesta. Frente a lo que hemos oído, Jesús nos dice: “Pero yo os digo” (Mt 5,39). Y aquí, como cristianos, debemos prestar mucha atención. Las palabras que siguen de Jesús son importantes no solo por sí mismas, sino porque expresan de forma muy concisa todo su mensaje. Jesús no viene a decirnos que hay otra manera de interpretar la realidad. Jesús no se acerca a nosotros para ampliar el espectro de opiniones sobre las realidades terrenas, especialmente aquellas que tocan nuestra vida. Jesús no es una opinión más, sino que él mismo encarna la propuesta alternativa a la ley de la venganza.
La frase “pero yo os digo” es de fundamental importancia, porque ya no es la palabra dicha, sino la persona misma de Jesús. Lo que Jesús nos comunica, Él lo vive. Cuando Jesús dice “no hagáis frente al que os agravia; al contrario, si alguien te abofetea en la mejilla derecha, preséntale también la otra” (Mt 5,39), esas mismas palabras las vivió en primera persona. Seguramente no podemos decir de Jesús que predica bien pero actúa mal.
Volviendo a nuestro tiempo, estas palabras de Jesús corren el riesgo de ser percibidas como las palabras de una persona débil, reacciones de quien ya no es capaz de responder sino solo de sufrir. Y, de hecho, cuando miramos a Jesús ofreciéndose por completo en el madero de la cruz, esa es la impresión que podemos tener. Sin embargo, sabemos muy bien que el sacrificio en la cruz es fruto de una vida que parte de la frase “pero yo os digo”. Porque todo lo que Jesús nos ha dicho, acabó por asumirlo plenamente. Y asumiéndolo plenamente logró pasar de la cruz a la victoria. La de Jesús es una lógica que aparentemente comunica una personalidad perdedora. Pero sabemos muy bien que el mensaje que Jesús nos dejó, y que él vivió plenamente, es la medicina que este mundo necesita hoy con urgencia.
Ser profetas del perdón significa asumir el bien como respuesta al mal. Significa tener la determinación de que el poder del maligno no condicionará mi forma de ver y de interpretar la realidad. El perdón no es la respuesta del débil. El perdón es el signo más elocuente de esa libertad que es capaz de reconocer las heridas que deja el mal, pero que esas mismas heridas nunca serán un polvorín que alimente la venganza y el odio. Responder al mal con el mal no hace sino ampliar y profundizar las heridas de la humanidad. La paz y la concordia no crecen en el terreno del odio y de la venganza.
Ser profetas de la gratuidad exige de nosotros la capacidad de mirar al pobre y al necesitado no con la lógica del beneficio, sino con la lógica de la caridad. El pobre no elige ser pobre, pero quien está bien tiene la posibilidad de elegir ser generoso, bueno y lleno de compasión. Cuánto cambiaría el mundo si nuestros líderes políticos, en este escenario donde crecen los conflictos y guerras, tuvieran la sensatez de mirar a quienes pagan el precio de estas divisiones: los pobres, los marginados, los que no pueden huir porque no tienen medios.
Si partimos de una lectura puramente horizontal, es para desesperarse. Solo nos queda encerrarnos en nuestras murmuraciones, en nuestras críticas. ¡Y sin embargo, no! Somos educadores de los jóvenes. Sabemos bien que estos jóvenes, en nuestro mundo, están buscando puntos de referencia de una humanidad sana, líderes políticos capaces de interpretar la realidad con criterios de justicia y de paz. Pero cuando nuestros jóvenes miran a su alrededor, sabemos bien que solo perciben el vacío de una visión pobre de la vida.
Nosotros, que estamos comprometidos con la educación de los jóvenes, tenemos una gran responsabilidad. No basta con comentar la oscuridad que deja una ausencia casi total de liderazgo. No basta con decir que no hay propuestas capaces de inflamar la memoria de los jóvenes. Corresponde a cada uno y cada una de nosotros encender esa vela de esperanza en esta oscuridad, ofrecer ejemplos de humanidad lograda en lo cotidiano.
De verdad, hoy merece la pena ser profetas del perdón y de la gratuidad.
RECTOR MAYOR, P. Fabio Attard
«HACED LO QUE ÉL OS DIGA» 
Creyentes, libres para servir
Año tras año el Aguinaldo se presenta como una oportunidad para que toda la Familia Salesiana se reúna alrededor de un tema particular, para que ⸺⸺a través de la oración y la reflexión, la escucha y el compartir⸺⸺ la llamada de cada Grupo pueda encontrar alimento para su propio camino espiritual, carismático y pastoral.
A la luz de la experiencia del Jubileo, el AGUINALDO 2025, Anclados en la esperanza, peregrinos con los jóvenes, nos ha dado la oportunidad de caminar juntos con toda la Iglesia para contemplar el misterio de Cristo, fuente y sostén de nuestra esperanza. En torno al tema de la esperanza que no defrauda, hemos podido contemplar cómo el misterio de un Dios creador que nos visita en el Hijo continúa hoy apoyándonos a través de la fuerza del Espíritu. La esperanza nos ha ayudado a reconocer los signos de Dios en la vida cotidiana, esa realidad concreta que refleja el misterio del amor de Dios por nosotros. La esperanza es fuerza y confirmación del «ya» que vivimos y contemplamos. Y también fuente de coraje y gozo del «todavía no».
El evento del 150 aniversario de la primera expedición misionera salesiana ha sido una oportunidad muy concreta y real, a través del cual hemos redescubierto cómo para Don Bosco la fuerza de la esperanza generaba en su corazón el valor que lo ha sostenido en el descubrimiento del proyecto de Dios y en el decidido compromiso de ponerlo en práctica. Leyendo a fondo este acontecimiento podemos decir que la esperanza ha sido el motor del corazón pastoral de Don Bosco. La esperanza es la que le ha hecho capaz de leer los signos de los tiempos y de mirar al mundo sostenido por su fe en Dios.
Esta conmemoración histórica tuvo lugar en un momento particular de la vida de Don Bosco: junto a la expedición misionera, estaba comprometido a enviar a los salesianos a Francia, así como a dar vida a la asociación de los Salesianos Cooperadores. Un período de gran fermento, pues, para nuestro Padre que en su corazón siempre ha privilegiado la apertura y la disponibilidad a la voluntad de Dios. Guiado por la esperanza, Don Bosco estaba fuertemente arraigado en la fe.
Si es cierto que Don Bosco vivía en Turín, es aún más cierto que su corazón y su mente habitaban el mundo entero. Su esperanza ⸺⸺una vez descubierto el proyecto de Dios⸺⸺ se convertía en fuente de certeza y de plena convicción que hay que seguirlo, con fe, hasta el fondo, sin temor y sin vacilaciones.
Los primeros salesianos intuían la fuerza de la esperanza que animaba el corazón y la mente de Don Bosco. No es casualidad que ellos mismos, más tarde, lo comprendan e interpreten como: «Don Bosco hombre de fe, Don Bosco creyente, Don Bosco en unión con Dios».
Varias opiniones y reflexiones surgidas de la Consulta Mundial de la Familia Salesiana a principios del mes de junio de 2025 han enfocado el tema de la «fe»: si la fuerza de la esperanza se basa en la fe, una vida verdaderamente llena de esperanza lleva a una relación más profunda y auténtica de fe con Jesús, el hijo del Padre, hecho hombre por nosotros y que sigue estando presente en medio de nosotros con la fuerza del Espíritu.
Os ofrezco algunas ideas que luego serán desarrolladas en el AGUINALDO 2026.
1. Una llamada a la escucha
«Haced lo que él os diga» no es una simple cita bíblica, sino un verdadero manifiesto espiritual y pastoral. La invitación, el comando sale de la boca de María justo al principio del mismo Evangelio. El contexto que preveía un momento de fiesta de repente puede terminar mal, un fracaso total: falta el vino. En esta situación de crisis y dificultad, María, la madre solícita, simplemente invita a los siervos a estar atentos a lo que Jesús dirá cuando llegue «su hora».
Es bueno releer esta página de nuevo.
Evangelio de Juan 2, 1-11
A los tres días había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda. Faltó el vino, y la madre de Jesús le dice: «No tienen vino». Jesús le dice: «Mujer, ¿qué tengo yo que ver contigo? Todavía no ha llegado mi hora». Su madre dice a los sirvientes: «Haced lo que él os diga».
Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una. Jesús les dice: «Llenad las tinajas de agua». Y las llenaron hasta arriba. Entonces les dice: «Sacad ahora y llevadlo al mayordomo». Ellos se lo llevaron. El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llama al esposo y le dice: «Todo el mundo pone primero el vino bueno y, cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora».
Este fue el primero de los signos que Jesús realizó en Caná de Galilea; así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él.
Las palabras de María a los sirvientes de Caná (Jn 2,5) encierran una pedagogía tanto de la escucha como de la respuesta. Una pedagogía que contrarresta toda forma de obediencia pasiva. María no dice simplemente «obedeced», sino que invita a una escucha personal, activa y proactiva: «lo que él os diga». Es una invitación a la confianza en la persona de Cristo, una confianza que se convierte en un gesto de responsabilidad que a su vez genera libertad auténtica.
El subtítulo del Aguinaldo «Creyentes, libres para servir» completa el cuadro trazando una trayectoria existencial: de la fe nace la libertad, de la libertad brota el servicio, es decir, una libertad que – vivida – hace a los demás libres. No se trata de una secuencia cronológica, sino de una dinámica vital, donde cada elemento alimenta y se sostiene de los demás. No se puede ser creyente estando lejanos y desapegados de lo que puede y debe generar vida, gozo y comunión. Creer significa apostar, apostar todo a uno mismo. Creer empuja fuera del recinto de la comodidad que solo se resigna a «comentar» la historia. Creer es una experiencia que nace y contribuye a la construcción de una sociedad más justa. Creer se convierte en energía que alimenta esos procesos hacia una humanidad más exitosa.
2. Un itinerario hacia una fe generativa
La propuesta del Aguinaldo sigue una progresión que recuerda el método del discernimiento cristiano: reconocer - interpretar - elegir. Es un itinerario que evita tanto el activismo ciego y sumiso como una espiritualidad desencarnada e intimista. Es una invitación a emprender ese camino que se abre ante nosotros cuando aceptamos con fe la invitación de la Palabra. Un camino marcado por la confianza y la responsabilidad. Es el camino que caracteriza la mejor tradición salesiana: ayudar a los jóvenes a tener y dar confianza, acompañarlos y educarlos para tomar decisiones que los responsabilicen, con vistas al objetivo de formarse «buenos cristianos y honrados ciudadanos».
2.1. La acogida de los signos de los tiempos
Es necesario, ante todo, reflexionar sobre la urgencia de «abrazar el tiempo y la historia». La historia que habitamos, con sus desafíos, debe ser «afrontada» con empatía. Esta actitud expresa un gesto de amor activo hacia la realidad que nos rodea. Como educadores y pastores creyentes, no aceptamos caer en ese inmovilismo que solo nos hace sufrir pasivamente los acontecimientos. La nuestra es una llamada a «reconocer» los desafíos con inteligencia espiritual. Es un paso crucial y decisivo: el reconocimiento es fruto del discernimiento, es decir de aquella capacidad que sabe leer en profundidad lo que sucede. Solo de esta manera se evitan lecturas catastróficas y destructivas.
Para nosotros, que estamos involucrados en procesos educativopastorales, podemos decir que la imagen de la «historia como cofre que acoge y revela la acción de Dios» es particularmente pertinente y evocadora. El cofre sugiere que – mientras lo humano se revela ante nuestros ojos – solo con la atención nos damos cuenta de cómo la acción divina está presente aunque oculta, activa de manera amable. Son necesarios ojos de fe para que la acción de Dios sea descubierta, comprendida y asumida. Es un enfoque profundamente salesiano: Don Bosco sabía captar la acción de la «providencia» en las historias más complicadas, en las situaciones más difíciles. Era capaz de transformar cada obstáculo y dificultad aparente en una oportunidad para el crecimiento integral de los jóvenes y la propagación del Reino.
2.2. El arraigo en la fe
El segundo movimiento lleva directamente al corazón de la experiencia cristiana. Leer los acontecimientos a la luz de Cristo es una opción fundamental que solo se madura como fruto de un esfuerzo constante. Jesucristo no puede ser percibido como «objeto» de fe. Jesucristo, hijo de Dios hecho hombre por nosotros, es logos, es decir, criterio que nos ayuda a comprender la realidad. Es un enfoque que, iluminado por la fuerza del Espíritu Santo, supera toda forma de dualismo entre lo sagrado y lo profano.
Solo esta sana relación con Cristo puede revelar a nuestra mente y corazón lo divino en lo humano. Solo así se hace particularmente significativa la llamada a descubrir cómo «la voluntad de Dios emerge de los acontecimientos que vivimos». Este enfoque de fe madura reconoce que no solo Dios habla a través de la Escritura y el Magisterio, sino (y esto toca profundamente nuestra vocación) nos viene al encuentro también a través de la historia concreta de los jóvenes y de las personas que encontramos en nuestro camino. Sus historias son una continua revelación de – y llamada a – la presencia de Dios.
Todo discernimiento atento requiere y sostiene una sólida formación espiritual. Un elemento central e indispensable es el encuentro con la Palabra. De ahí la fuerza que sostiene esta dinámica. Es a través del contacto sistemático con la Palabra que crecemos de manera sana. Solo cuando somos alimentados e iluminados por ella nos damos cuenta de que la Palabra de Dios no es mera información sino alimento espiritual, luz para el camino diario. Podemos decir que la Palabra, cuando realmente la escuchamos – ob-audire –, no solo nos «informa», sino que va más allá, nos «forma» y nos «transforma».
2.3. La libertad de la llamada
El tercer paso toca el delicado tema de la libertad cristiana en una cultura donde hay mucha confusión al respecto. Solo cuando vivimos «la escucha libre» experimentamos la «fuerza liberadora» de la buena noticia. La escucha forzada, o la condicionada por los miedos y las conveniencias, no importa, de hecho a la larga resulta incluso perjudicial. La escucha libre es realmente liberadora cuando se siente que se convierte en una verdadera experiencia de acogida gozosa de la voluntad divina. Es la libertad de los hijos de Dios que – experimentada y vivida – nos hace evitar peligrosas arbitrariedades en el campo pastoral.
Lo constatamos por experiencia: cuando «cada acción» es «vivida y guiada por la Palabra» nacen los contornos de una espiritualidad integral, donde no existe separación entre oración y acción, entre vida espiritual y compromiso en el mundo.
La experiencia de Caná, entonces, nos llama a estar atentos al «peligro de una fe autorreferencial, condicionada por la propia razón», es decir a una fe de «lo que pienso yo», como expresa la frase que frecuentemente escuchamos (y quizás también decimos): «en mi opinión». Casi una fe doblada a las exigencias de nuestra «razón».
En el contexto salesiano, fe y razón son siempre consideradas aliadas, llevadas adelante con la conciencia de que el equilibrio necesario es un camino delicado y urgente. El riesgo de un enfoque puramente horizontal nace de elecciones egocéntricas que pretenden medir todo con criterios exclusivamente humanos. La consecuencia es que se reduce la fe, y por consiguiente toda propuesta de educación a la fe, a una mera propuesta racional.
Aquí tenemos la invitación a aclarar el hecho de que no se trata de devaluar la razón, sino de evitar que ésta se convierta en el único criterio de juicio, oscureciendo la dimensión del misterio y de la gracia. Son dimensiones irrenunciables para cualquier ecosistema de educación integral.
2.4. El servicio generoso
El cuarto y último movimiento conduce a la culminación del itinerario: el servicio. «Arraigados y libres - servimos». He aquí el punto maduro de todo el recorrido: desde el arraigo en la fe hacia la libertad, desde la libertad hacia el servicio, todo como expresión natural de crecimiento progresivo del amor recibido.
La invitación a «cooperar plenamente con el proyecto de Dios» resuena con particular fuerza para todos los creyentes. El adverbio «plenamente» enfatiza la importancia de la totalidad, sin reservas. Es el lenguaje de todo verdadero camino de fe, donde el creyente se descubre colaborador activo en la obra de Dios.
Desde aquí podemos intuir la fuerza de la expresión «audacia de la fe», que recuerda una de las expresiones queridas al papa Francisco. La fe auténtica no es tímida sino valiente, está dispuesta al riesgo en favor del Reino. Es la audacia de quien sabe que puede contar no en sus propias fuerzas sino en el poder de Dios.
El recorrido de Caná se cierra con el «gozo del compartir», signo distintivo del carisma salesiano. No es un gozo superficial o emocional, trivial o ridículo. Es gozo auténtico y profundo que nace del compartir sincero que fortifica esa experiencia donde todos sentimos de ser parte de un proyecto más grande que nosotros, el proyecto de Dios.
3. La dimensión conmemorativa
La referencia a los 150 años de los Salesianos Cooperadores no es solo celebrativa sino programática hacia lo que el Señor sigue pidiéndonos. El sueño profético de Don Bosco se hace presente también hoy, recordando tanto la «visión» que él mismo ha comunicado como nuestra responsabilidad actual, nosotros que somos herederos y promotores del carisma. La conmemoración de los 150 años se convierte así en no solo memoria del pasado sino relanzamiento hacia el futuro.
Será un año en el que tendremos la oportunidad de estudiar, reflexionar, agradecer y celebrar la experiencia de los Salesianos Cooperadores, que sigue expresando y viviendo un momento de gracia. Mientras damos gracias al Señor por su providencia tanto en favor de la Asociación de los Salesianos Cooperadores como de todos los Grupos de la Familia Salesiana, profundizamos nuestro conocimiento de la dimensión carismática que el Espíritu de Dios suscitó a través de Don Bosco. El pasado es una hermosa herencia que nos empuja hacia un futuro que nos ve aún más protagonistas creyentes y libres para ser dignos siervos en la causa del reino de Dios.
Conclusión
En un tiempo de grandes transformaciones y desafíos junto con oportunidades inéditas, el AGUINALDO 2026 quiere ser un itinerario espiritual que ofrece una brújula en el crecimiento de la fe a nivel personal, y un crecimiento de la experiencia pastoral a nivel comunitario. En este sentido, estamos llamados, como Grupos de la Familia Salesiana y comunidades locales, a partir de la escucha de la realidad arraigados en la fe en Cristo. En esta lógica vivimos nuestra llamada con auténtica libertad. Es una libertad que nos impulsa a tomar decisiones en favor de los jóvenes y de todos aquellos a quienes les falta el «vino» de la esperanza. Es una libertad que nos lleva a reforzar el compromiso por una promoción humana integral.
Don Bosco desde el principio «imaginaba» un gran movimiento de personas que junto con él y como él pudieran contribuir para el bien de la juventud. Pues bien, este es el sueño de Don Bosco que continúa hoy. La celebración del 150° de los Salesianos Cooperadores refuerza en todos nosotros la determinación de ser servidores de los jóvenes mientras ellos afrontan los desafíos de hoy. Esta determinación da testimonio de nuestra fiel y generosa respuesta a las palabras que María nos dirige hoy: «Haced lo que él os diga».
LOS JÓVENES DE LA ASOCIACIÓN SANTO DOMINGO SAVIO NOS DAN LA BIENVENIDA A UN NUEVO ENCUENTRO REGIONAL JOVEN DE ANTIGU@S ALUMN@S DE LA ZONA SUR CON EL LEMA: "PEREGRINOS DE LA ESPERANZA".
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